Vistas de página en total

lunes, mayo 31, 2010

Camellos

Al parecer, a quienes sólo son adictos potenciales las sustancias estupefacientes les son proporcionadas a precios bajísimos o regaladas, al tiempo que el vendedor canta las maravillas de su producto y lo extraordinaria que es la vida de sus consumidores.
Más tarde –dice el relato sobre este mercado–, una vez cautivos los clientes en su adicción, se suben los precios, se aparenta o se subraya la escasez de la mercancía, y se ponen en marcha todos los mecanismos oportunos para incrementar el beneficio o para compensar las dificultades que el camello detallista pueda tener con sus proveedores o con los que ponen trabas a su libre comercio.
La ventaja de relatos como éste es que su verdad es independiente de la mercancía: sucede también con esa droga que se llama tiempo, que ésa es la mercancía que venden los banqueros.

lunes, febrero 08, 2010

Coucher avec mon moi

Tenuemente avergonzado por su incompleta formación, afirma llevar ya bastantes días yéndose temprano a la cama para allí aux lueurs des lampes que decía algún otro, leer los fértiles tomos que exige su ideal.
Sin embargo, el sueño le llega, le está llegando todos esos mismos días, sin darle tiempo tan siquiera a apagar las lámparas eléctricas con su número de watios y de bujías, el libro que rueda sobre la colcha, rodillas o muslos, caderas abajo, los párpados vencidos. Sin haberlo casi abierto, sin haber llegado a la página en que su materia propia se haya coagulado en la sabia disposición tipográfica, sin haber llegado a las palabras, palabras, palabras. Y sin saber si es de él de quien habla, de te fabula narratur. Sin separarse o volver, sin apresurarse tampoco hacia una mujer que tal vez le espere en algún sueño, poco serio o de trascendencia diurna. Desmiente alguna interrupción breve, una luz bajo la puerta, unos pasos arriba, despertares apolíneos de un sueño dulce, la mañana por llegar, tal vez para responder a la pregunta de Marcelo sobre las cosas que suelen aparecerse por la noche.

miércoles, septiembre 02, 2009

Pausa

Nos tomamos un descanso.

martes, septiembre 01, 2009

Fósiles (para una antología de lecturas de verano)

Mira al suelo y sigue mirando al suelo. Mira las piedras del camino, ya tan remiradas por caminantes y paseantes que han ido esquilmando las terebrátulas y los belemnites.
Cuando se va en coche por el camino, se deben remover algo las piedrecillas y eso supondrá una esperanza para el caminante, que camina poco y despacio porque va mirando el suelo y se para lo que se dice cada dos por tres, pero sin haber encontrado -lo comprueba cuando se agacha- la piedra que fue animalejo del fondo marino.
Sin haber encontrado nada, piensa entonces en si la piedra fue animalejo o qué era lo que es ahora la piedra cuando el animalejo era sensitivo, a medias duro y a medias blando, y piensa que de esto no ha quedado nada, y menos en ese camino que se interna en el pinar, que espera al caminante como un bosque petrificado.

Tomado de Anton Geesink González, No podemos caminar, Murcia, Como del rayo, 2001.

lunes, agosto 31, 2009

Nulla dies (para una antología de lecturas de verano)

Hoy he leído páginas de dos libros, descuidadamente, y he mirado los periódicos. Por eso no voy a citar a ningún autor de los que suelo citar. Los libros son de Rikki Ducornet (en la traducción que leo pone "ostia" repetidas veces con el consabido significado: nada lamelibranquio ni portuario, aunque lo primero sí por contagio) y de Littell, sobre ese amante de la Costa del Sol llamado Degrelle.

domingo, agosto 30, 2009

Competición (para una antología de lecturas de verano)

Encontró algunas ocupaciones singulares, únicas, inconmensurables, que propendían, por tanto, al sueño. Así se convirtió en un rey al que nadie se comparaba. No podía perder. Ni ganar. Y fue dejando de existir.

Tomado de Gustavo Grandmontagne, Las verdades del barbero, Madrid, La biblioteca del Gólgota, 1976.

sábado, agosto 29, 2009

Viudo (para una antología de lecturas de verano)

El niño no deja de jugar a la pelota, pero le gusta que aquel hombre le pregunte si es buen futbolista o si prefiere el frontón. El niño piensa que el hombre no le había visto nunca porque él, el niño, no sabe quién es.
Quizá el hombre intenta una pregunta sobre si el niño va a seguir jugando o si va a dejar de jugar. No suele subir al pueblo y ha dado la vuelta a la iglesia porque no puede esperar en la puerta al otro coche, que por alguna razón se retrasa. El niño, animado por el interés del adulto, un interés que ha interpretado mal, vuelve a dar patadas a la pelota. La pelota rebota en el frontis, que es el muro norte del templo, una vez y otra. El hombre pudiera querer decirle otra cosa, pero se da la vuelta. Se vuelve con sus pantalones, sus zapatos negros, su americana y su camisa blanca. Resignado, desairado por los últimos días o los últimos meses más que por el niño. Quizá eso es lo que siente, haber sido víctima de un desprecio íntimo y al tiempo público. Su único traje y no lleva cinturón. Ahora su casa en la carretera no abrirá la puerta pese al cartel de Coca Cola. Como tampoco en los últimos meses. Sigue nublado, se adivina alguna gota sobre el cemento. Ahora apresura el paso y deja la plaza. El coche negro está por fin a la puerta de la iglesia.

Tomado de José Antonio Pérez Gómez, Mis cosas del pueblo, Valladolid, Castilla Plena, 1968.

Reglas (para una antología de lecturas de verano)

Al principio pensó que aquellos jugadores desconocían las reglas o que, conociéndolas, habían optado por una variante heterodoxa. Pero pronto se dio cuenta de que todos, en aquel lugar y en otros, obraban del mismo modo. Buscó referencias y todas les daban la razón a los demás. Se la quitaban, no a su memoria, sino a él mismo, quien –por cierto- había sido un jugador de alguna relevancia.
En su casa no encontró sus antiguos libros sobre la materia. Nada en una primera visita a la biblioteca; acudió a la hemeroteca, pero ningún documento le devolvía a lo que aún creía la realidad, o por lo menos no lo hacía de manera explícita, contundente. No podía salir de allí con documento alguno que mostrar a todos sus tan lejanso congéneres, tras haber convencido al archivero en primer lugar.
Lo que es peor, se tropezó con alguna literatura confabulatoria que casi le hizo construir una barroca conspiración y casi le asegura su correlativa importancia personal. Estuvo, en fin, a punto de abandonar y dar por buenas las reglas nuevas: al fin y al cabo...
Sin embargo, en el último momento supo que la verdadera lección de todo el asunto no era una que alimentase alguna paranoia venial o mortal, que apuntase a la improbabilidad como único criterio de auténtica certeza, que arguyese el contrato como fundamento tácito o explícito de las reglas y las normas. La verdadera lección era que ahora él podía dar a conocer las antiguas reglas y convertirse en un innovador para siempre recordado de un juego tan popular y, hasta entonces, de tan rígido y tradicional reglamento.

Tomado de Juan Mari Arespacochaga Quesada, Mira tú por dónde, Santander, Ediciones del Séptimo Pereda, 2002.

jueves, agosto 27, 2009

A contratiempo (para una antología de lecturas de verano)

Durante algún tiempo celebramos nuestra habilidad para no coincidir en días y horas, posiblemente tampoco en diversiones, con la mayoría inmensa de viajeros, turistas y veraneantes. En ocasiones, celebrábamos lo que sólo considerábamos suerte, la de poder escoger o ser escogidos por días de carreteras más tranquilas y mesones menos frecuentados.
Después las cosas cambiaron. Y no sabemos si empeoró nuestra suerte o si mejoró la de la inmensa mayoría, quiero decir, si ésta empeoró un poco más. A veces discutimos qué es peor: la gran pérdida de unos pocos o la pequeña de lo muchos. Nos ponemos de acuerdo en que no podemos sumar a los unos y a los otros para hacer un todo y comparar. Por precaución, hemos mantenido esta conclusión secreta, para nosotros sólo.

Tomado de Joan Martínez Oliver, Carreteras del Secundario, Lleida, Los libros de los que se van, 2001.

miércoles, agosto 26, 2009

Extraordinario (para una antología de lecturas de verano)

Resuelto a protagonizar un acontecimiento extraordinario, y más cuando ya concedía que él era un personaje ordinario, tanto que “personaje” era término que sonaba incongruente si le era aplicado, resuelto a que el relato de sus hechos se singularizase entre otros relatos, recorre el camino de todos los días y no hace nada distinto de tantos otros hombres y mujeres ordinarios. Porque sólo de ahí puede salir algo extraordinario, descartada la vulgaridad del acto heroico, psicopático, escandaloso, descartada la performance y el toreo de salón a los autobuses urbanos

Tomado de Antonio Urruti Uría, ¿Por qué nadie ha escrito su historia?, Bilbao, Gil Bert Editor, 2005.

martes, agosto 25, 2009

Balneario (para una antología de lecturas de verano)

Extraídos del catálogo los maniluvios -sólamente tachados de un ejemplar- , el gerente se muestra satisfecho. Sin embargo, no sabemos si el gerente sabe qué es un maniluvio o no lo sabe. Alguien le ha de recordar que la propuesta ha de pasar por el Consejo y que nada puede enviarse a la imprenta sin la aprobación de éste. La letra de los estatutos, si vamos a ello, no dice nada en cuanto a la página web. Por ahí, quizás...
Además, si se acaba el material impreso, hay que solicitar una nueva y buena remesa. Un pequeño error material, tipográfico, baladí, no convertiría en inútiles las decenas de miles de folletos, tinta fresca y hermosa. Las explicaciones hablarían de inevitables azares, nada de decisiones, apenas responsabilidades definidas. Está hallada una manera de lavarse las manos.

Tomado de Gustavo González Gili, Albornoz blanco en pabellón escarlata, Valladolid, Ediciones Simples,2001.

lunes, agosto 24, 2009

La corte de los gintonics (para una antología de lecturas de verano)

De abuelos y bisabuelos heredaron, a través del servicio –fiel guardián de tradiciones y naftalinas– o de algunos frailes docentes, con mayor probabilidad e intensidad –y eran usos que habían adquirido la espontaneidad de aquella distinción de mayor eficacia etológica– de coetáneos a los que a su vez, siga usted aquí que yo sigo con otra cosa; de todos ellos, digo, el saber esperar en los veranos eternales al rey o a la reina y a una colección de figuras más que menos afectadas de carcoma, que eso es el suave quiliasmo de las clases se dice que pudientes y tan cercanas a la podredumbre de las provincias de templada costa.
Se fueron, se fueron todas las estantiguas y no volvieron. Quedaron los usos que dijimos y muchos años después asistiremos a la misma reunión que hoy nos acoge, aunque hayamos entrado como si fuéramos la sota de bastos y heraldos de una Visita que llegará, nadie lo duda.

Tomado de Ambrosio Cautelar, Del Eo al Urumea y tiro porque me toca, Zaragoza, La Canaleta del Bul, 2005.

domingo, agosto 23, 2009

Perspicacia (para una antología de lecturas de verano)

No dediqué esos años a una obra para la que algunos pudieron considerarme capacitado. Concedamos que fuera así, añadamos todos los argumentos posibles y, aún más, añadamos algunos traídos del extranjero e incluso del extrarradio. Subrayemos que yo era hasta tal punto el más capacitado que era como si fuera el único que lo estaba: que es lo mismo que advertir que la palabra "capacitado" tendría dos distintas significaciones. ya fuera predicada de mi o del resto del mundo.
¿Cómo ser libre entonces si no negándome a elaborar la obra a la que estaba llamado? Un acto gratuito que, sin duda, me salió caro.

Tomado de Antonio Urruti Uría, ¿Por qué no he escrito ninguno de los libros que no he escrito?, Bilbao, Gil Bert Editor, 2009.

sábado, agosto 22, 2009

Tiro tenso (para una antología de lecturas de verano)

Hablar en tiro tenso, auqnue no tengamos muy claro el asunto. Abstenerse de parábolas, hemos de suponer. Sin embargo, al escribir esto, no sé si se trata de tiro tenso o al contrario, sublimado de algún modo extraño e inescapable.

Tomado de Antonio Urruti Uría, ¿Por qué no he escrito ninguno de los libros que no he escrito?, Bilbao, Gil Bert Editor, 2009.

viernes, agosto 21, 2009

C'est la fin de l'été (para una antología de lecturas de verano)

Las tardes se enmustiecen y no va uno a salir de casa para ver qué está floreciendo heraldo del otoño. La actividad física, las empresas de escritorio y los buenos propósitos del pequeño año de agosto quedaron atrás y las tardes y las mañanas disminuidas por la pereza no nos dejan ni salir de casa.
Mi abulia espera aún de un 24 de agosto yo te conocí un nuevo milagro del invierno del mes de agosto, voluntad e impulso, pero aun el frigorífico está muy lejos... la luz es horizontal y da densidad al monte de allá enfrente, quita ligereza a todo, excepto a aquellos buenos y portentosos propósitos de los que hablamos. Cuando llegue septiembre, las hojas sean llamas, caigan luego en su noviembre funerario que decía el otro poeta, cuando al año de agosto, que es the second cruellest, no le queden otros melocotones -Calanda valga, blándulo idus- que aguardar a otro año de junio con sus cerezas o lo que sea menester.

Tomado de Alonso Yáñez, Las cuatro estaciones de la vía 12, Madrid, Libros del Saúco, 2008.

jueves, agosto 20, 2009

Fundamentos (para una antología de lecturas de verano)

Se sentó en el sofá y se colocó el portátil sobre el regazo, la espalda muy hacia atrás. Para hacer el encaje de bolillos se pone entre las piernas el mundillo del modo que usted ve. Escribía o rellenaba un formulario, como se dice. Su posición invitaba a la melancolía en que desemboca todo, y contradictorio, ejercicio de la pereza. Descubrimos así la esencia de ese incrementadamente melancólico, y así también contradictorio, ejercicio. Rellena otro formulario. Multiplica las actividades irrelevantes y que están hechas para no distraer al ejecutante de su propia falta de concentración, que es un oxímoron en ejercicio.
Se va reclinando cada vez, sus fémures son un voladizo y lo es su trasero. La cabeza parece nacer del pecho. Se entrega a jurisprudencias vagas, que decía el poeta. A jurispendecias, que no sé si es un oxímoron en ejercicio o una redundancia.

Tomado de Antonia Franco Maisonave, El club de los solitarios busca sedes, Zaragoza, Libros del pájaro chogüí, 2009.

miércoles, agosto 19, 2009

Siesta de un fauno (para una antología de lecturas de verano)

El bochorno, el bochornazo. Y lo vencemos poniéndonos mitológicos , variedad escalas intermedias. Pero la impedimenta no está hecha de los consabidos elementos botánicos y sí de la llamada sobremesa televisiva y de un ordenador que abunda en ventanas y pestañas múltiples. Y ésta que llamamos impedimenta ve sus partes, que son las dichas, conectadas del mismo modo que los sueños y su lógica, que –como se sabe, como se sabe, que es decirlo todo– es apolínea y no dionisíaca. Con lo que se nos jode la siesta y el tocar la flauta, por no decir la lira.

Tomado de Federiquito Noche, Apósitos y aforismos, Turin IA, Books of the Whispered Horse, 2001.

martes, agosto 18, 2009

Pesado (para una antología de lecturas de verano)

Alguien, por creerse pesado, por hacer ley de aquella ocasión en que le llamaron pesado, se convierte en una persona que rehúye hablar, que pasa al extremo opuesto de este eje conductual: el que jalona la coincidencia de las propias intervenciones verbales con los intereses de los circunstantes, definidos, claro está localmente y en dirección nornoroeste.
Este eje, que anhela y propone la mediocridad dorada de su baricentro, es un artefacto que oscila y se desbarata cuando los demás evitan dirigirle la palabra al personaje taciturno, dirán algunos ,que apenas habla, que casi ni contesta y que nunca dice nada que nos interese a todos, o a los que estamos por allí.

Tomado de Alicia Milicia, Espejo de los ceros en conducta, Sevilla, Libros XX, 2004.

lunes, agosto 17, 2009

Severos gatos (para una antología de lecturas de verano)

Los gatos están tranquilos o quizá perezosos. Los gatos y sus correlatos en madera o pintados esperan la conclusión de la tarde, que traerá lluvia y la rara abulia de la última hora. Después de la lluvia será el tiempo de las expediciones y los caminos secretos que comunican patios traseros y la misteriosa frontera entre el poblado y el bosque, que nunca detiene al zorro y no siempre al jabalí, que transmite el ladrido del corzo o el cencerro equívoco de la vaca o del solípedo.
También están las yeguas hermosas, como la que hemos visto desde la carretera, la cabeza de su potrillo, detrás de ella, la convertía por un momento en una suerte de, digamos, machorra que distrae al conductor un segundo. El conductor frena al llegar y sorprende a un gato que recorre los territorios que conoce y que gusta de calentarse bajo los vehículos. Se calienta peligrosamente, incluso en este verano en que los gatos miran al cielo.

Tomado de Juan González Moreno, Meditaciones casi metafísicas, Logroño, Libros Peleones, 2009.

domingo, agosto 16, 2009

Siesta (para una antología de lecturas de verano)

Las siestas se clasifican según procedimientos que abusan generalmente de la sinestesia favorecida por la somnolencia y las exigencias sutiles o no tanto de la digestión. Hay siestas breves y efectivas (comentan algunos tratadistas), hay siestas que se prolongan y de las que cuesta salir; hay también siestas a tramos en las que los amodorramientos intensos y los despertares a medias se suceden a un ritmo tan lento que recuerdan a los llamados cánticos de las ballenas azules, o de algunas de sus primas hermanas.
Hay muchos otros tipos de siesta, desde la del pastor a la del escribiente, la que no se nota apenas y la que acumula la consistencia del pijama y el orinal, mejor o por lo menos más tradicional si éste es de barro.
Hay siestas interrumpidas por una guerra o por la noticia de un parto, las hay acompañadas de la incongruente música con que nos obsequia algún vecino y hay siestas en que soñamos que la motosierra del mismo vecino es alguna obra de Satie interpretada por un gaitero con un regusto extraño y espeso en la boca.

Tomado de Régulo Gómez Güemes, El derecho a la cereza, Madrid, Libros de los tres amantes, 2009.

sábado, agosto 15, 2009

Líquenes (para una antología de lecturas de verano)

Los líquenes parecen una contradicción en este verano más bien reseco, como un alimento crístico de Zurbarán, que dijo Valverde. Y lo parecen hasta recogidos del suelo, estantiguas ya en su arborificación geométrica y decorativa.
Hay más contradicciones en este verano nada singular, o tan singular como todos. En cuanto a la simbiosis, de la cual el líquen es prototipo preciado, las nuestras son seguramente más precarias. Así, éste es el verano en que hemos abandonado definitivamente el tomate raf y hemos vuelto al tomate de nuestros padres, mientras nos interrogamos por esa otra cuestión de nuestro tiempo, tomato's fault en su rama dorada de manzana de oro.

Tomado de Ricardo Guisasola, Los días y las ollas, Donosti, Ur eta Lur, 2009.

jueves, agosto 13, 2009

The stuff we are made of (para una antología de lecturas de verano)

El escritor Rudy Rucker relata en su blog los bienintencionados consejos que da a los que llama "emerging writers". Destacamos el siguiente párrafo:

Write what you love. Let the market follow you instead of the other way around. Use your whole self. Don’t hold back, don’t be embarrassed to write wild. Push for publication. If you can’t sell, enjoy it anyway…and consider starting a webzine with some friends. Writing is self discovery. Believe in the Muse.

Muy poético, letánico y más tetánico que letárgico. Nos atrevemos a recordar que lo que uno hace no es eso de "use your whole self". Lo que uno hace según los estudios neurománticos más recientes es "to use your whole shelf".

Nobleza oblea (para una antología de lecturas de verano)

¿Qué fue del helado de corte, tan venido a menos? Hoy nos preparamos unos en casa con barquillo algo revenido. Pero cada año es más difícil ver a la gente por la calle con esa alternativa al cono con sección esférica adosada. El corte es incomodo y chorrea por más lados que el cucurucho, pero posee una elegancia arquitectónica que nos recuerda a un Scarpa y, tambien, a los nichos prefabricados. O a banderas en el polvo, en antiguos veranos, tan imaginarios como muchachas que se disolvieron en la brisa, saliencia y pregnancia.

Tomado de Roberto Sicilia, Prosas sólo levemente pornográficas, Valladolid, Ediciones del cuento, 1992.

miércoles, agosto 12, 2009

Ajedrez frontón (para una antología de lecturas de verano)

Destino de todos los juegos y de todos los jugadores: convertirse en un juego solitario o en un juego contra el mundo, que es nada y te deja solo. Confabulación en la que cooperan los periódicos, Internet y sus jugadores anónimos, los ordenadores y el tipo que tenemos enfrente en el café.
Y así es que bien puede afirmarse que lo que nos une es lo que nos separa y para siempre, un arcano que a decir verdad no sé cómo lo he descubierto.

Tomado de Jorge Valls, Contra el reloj, Valencia, Ediciones de la Torre Solitaria, 2009.

martes, agosto 11, 2009

Guionistas sin son (para una antología de lecturas de verano)

Situaciones que un mínimo conocimiento del mundo - el que aporta la lectura habitual del Marca, no más- revela como absolutamente inverosímiles, claves absurdas que no resisten la prueba de la materia de que están hechas, sobrecarga de tramas secundarias a la espera del cometa que acabe con ellas.
Y aun quitando todo eso, inverosimilitud intrínseca que se desenvuelve como una sintaxis incoherente, que danza al son de tres gramáticas contradictorias y una caja de ritmos.
Cosas que uno dice después de ver alguna serie española en televisión, con grave riesgo de recaída en el bruxismo agudo. Esto pasa por no estar leyendo, ya fueran las lecturas incontrastables de este verano.

lunes, agosto 10, 2009

Aprisco (para una antología de lecturas de verano)

Establecimiento tras establecimiento, armonía preestablecida, niegan que el producto siquiera exista. Concede alguno que quizá sí, en el futuro, pero sólo en otro país hasta al menos otro futuro aún más indefinible.
La firmeza, la gran virtud del mentiroso, reluce constante como el bronce que va del brazo al puño y a la espada. También es la virtud de quien cierra el mercado y se queda contento, apenas rozado por la leve inquietud de tener que mentir al cliente aún no reducido.

Tomado de Ricardo Paradoja, El comercio en los burgos viejos, Madrid, Pignatelli, 1965.

domingo, agosto 09, 2009

Basura (para una antología de lecturas de verano)

Indiana Jones, En busca del arca perdida, en un canal de televisión. Basura cinematográfica de gran éxito, basura barrida de algunas películas de hace tiempo y de bien conocida literatura barata, componentes que no garantizan que el resultado sea basura, pero aquí la consecuencia funcionó, como es habitual en el cine de Steven Spielberg, quien es un maestro en el tratamiento dizque artístico del lugar común.
Creo recordar que en esta cinta había soldados alemanes en Egipto en los años treinta y se rapiñaba las riquezas de más o menos fingidos pueblos primitivos y se hacía exhibición de racismo iconográfico y narrativo de primera división. Sobre esto no parece que hayan protestado demasiado los que suelen protestar por estas cosas. No sé si será sólo por el alibi que aportan el pastiche, la parodia y la chorrada metanarrativa. Tampoco han abundado los comentarios críticos acerca de que, y puesto que los norteamericanos a cuyas peritaciones y peripecias asiste el espectador boquiabierto andan preocupados por ridículas conjeturas esotéricas, cabalísticas y camelísticas, la película viene a reproducir la paradoka borgiana de “Deutsches Requiem”, sólo que antes de que la guerra concluyera y también comenzará. A saber: que la memez y la maldad nazis se habían adueñado ya de sus futuros, o ya presentes, antagonistas.:

Se cierne ahora sobre el mundo una época implacable. Nosotros la forjamos, nosotros que ya somos su víctima. ¿Qué importa que Inglaterra sea el martillo y nosotros el yunque? Lo importante es que rija la violencia, no las serviles timideces cristianas. Si la victoria y la injusticia y la felicidad no son para Alemania, que sean para otras naciones. Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno.

Borges hablaba de la maldad. A Jones le conviene más esa forma ulterior de la maldad que es la memez.


sábado, agosto 08, 2009

Tanqueta (para una antología de lecturas de verano)

La tanqueta (la avioneta, la camioneta, la bicicleta) y su aroma mussoliniano y de capitalismo de baja estofa, como una genialidad condenada no antes de que el interesado haya huido con el dinero. La tanqueta como el hombre de flores de la infantería mecanizada y de la caballería de caballitos de madera. La tanqueta y los motores gripados y que no suben la cuesta si van municionadas, las tanquetas se entiende. O una guerra de juguete en un país en el que se muere con igual eficacia y afición.

Giovanni Sordo, Animo sordo, Ancona, Edizioni monarchice, ma non troppo, 2009.

viernes, agosto 07, 2009

Autobiografía de los demás (para una antología de lecturas de verano)

Tenemos ese tipo de autobiografía en que el narrador narrado se muestra firme como una roca y explica su historia sobre el paisaje de las debilidades y las faltas de sus prójimos. En el mejor de los casos, las propias son sólo y nada menos que graciosas ocurrencias o acertados hábitos que engrandecen al personaje.
Otros autobiógrafos nos parecerán más ecuánimes pues no poblarán el mundo de las torpezas de todos sus habitantes menos de uno. Sin embargo, puede haber más sinceridad en las autobiografías del primer tipo, una franqueza que no sólo ahorre hipocresías convencionales, sino que igualmente muestra y pone en práctica lo que es el género autobiográfico: una reconciliación con nosotros mismos como si existieran motivos para ello, es decir, una epifanía del olvido, una apología con fuegos artificiales suspendidos y la orquesta a salvo de la lluvia.

Joan Saladrigas, Apuntes previos para una autobiografía con picatostes, Barcelona, Tomahawk, 1987.

jueves, agosto 06, 2009

Las claras birras (para una antología de lecturas de verano)

Una fiesta amiga y blancaherreriana. ¿Sabe usted lo que le digo? ¿Sabe usted a qué confusiones da lugar, y por definición, una fiesta blanca y herrera? Bien, a lo que íbamos. Hacía frío y la cerveza nos daba más frío. Es lo que tiene agosto. Y no necesariamente en Somorrostro, que añadiría Luis Manuel si Luis Manuel fuese otro.
Es posible que sobre la niebla que lame las lomas, que sobre las nubes, las silenciosas lágrimas de San Lorenzo interpreten en la sinestesia de la memoria el primer single, cree Luis Manuel o creería si Luis Manuel fuera otro, de Radio Futura, pura grima. Pero los años se han deslizado en su cuesta abajo como la niebla que decíamos que lame los pinares. Renublado de verbena. Y, si despejado, sin Régulo y sin Spica. Al menos, a estas horas, cuando sobre la gravilla otra lágrima tuya.

Tomado de Senén Severo Senosiáin Guardiola, Mis verbenas sin pasodoble, Pamplona, Miralasaméscoas libros, 2007.

miércoles, agosto 05, 2009

El turista inglés (para una antología de lecturas de verano)

Se ha instalado en la casa de más abajo, con otras personas y con sus perros. Hoy ha salido con uno de ellos, un chucho corpulento que recuerda a la reina de las termitas, al monte. Eran las doce menos cuarto. Le he visto de vuelta a las doce y media. Yo estaba recogiendo hojas secas y me ha decepcionado. Ni madruga ni aguanta el calor. Pero sí que lleva medias casi más blancas que sus piernas y parece mantener un coloquio, un interesante coloquio, con su perro favorito.
-Oiga, señor, yo he subido a su Ben Nevis. Haga el favor de ascender a una de las cimas de los alrededores.
No confío en este británico septuagenario y que probablemente no es británico: no me hará caso. Cada mañana se asomará a este camino o a otros para regresar tras la primera revuelta. Este individuo mantiene relaciones paradójicas con su arquetipo. Se acerca y se aleja del mismo, hace la goma. Por eso, en justa simetría, no sube nada.

Jonás Jalisco, Cada uno con su arquetipo, Viana, Ediciones Barrer los Huesos, 2009.

martes, agosto 04, 2009

Reloj de príncipes (para una antología de lecturas de verano)

Causa de la muerte. Redacción convencional. Tras días de excesos, aunque quizá no tanto. Desnudo sobre la mesa, desgreñado y barbado, aunque no hirsuto. Algo no encajaba. Dio una vuelta. Volvió al escritorio y rompió la primera hoja. Pero no encontró los impresos en el lugar de los impresos.
Empezó a escribir. El aire le pareció desordenado. Quizá debía revisar todo y poner cada cosa donde debía estar, pero su turno acababa en cuestión de minutos.
Salió a la calle. Tenía la sensación de haber olvidado algo, allí junto al muerto.

Tomado de Luis Agustín Martínez Mínguez, Solamente siempre y otros volatines, Las Rozas, Los libros de Kiko, 2009.

lunes, agosto 03, 2009

Reloj despertador (para una antología de lecturas de verano)

Al otro día espera la resaca. Y la resaca conlleva, según es sabido, sus propios desordenes ambientales y una hipersensibilidad impotente ante los mismos. La casa está revuelta y el despertador cumple las mismas órdenes que ayer. Nuestro hombre acaba por levantarse y la ducha es un leve intermedio en su arrepentimiento.
El frigorífico no consuela y no hay café. O no hay tazas ni vasos limpios. Se ha vestido, pero no encuentra el reloj. Sale sin él y esta vez no vuelve a casa. Los dos primeros bares están cerrados. La calle está desierta.. La siguiente noche desactivará el despertador, se promete. El camarero sirve un café. No hay periódico. Podía no haber café y sería peor.
Observa el desorden del bar. Nada está en su sitio y él debe marcharse. Hay botellas rotas en la acera. Nada está en sitio. Coge una botella rota y se corta. Después se mancha la camisa. Tiene la mano bajo el grifo. Suena el teléfono.
Suena el despertador. Olvidó sus buenos propósitos. Tiene la mano vendada y hay demasiada luz para volver a dormir. La ducha y no hay café. No hay nada y además no está en su sitio. Tampoco las aspirinas. Y luego dicen que la vida no es sueño.


Tomado de Luis Agustín Martínez Mínguez, Solamente siempre y otros volatines, Las Rozas, Los libros de Kiko, 2009.

domingo, agosto 02, 2009

Reloj de pulsera (para una antología de lecturas de verano)

Al poco de haber salido, notó que se había olvidado el reloj y volvió a su casa. Además del reloj, que le costó encontrar, cambió de sitio alguna cosa y rehizo el periódico: actividades fuera de programa que a él le solían resultar enojosas, en particular en las mujeres. Aún se llegó al cuarto de baño y repuso algo en su sitio.
Salió a la calle y miró el reloj. Afortunadamente, sólo le dijo la hora. No le habló de la sutil mudanza en sus costumbres. Tampoco de la inconveniencia, e incluso imposibilidad física y moral, de salir de casa cuando se sabe que se ha dejado algo sin hacer.
Miró la hora y decidió que bien valía la pena tomar una copa más. Entró en el local, desordenado y sucio, pero eso él ya no lo notó. El camarero quería cerrar, pero no podía. No sabía a dónde tenía que mandar a cada uno de los parroquianos que hacía tanto tiempo, un tiempo que nadie pudo contar, que habían perdido su reloj.

Tomado de Luis Agustín Martínez Mínguez, Solamente siempre y otros volatines, Las Rozas, Los libros de Kiko, 2009.

sábado, agosto 01, 2009

Press de banca (para una antología de lecturas de verano)

Con el esfuerzo que se distribuye en una periodicidad que amaga con autodisolverse, mi amigo J paga la cuota del gimnasio. J duda acerca de su contrato con el gimnasio y acerca de qué fórmula es la más favorable para él y sus absentismos. Es consciente, además de que es una máquina que calienta el gimnasio con su trabajo ineficaz y por otro lado absurdo, lo que -al menos en invierno- añade cierta dosis homeopática de injusticia a las mensualidades.
Con otra periodicidad que también se va disolviendo, de vez en cuando –fórmula que nos dice que ya se ha difuminado el período- va a cenar con sus compañeros de gimnasio.
En el gimnasio, el tiempo y los años avanzan y a veces retroceden, pero en las cenas uno siempre retrocede. A sus años, recuperarse de una resaca es para J cuestión de una semana laboral con su viernes incluído.
J no sé si es del todo buena persona. Ahora se ha especializado en simular que bebe los gintonics que vierte con hábil descuido en las macetas; deja las resacas para los otros. Pagan todos a escote, pero tal vez, en su caso, debiera negociar alguna compensación con los taberneros.

Tomado de Ferrán Pérez Corazón, Manual de autoayuda a dos manos, Valencia, Ediciones Agropecuarias, 2007.

viernes, julio 31, 2009

ONG (para una antología de lecturas de verano)

El terrorista lee a Borges, ejecuta unas cuantas piruetas dialécticas y sueña que su ejército es todo el mundo, que, por paradoja, militan en él sus enemigos declarados y las anónimas y torpes gentes que simulan no estar en el secreto, que simulan negar un promisorio y comprometido reclutamiento que llegó a todo hijo de vecino, que se inmolarían, por completar el razonamiento, ante su monumento de huesos y calaveras, como víctimas conscientes y tan meritorias.
Pero ese sueño glorioso se torna en pesadilla y ahogo porque no encuentra modo de afirmar su primacía entre los ahora infinitos pares que le privan de su condición de elegido. Despierta y en rápido tránsito pasa del sobresalto a la tranquilidad diurna. Algo no le queda claro, no obstante, y no sabe en esa mañana precisa si es más urgente alguna batalla por el poder en los círculos concéntricos, que se difuminan a lo lejos pero no tanto, de su organización; o si lo es cumplir con la indiferente obligación del asesinato.
Recuerda entonces su sueño, sueña con futuros liderazgos para los que estos presentes trabajos, subrayados también en rojo en su hoja de servicios, serán inmejorable referencia. Y, como está recordando su sueño y perdonen ustedes por repetir sus palabras, resume macabro el día diciéndose que ha matado dos pájaros de un tiro.

jueves, julio 30, 2009

Tocado (para una antología de lecturas de verano)

Recuerdo de las excursiones de verano que los niños propendíamos a atajar de manera equivocada: pues los caminos de los adultos eran claramente una pérdida de tiempo, trazábamos nuestra curva irresoluta como la más inmaculada de las geodésicas de secano.
Y recuerdo que, a la vuelta, solíamos llevar el bañador en la cabeza, tocado que nos hacía correr más deprisa y conseguir cierto ímpetu extra en nuestras cargas contra un enemigo que raramente comparecía.
Hace unos días, a la vuelta del pantano, me puse el bañador mojado en la cabeza. Los razonamientos físicos y fisiológicos, si solicitados, sonaron a abierta excusa, pues era otra la fisiología y la termodinámica que contaba allí. Diagnostiquemos una actualización de la memoria, que sólo es negación, que sólo es un rechazo de los años que van pasando y que, si se produce, es por eso mismo, porque los años van pasando y nuestros caminos rectos no llevan a ninguna parte.

miércoles, julio 29, 2009

Junio de 1981 y otros sucedidos (para una antología de lecturas de verano)

Juan Luis Rata, Los mejores años, Zaragoza, Ediciones Pelo de Conejo, 2009

Rata (Zaragoza, 1961) en este Los mejores años nos habla sin rubor (literario, se entiende) de su juventud y de la de algunos de sus coetáneos. Dos fragmentos de distinto carácter:

Ese mes de junio íbamos buscando la fresca de las viejas tabernas, mirábamos los toros en el televisor como si fuéramos viejos aficionados y también fue ese preciso mes cuando nos reencontramos con las piscinas y los lugares de nuestra infancia, pero en un tiempo recobrado en que las niñas eran ahora mujeres (no diría, desde luego, que eran muchachas en flor) y nosotros, supongo que unos patanes. Pero todo aquello pasó como pasa casi todo y seguimos con los paseos en verano a las cinco de la tarde, por huir de casa, en una adolescencia prolongada y cada vez más revenida.

Rosales vivía como si la vida fuera un inconveniente o una espera enojosa tal vez en una estación de ferrocarril, y no digo con esto que esperase una mejor tras la muerte, ni que en la estación enlazase como creerá y esperará enlazar un creyente en la metempsicosis que se esté aburriendo en una encarnación poco favorable. No, simplemente Rosales agigantaba las pequeños y aun las grandes pejigueras de que está bien pertrechada cualquier vida, y ésta no acababa siendo otra cosa que aquéllas.

Y es que Rata oscila entre la petulancia literaria y la petulancia filosófica. Y sin embargo… Y sin embargo, mecanografíemos otro pasaje:

Solíamos cruzar la Ciudad Universitaria, desierta, las luces de la noche humedecidas por la niebla porque, de acudir a nuestra cita por diferente camino, nos encontraríamos sin duda con alguno de los muchos bares que nos estaban esperando, como si un bar cualquiera fuera, en su miseria y en la de sus parroquianos, un epítome del mundo y sus delicias, una enciclopedia y una promesa de venturas innumerables.

Esperamos impacientes el título de Rata que el editor anuncia en la solapa: Lecheros por el barranco y otras andanzas verosímiles.

martes, julio 28, 2009

Aquellas lluvias radiactivas de antaño (para una antología de lecturas de verano)

El futuro no es, desde luego, lo que iba a ser. Y no sé si encontraré buena formulación, o copiaré la que dibuje más certera paradoja, o la más engañosa. Algo así como "el futuro ya no es lo que era", "future is not anymore what it used to be"; pero creo que sería incapaz de discernir lo que verdaderamente podría estar diciendo.
Y es que el futuro era de una calidad más centrada en los remaches, la chapa, algunos cromados y velocidades que no conocían límite. Yo creo recordar también que el futuro se recreaba en chaparrales y paisajes más bien resecos, como corresponde al verano, estación en que teníamos más tiempo para el futuro, lo que entendido de otro modo que el probablemente primero también podría llegar a traérselas.
No quiero hacer pensar al lector que ne refiero en especial a la llamada ciencia ficción,; creo que aquel futuro que vivía sobre todo en algunas series de televisión procedía y luego, en su regreso, lo había permeado, del mundo en que vivíamos, quiero decir, el barrio, el campo de basket y el de hockey, la piscina y el club de los claretianos.

Tomado de F. Miravitlles, Ones fora de fase, Terrassa, Gresol, 2009.

lunes, julio 27, 2009

Manco (para una antología de lecturas de verano)

Debía de ser un domingo de cuando el invierno se hacía benigno, tal vez de cuando la primavera sólo era barro y yerbajos del ciclo recién pasado. Para mí, que con suerte despabilaría un metro con cuarenta, o para mí, que recordaría todo con una cierta propensión a la economía, el mundo era esa mañana una llanura jalonada de una hilera de chopos y de acequias donde acechaban sanguijuelas y ratas.
Recuerdo a la pareja de novios, recuerdo a los que quizá eran ya un matrimonio joven. A él le faltaba una mano -su antebrazo se afilaba y enrojecía: como en la broma de "éste es el que te pilló el carro"- y lleva en mi memoria camisa de manga corta. ¿Deduciré que la primavera era tal vez la primavera de junio y el barro es el de otra comida de domingo en casa del hombre cuyo rostro me acaba de volver a la memoria tan evidente y detallado como en el más falso y espléndido de los recuerdos?
A él le faltaba una mano y ella era hermosa y convencional. Era discreta, hacendosa y limpia con la belleza tímida de una joven recatada en un país en vías de desarrollo. No sé qué pensaba ella de que al paseo de la mañana del domingo acudiese también la carabina de aire comprimido, que la mano derecha y única portaba tan lista como un pelotón de reconocimiento. Cerca del río -quiero decir de la acequia- , él le comentaba algo a ella sobre hipotéticos nidos o sobre la consiguiente hazaña deportiva o escasamente proteínica. Siempre tras la detención con gesto sabio que quería denotar la intercepción de algún secreto o alguna astucia de la fauna o la flora náufraga de las huertas.
Tantos años después, adivino en ella un escepticismo paciente y resignado; aunque tal vez fuera ella la que cargase los perdigones en la carabina. ¿O acaso pudimos asistir a una precisa ceremonia en que el manco abría hasta el ángulo conveniente su arma -ésa de la que no podía prescindir, la que recogía tras la salida de misa o tras la excusa que retrasaba la misa hasta las ocho de la tarde-, que apoyaba tal vez en el codo izquierdo, puede que en la rodilla, para liberar su única mano, la del pluriempleo, que así podía extraer el perdigón de su boca (displicente ante cualquier advertencia de saturnismo) e introducirlo brillante, en una inesperada metonimia del sargento York, en su posición, capaz para el cono, para la copa y para las mil formas del plomo?
Mucho tiempo después, tal vez tentó la pesca, cerrar los alicates sobre el sedal, enhebrar moscas barrocas. Cuando la novia escéptica prefería también una invitación en el mediodía del domingo, no tan lejos de los lugares habitados, en un establecimiento donde ella pudieran pronunciar una fórmula de prestigio: "Para mí, un marianito rojo."

Tomado de Pedro Santana, Para una antología de lecturas de verano, Logroño, Ediciones Ostienses, 2009.

domingo, julio 26, 2009

El librillo de arena (para una antología de lecturas de verano)

Los números de la página no podían ser los números de las páginas innumerables en el sentido borgiano que no en el propio. Si lo eran en éste y emblematizaban su imposible orden, nos las veíamos entonces y nos las seguimos viendo con el improbable campo complejo, improbable en el uso borgiano. A aquél le convienen las hojas, espirales, como de dibujo de Leonardo, como de despalilladora mal percibida.El librillo de arena se escurre entre los dedos, como el libro de harina, que es la versión en pdf, o en Fiction Book 2.

Tomado de Landelino Vande Velde, Le cru et le mi-cuit, Bruges, Éditions Stronglink, 2009.

jueves, junio 04, 2009

We see it in the history of Andalusia and Cordoba during the Inquisition

La Inquisicíón. La inquisición española. Búsquese en google "Obama" e "Inquisición" y vemos que el sentido de lo que se encuentra parece diferente al que Obama da en su discurso a expresión tan incompetente, la que funde la Inquisición de 1478, nunca antes vista en tierras de Castilla, mas qué importa, con la Córdoba dudosa de antes de 1236.
Y lo que vemos es que "Islam has a proud tradition of tolerance". Y tal vez haya incurrido el redactor en la hipálage empalagosa y la orgullosa sea la tolerancia, una tolerancia de mirar por encima del hombro. Y tal vez haya pretendido la hipálage que moviese al musulman a sentirse orgulloso de esa tradición, una a la que se le aporta un contexto que escenografiaron voluminosos, por inflados, historiadores americanos del XIX. Con sus pozos, sus péndulos y América del Sur aún más abajo.

martes, julio 08, 2008

Scaffolded Egg

Tristeza de la ausencia del huevo que fritos, con el plural que tanto le conviene a la sartén. Tristeza misma que decía el poeta del huevo sin aceite y de las bacaladillas para cenar. Aquellas cenas de la infancia en el idioma dual de los huevos de gallina.

Tomado (y retraducido (?)) de José Antonio Carod Thistle, On Lust Near the River: English Versions of Great Spanish Poets, Little Donkey Like You Books, Newcastle upon Tyne, 2008.

lunes, julio 07, 2008

No hemos vuelto

Como el gallo de oximorón, sin plumas y cacareando. Infinitos vascongados.

miércoles, junio 18, 2008

Ausencia

Mañana, no. El viernes, quizá.

Conversaciones al sol

Verán ustedes. Hemos llegado, entrado y bebido, después nos hemos marchado de un bar donde yo me figuré que sucedía parte de un cuento. Lo cierto es que ésta ha sido la primera vez que he estado allí y he estado pensando en otra cosa, en un argumento que nos resulta tan vago como molesto o molesto por lo vago. No había mujeres de aquí para allá y, de haberlas habido, sus conversaciones habrían resultado inaprensibles.
Antes y después, al sol del fin de la primavera también hemos hablado, con la fatiga de un día como todos, inaprensible como la conversación de las mujeres que no han comparecido y que jamás podremos identificar, vago y molesto con sus idas y venidas, sus trabajos mínimos y tan iguales a los trabajos de otros días que no pasará mucho tiempo antes de que seamos incapaces de distinguir este día de hoy de todos los otros días, que ya habitan en un tenue olvido.

martes, junio 17, 2008

El club de los teléfonos móviles abandonados

Reciben llamadas que nadie atiende o las recibirían si estuvieran conectados. Viven como números en las agendas ajenas y en las suyas viven otros números que aún se usan. No tienen la suerte de los móviles a los que se ha despojado de su tarjeta: ellos están completos, pero un teléfono nuevo, el de la empresa o un raro capricho les ha dejado en un cajón o vaya uno a saber dónde, desconectados o consumida su batería.
Los dueños de los teléfonos móviles abandonados sospechan que pierden algunas llamadas, llamadas de alguna amistad ya antigua pero digamos que provechosa. Sin embargo, son incapaces de retornar al compañero de teclado paciente que tan bien guardó sus secretos.
Tal vez los teléfonos móviles abandonados hayan establecido relaciones entre ellos, las relaciones melancólicas de los exiliados, o de los antiguos triunfadores que una vez perdieron. Una red clandestina en que se cruzan mensajes inauditos e incomprensibles a oídos humanos.

lunes, junio 16, 2008

Creencias

Imagino cómo el matemático cree en sus cosas, o el físico o el biólogo… pero no alcanzo a atisbar cómo cree el cosmólogo. Desearíamos cosmólogos cínicos, pero quizá sí que se lo crean; y si se lo creen, ¿por cuánto nos superan en eso que se llama suspensión of disbelief?. Un universo que surge para llegar al cosmólogo: El principio antrópico restringido a un gremio y sus ficciones.

viernes, junio 13, 2008

Sábado y domingo lejos

Volvemos el lunes 16.

Escenas

Días en que, después de la despedida o del breve encuentro, entendemos que se ha tratado de una escena que merece alguna trascendencia. Porque alguien ya le ha encontrado su significado, que sólo viene del resto de la historia, la que todavía no conocemos.
(Esto es, pensarse en una narración o en un modelo o género de narración, como si la historia fuera tan geométrica y universal como la poesía.)

jueves, junio 12, 2008

En el estado

La epifanía discursiva e ideológica del "estado español" es correlativa de varias ideas contradictorias entre sí. Por un lado, se supone que de éste surgirán en su día varios estados que serán recibidos entre aplausos en Nueva York, Bruselas y El Vaticano; por otro, se cifra la ventaja de estos nuevos y aún hipotéticos estados en que vendrán a coincidir con ciertas unidades naturales o incluso atemporales, unas supuestas naciones tan fantásticas como camelísticas.
Sin embargo, si concedemos a este entramado ideológico lo que ya tiene, esto es, su realidad, su efectividad social y política y su capacidad de mantener en la sombra su propias contradicciones, si nos enfrentamos al hecho de que estas ideas se han extendido en nuestro país quizá como en ningún otro y nos enfrentamos a la previsible situación de que no sean exclusivas de las izquierdas, habremos de formular explicaciones para el mismo.
Por un lado, tenemos el buenismo: la ignorancia lleva a pensar a millones de personas que los estados, que son artificiales, hacen la guerra por vicio mientras que las comunidades naturales se dedican a las más nobles artes y nutritivos trabajos. Por otro lado, tenemos el ideal de la irresponsabilidad, que es un ideal formulable para millones de individuos que viven en determinados estados en una época histórica determinada: nada va con ellos que no sea una perfecta solución nunca vista de los problemas del mundo.
Naturalmente, la falsa conciencia es capaz de combinar la irresponsabilidad de esta especie con el hecho de ser, por ejemplo, funcionario del estado. Esto significa que se puede ser un individuo astuto y racional y, al mismo tiempo, salvaguardar la belleza del alma propia como si los males del mundo sólo nos tocasen por nuestra forzada relación con ese inconveniente que es el estado español.

viernes, junio 06, 2008

Weekendopedia

Volvemos el 11 ó el 12.

Dioses de saldo

Este mes en su sección de Investigación y Ciencia, J.M. Parrondo da a conocer al lector "El problema de los tres dioses". Parrondo se remite a George Boolos, quien lo presentó como "el problema lógico más difícil de la historia", "The Hardest Logic Puzzle Ever".
Se trata, en la variante inicial que presenta el primero, de ante tres dioses, descubrir cuál es el que siempre dice la verdad, cuál el que siempre miente y cuál el que contesta aleatoriamente, se trata de hacerlo mediante preguntas que se contestarán sí o no. Estas preguntas, en número de tres, están sujetas a ciertas restricciones. Escribe Parrondo:

No valen preguntas del tipo "¿qué respondería tu compañero de la izquierda si le preguntara si es cierto que dos más dos son cuatro?!, ya que si el dios interrogado es el de la Verdad o el de la Mentira y el compañero de la izquierda el de la Confusión, entonces el interrogado tendría que responder "no sé" o morderse la lengua. Basta con que exista la posibilidad de contestar algo distinto a "sí" o "no" para que la pregunta no sea válida.

Y es que las contestaciones del dios de la confusión resultarían de algo así como del lanzamiento de una moneda más equilibrada que la deidad que la tiene en su cabeza. En fin, el asunto resulta del máximo interés y remitimos al lector interesado a las fuentes.
Aquí nos quedamos con algo mucho más terrible. Primero, ya hemos dicho que hay un dios con una monedilla en la cabeza y el azar de esta monedilla determina sus respuestas. Segundo, los otros dos dioses son omniscientes para dar siempre con cualquier verdad o falsedad (que en términos de omnisciencia lo mismo da) y, en cambio, no saben nada de su compañero de problema. Naturalmente, "dios" no significa "Dios", pero los dioses del problema sí son, como decimos, omniscientes. Y esa omnisciencia choca con un azar al parecer irreductible, como si los degradasen de dioses a físicos. Alternativamente, podríamos pensar en una habilidad divina para simular a la perfección el azar sin introducir ningún sesgo; quizá esta habilidad fuera tan tremenda como la omnisciencia, pero dejemos esto aquí (1).
En fin, que los dioses no son lo que era, que no es que Dios no sea bueno (o "great", según el título en ingés), que dice el pesado de Christopher Hitchens. Es que es infinitamente bueno, y eso no puede ser otra cosa más que echarlo todo a cara o cruz, hasta la cruz.

(1) Aquí hay alguna distinción importante como la que Parrondo cita de Rabern y Rabern.


jueves, junio 05, 2008

Carné de baile

Volver, y sin haberlo pensado, al supermercado del barrio, del que nos fuimos cuando los días fáciles del milenio anterior.
Para nosotros la misma cajera, alguna de las chicas de por entonces de pie en la sección de congelados, pensativa. Se han citado para mostrarnos con su ejemplo cómo hemos cambiado. Un papel que nos corresponde a nosotros también cuando se trata de subrayar con un lapiz acortado el paso del tiempo.
Pues aun así, hay un supermercado en que ya nunca entraremos, un bar para siempre negado, una cita que ya no repetiremos, o que nunca repetiremos con la mínima exactitud aconsejable.

miércoles, junio 04, 2008

Patrimonio de la humanidad

La humanidad no reclama. Por no ser, no es siquiera la guerra perpetua entre las que no son sus partes, entre estados, grupos, grupos definidos de otra manera, nuevos estados.
Así, la humanidad ha sido siempre una de las imposibles realidades del futuro: Un día no habrá fronteras; pero el futuro no está ni se le espera y sus realidades sólo nombran la irrealidad suma.
Es también la humanidad un hermoso recurso retórico con el que se ejercitan los jóvenes, con el que se ejercitan los cínicos, con el que nos aburrimos cuando más cínico incluso. O lo que encontramos cuando descubrimos aquello que nos iguala a todos (en la medida de nuestras posibilidades, que decía el poeta).

martes, junio 03, 2008

El exceso

No todos los excesos son iguales. Y apresurémonos a señalar que su catalogación es difícil, porque el exceso guarda extraña relación con los hábitos y las repeticiones periódicas. Porque unos pequeños excesos en días consecutivos, más allá de lo que tenemos por costumbre, pueden ser un exceso: pero si no nos detenemos mañana ni pasado, dejarán de ser un exceso, mimetizados en el burgués decorado de nuestros hábitos.
Por otro lado, un exceso de vez en cuando no es un exceso. Como el exceso se mide sobre un nivel dado de antemano, la aparición de un nuevo nivel nos obliga a revisar nuestras conmesurabilidades e inconmensurabilidades previas. Además, los niveles pueden ser excesivos o no, según sobre qué metanivel los definamos. Ahorramos al lector seguir por este camino de acabar mal. Como acaba mal quien no se excede nunca y, así, incurre en el exceso imperdonable de una regularidad pasmosa, de una moderación dionisíaca.

lunes, junio 02, 2008

Barbarie absoluta

Leemos:

El Gobierno de La Rioja ha organizado una serie de actividades complementarias a la celebración del Día de La Rioja que aspiran a reforzar las señas de identidad del pueblo riojano y a ampliar la oferta cultural y formativa.

Y leemos en el mismo lugar:

Folclore para escolares

Por otro lado, y con el objetivo de ahondar en el conocimiento de la esencia de las tradiciones riojanas de la forma más didáctica posible, el Ejecutivo riojano ha confeccionado un completo programa de actividades dirigido a los escolares de Primaria de La Rioja.
Se trata de acercarles el folclore riojano de una forma cercana, amena y formativa. Para ello, el programa elaborado ofrecerá exhibiciones y muestras de folclore a la carta, es decir, tanto los escolares de Logroño como de las cabeceras de comarca podrán conocer aquellas manifestaciones culturales que son propias del lugar en el que residen.
Para ello, el Gobierno riojano cuenta con la inestimable colaboración de un buen número de grupos de danzas de la comunidad autónoma que, con su buen hacer, contribuirán a que los niños y niñas riojanos se acerquen a una de sus principales señas de identidad: el folclore.

Educación para la vesania se llama esto. That's all folks.

Fiesta

El próximo 16 de junio se celebra por primera vez el día de internet sin buscadores. Éstas para algunos indispensables herramientas, que dan sentido a la madre de todas las redes, se mantedrán inactivas durante 24 horas desde las 09:00 UTC (esto garantiza un máximo de desconexión dada la densidad de peticiones según los husos y meridianos terrestres).
Cabe recordar que una parte no despreciable de la comunidad de internautas, a través de sus órganos consultivos y reguladores, había manifestado que tal vez fuera preferible que los buscadores no se desactivaran, sino que dieran respuestas aleatorias o incluso imaginativas, en algún sentido de esto último.

viernes, mayo 30, 2008

Fin de semana

Volvemos el lunes 2 de junio.

Las bellas intenciones

La obra se anuncia con avisos hermosos acerca de, por ejemplo, la tolerancia, la compasión o la libertad. Y el caso es que en la obra, estas ideas sublimes no las vemos. Y si la obra nos parece sublime -si imaginamos, por ejemplo, que se nos cae encima-, su sublimidad es, como debe, cualquier cosa menos compasiva o tolerante.
Y, sin embargo, la ceremonia del autor y sus buenas intenciones se ha de referir a una ilación que no vemos. Porque es posible que nos gusten las palabras y que nos guste la obra y que después nos gusten un poco menos, por vacías y tautológicas aquéllas, por enmarcada en discursos y juegos florales ésta. Es posible que se vayan las obras o se vayan las palabras y que entonces aparezca el nexo que ahora no vemos. Es posible que sea un objeto surrealista y gratuito, un nuevo espejismo, tan irreducible como su incongruencia perpetua.

jueves, mayo 29, 2008

Insultos, lógica, buenas causas

Supongamos que el insulto puede justificarse políticamente. Mejor, que sea un mero y formal corolario añadido a una realidad de orden político que la propia posición o la ajena están llamadas a subrayar o fabular. Es decir, que puestos a buscar causas, razones o tal vez excusas, la argumentación haya de descansar sobre el asiento de una militancia política u otra.
Pero la consecuencia del corolario no vendría de los juicios previos, de su contenido y de su engarce. Más bien, ese corolario sería la conclusión material de una posición política contra la que se dibujan los desviacionismos varios. Y, sin embargo y por si hacía falta, esta constatación desactiva totalmente la posible verdad de los insultos y acentúa su valencia etológica, la de congregar al propio rebaño. O muta, si lo que muerde no es hierba.

miércoles, mayo 28, 2008

Mujer con gazuza

Está a dieta. Nos lo anunció cuando llegó a trabajar hace tres horas y ya se ha saltado la pausa del café y las otras ingestas habituales. Serán luego las doce, la una de la tarde y se dilatará el tiempo prolongado de la jornada de trabajo al tempo largo de los desiertos entre comidas que son tenues, secos oasis.
Como está a dieta, le ponemos lírica y alguien le ofrece tabaco. Manifestamos lo que se manifiesta a la menor ocasión en la España de nuestros días, a saber, solidaridad; pero no le acompañamos en su empresa de Tántalo voluntario.
Esta dieta parece provocar pocas imitaciones. No han dado las tres y mañana, dice, deberé traer una manzana: en un intermedio se teoriza acerca de que no comer exige comer. Hay quien se pregunta si al ayuno le convienen aditivos u otras químicas. Alguien apunta que los emulsificantes, pero nadie parece tener claro de qué se trata, ni de si coinciden con los emulsionantes. ¿Con qué se mezcla el ayuno? ¿Y qué color adquiere a nuestros ojos?
Está a dieta y se va a su casa. No aguantará. Sigue una dieta gratuita, cuando es el dinero el que da sustancia al mundo, la garantía de nuestras mortificaciones.

martes, mayo 27, 2008

Gambito de borrico

Me han pedido que publique aquí la cita y la nota que abren mi libro La unión. Aquí lo tienen los interesados, los curiosos, los demás lectores y no sé si de los que no entran en estas categorías cabe decir que lo tienen o más bien que no lo tienen:


Su sino era el del elefante, que fue el rey del cíclope
Y lo era por su mala memoria que es mucha y a ratos pía
Porque el cíclope cuando hacía queso de su ojo lloraba,
Así tan fuertemente el suero caía cuando él apretaba
Y en el mimbre su otro ojo su único ojo reventar veía
"¡Coño, que me quemas!" comentaba con un viajante una porfía.

Salomón Lustinach
La Pregunta por el Ojo de la Cerradura, vol. XVII, p. 348, 2º
Colonia de Nueva Colonia, Chubut, Argentina, 1952.



Salomón Lustinach murió en un barracón de la colonia Nueva Colonia, después de permanecer secuestrado durante cuatro años por unos alemanes refugiados en la por entonces, y no sólo, mal llamada República Argentina. Su obra cumbre, La Pregunta por el Ojo de la Cerradura, la había compuesto en los años treinta y alcanza los veinticinco volúmenes. Los mismos nazis que le secuestraron y asesinaron publicaron, en tirada muy reducida, veinticuatro de ellos, unos dicen que como expiación y otros que como coartada. Lo cierto es que a resultas de ello murieron cuatro tipógrafos y un ayudante perdió un ojo. Sólo se conserva el manuscrito del vigésimo quinto volumen, subtitulado Hic Jujuy, Hic Salta!, en una mina de sal en Utah, a la que nadie sabe cómo ha llegado, y una copia impresa del volumen XVII, curiosamente titulado también Hic Jujuy, Hic Salta!, del que procede el fragmento citado. Todo ello puede llevar a pensar bien que todos los volúmenes o partes de la obra se subtitulan así, bien que el título real de la misma es La Pregunta por el Ojo de la Cerradura. Hic Jujuy, Hic Salta! A los filólogos, aquí los quiero ver.
En su monografía sobre el pop islandés El informe de Blondie, en el capítulo dedicado al popular calipso-chill de los sesenta "The same twenty-five for today" de Aarno Saaknussen, Borges se refiere –bien que crípticamente y regateando en corto cualquier elogio– a Lustinach. Algunos exegetas apuntan que quizá, recientemente, Andrés Calamaro dejase entrever su interés por la respuesta a La Pregunta por el Ojo de la Cerradura. Ha de ser, sin duda, una obra exigente y premiosa. Yo no la he leído.

lunes, mayo 26, 2008

El mostrador

El mostrador y su ubicación, que tanto nos ayudaba a comprender que un lugar era un comercio y que en un comercio hay lugar y un lugar para el mínimo cliente y hay lugar y un lugar para el tendero. El mostrador era una frontera con todos sus agobios en la librería, en la juguetería, en el estanco de tabacos.
Era un tiempo en que los mostradores genuinos defendían todas las paredes con estanterías abiertas o defendían todas como una muralla interior infranqueable Que los mostradores sirvieran para mostrar el género suponía ya acepción de clientes y en muy raras ocasiones eran mesa de intercambio o negociación para el cliente niño. De hecho, si se nos permite, podemos ahora decir que el mostrador ponía en evidencia el género, porque hombres y mujeres se relacionaban de modos muy diferentes con esa mesa para personas erectas que es -y es también el caso de algunas otras mesas cuya relación dejamos al lector- un mostrador.
Las tabernas, como es sabido, no llaman mostrador a sus mostradores, salvo por contingente semilapsus del bebedor o del padre del niño que quiere fanta o quería sanitex. Porque en tales comercios el mostrador era todo el establecimiento y de lo que se trataba, de ahí la mayor altura del dispositivo, era de proteger las botellas de unos parroquianos, habitualmente celosos y enfebrecidos en su romería y asalto diarios a su templo de no siempre pías libaciones. Y nótese que si los mostradores han sido eliminados de casi todos los comercios, no ha sucedido lo mismo con los bares. En lo que se dan discusiones, y no se vea en este comentario impiedad o libación excesiva, es en sí el presbiterio de los bares es el lugar tras la barra o es el ocupado por los bebedores más contumaces, los que suelen traspasarse con el negocio cuando todos los camareros se han jubilado.

viernes, mayo 23, 2008

Les campagnes de Gênes

Si fueron asediados por otros hace algún tiempo, parece que ahora se asedian ellos mismos. ¿Usted lo entiende? Pues yo tampoco, que más o menos venía a decir el Gran Jan. Y es que, por completar el mal chiste, es para quedarse un poco mosca.

Por cierto, volvemos el lunes 26.

jueves, mayo 22, 2008

Embocadura

Al orador le fallaba la embocadura, que es el especial cuidado que aquél debe observar para una correcta circulación de las palabras. Porque esta circulación consiste en un flujo que sale de la boca, se bifurca y se bifurca y en parte regresa por el oído facilitando el correcto control del ejercicio. Y, en cambio, una errónea circulación, resultado de incorrecta o defectuosa embocadura, es la que se produce en el caso de que todas las palabras vuelvan a entrar sin mayor retardo a la boca por la que acaban de salir, lo que provoca primero engolamiento y, después, constipado
Pues bien, tras este preámbulo, volvamos a muestro orador, el de la mala embocadura, no sin antes añadir que estos problemas disminuyen la calidad del arte y de la ejecución, pero no lo impiden absolutamente y, así, durante una buena media hora, nuestro hombre sostuvo su discurso de modo mediocre, pero quizá suficiente.
Y habían pasado treinta y pocos minutos cuando pudimos ser testigos de un fenómeno, extraordinario y sorprendente pero registrado en las publicaciones científicas, que hoy traigo aquí, no sólo para general ilustración, sino también por el afán de compartir experiencias similares. El caso fue que de pronto pudimos apreciar que las palabras que entraban no seguían a las que salían y que, al contrario, los períodos entrantes precedían a lo que algo más alto y claro podíamos oír que salían de la boca del orador. La sensación era singular, incomparable, al menos para los que nos sentábamos en las primeras filas. Quizá pudiera apuntar, aunque esto bien puede ser ilusión, una leve pero constante vibración en las mejillas.
A los pocos minutos, nuestro hombre, apesadumbrado y visiblemente fatigado, se retiró. Yo diría que sus mocasines negros, excesivamente lustrados, marcaban el camino de la retirada a sus avergonzados pies.

miércoles, mayo 21, 2008

Apólogo para después de la lluvia

Salimos y ya no llovía. Nos apresuramos hasta haber cruzado el descampado entre el instituto y las primeras casas. Estábamos protegidos bajo una cornisa cuando la lluvia recomenzó con fuerza. Fue en ese momento, y fue como una marioneta movida por las gotas que nos salpicaban, cuando Ignacio comenzó también a gritar y gesticular. No tenía el billetero y en el billetero llevaba el carnet de identidad, la tarjeta plastificada que desde hacía un par de meses era -digámoslo todo- su posesión más preciada:
- Al salir lo llevaba. Estoy seguro. Me fijé, me fijo siempre. Se me ha tenido que caer en algún sitio.
De los cinco, todos menos Alberto, que se negó, pero aceptó esperarnos, volvimos sobre nuestros pasos y nos pusimos a buscar y a calarnos bajo la luz cada vez más exigua de la tarde. A los diez minutos dejó de llover. Estábamos calados y aburridos y a punto de abandonar. Vimos como Alberto se acercaba indiferente a nuestros insultos, se desviaba, se movía a un lado y otro, para agacharse con no poca circunstancia y anunciar finalmente:
- Aquí está. No sabéis buscar.
Todos juramos que habíamos mirado allí mismo. Teorizamos sobre el contraste entre el marrón oscuro del billetero y el casi más oscuro de la tierra mojada. Hablamos de la conveniencia de no obsesionarse en tarea alguna, corolario por cierto muy satisfactorio en su aplicación a nuestras tareas escolares, y nos dispusimos a olvidar el asunto. Ignacio muy solemne manifestó su agradecimiento a Alberto. Alberto se permitió un gesto de burla y sólo le dejó recuperar su DNI tras regatearle la devolución un par de veces con habilidad de malabarista.
Alberto no buscaba. Alberto encontraba. Alberto sabía también trabajar su propio prestigio. Tenía gracia Alberto.
El día que enterramos a Alberto llovía con la lluvia constante e implacable de los cementerios. Al regresar a la ciudad, los cuatro en mi coche, fue inevitable que acabáramos en un bar. Era ya tarde y la conversación había revisado bastantes años, algunos vividos en común y otros en lugares y con suertes muy distintas. Ahora estábamos en silencio. En televisión, se veía lo que parecía un grupo de médicos en un hospital:
- Mira, el orate hijodeputa, dijo Félix.
Nadie siguió. Ignacio hizo un movimiento repentino y algo violento, pero sólo estaba sacando el billetero. Lo dejó a un lado, sobre la barra, y al alcance del camarero algunos billetes. Afuera llovía con fuerza.
El camarero no había traído aún el cambio. El silencio parecía definitivo, lo que significaba sin duda que nos habíamos despedido de Alberto con los debidos honores y que debíamos dar por concluida la ceremonia. Fue entonces cuando Juan Pablo, a la vista de todos, cogió el billetero y fingió teatralmente que se lo guardaba en un bolsillo interior de su chaqueta. Luego, con un pequeño malabarismo lo volvió a dejar en la barra al alcance de su dueño.
En ese momento, todos comprendimos.

martes, mayo 20, 2008

Ancho de banda

La banda sigue tocando desplegada sobre nosotros. Se nos antojan demasiado extendidos en un abánico al que el director domina, e insiste en dejarlo claro, sin ojos y sin manos, como una bicicleta.
La música se sobrepone a griterío residual del ocioso público. Irremediablemente, atendiendo a dos o tres conversaciones y un pasodoble. Debe de ser la música que me ha excitado hasta la hiperestesia, la gimnasia y la magnesia y, si no don de lenguas, he adquirido un famoso don de orejas que me impide olvidarme del matrimonio de la izquierda y de las dos señoras de la derecha, a las que imagino fidelísimas al espectáculo y sujeto de los consiguientes derechos al cotorreo y a las sillas de tijera.
Mañana lloverá y no se atreverá la banda. Esperemos no oír todas y cada una de las gotas.

lunes, mayo 19, 2008

Amiguetes

El barrio, ser de barrio, con el prestigio de la comunidad frente a la sociedad. En realidad, a los del barrio les cuesta reconocer las relaciones que unen entre sí a los que no son de un barrio, sino del frío centro burgués. Alguien negará que a la comunidad puedan amalgamarla los intereses, pero tal posición equivale a reconocer algún tipo de santidad a, digámoslo, los pobres, una que contribuye a que lo sigan siendo.
Además queda bastante lugar para esos espejos que constituyen una comunidad, que suele definirse y reconocerse por lo que excluye.

domingo, mayo 18, 2008

Aventuras en las viejas calles

Las viejas calles nos proporcionan recuerdos de verano y recuerdos de invierno o indefinidos. Los antiguos días de verano nos hacen pensar en tascas frescas y en su olor a cemento y vino. Pero, sobre todo, nos hacen pensar muy paradójicamente en la novedad que para cada cuál es su propia juventud: la libertad de esos años era la que nos había llevado por barrios antes poco frecuentados o incluso rehuidos. Literariamente, podría parecernos que esa nueva edad nos devolvía a un tiempo muy anterior, a las primeras décadas del siglo XX, y que en ese tiempo hallábamos una rara sabiduría y una mejor experiencia.
Pero esta constatación la hemos introducido con el adverbio "literariamente" y este adverbio no debe hacernos olvidar-ni siquiera en esa posición en que ejerce de gran chambelán de todo el período- que hay literatura muy mala, la que emana inevitable de estos recuerdos, falsos y en el fondo apesadumbrados. La que nos hace volver a unas calles que quizá sólo sean una conversación casual con una muchacha de la que no sabemos nada, en una noche de verano cerca del río, una muchacha a la que estamos poniendo otro rostro y otra voz, una muchacha amable a la que no podemos responsabilizar por toda esta retórica y cuyas palabras eran exactas, una muchacha que tal vez creía que estaba hablando con otro.

sábado, mayo 17, 2008

Mercado

Acudimos al mercado de buena mañana. Si es cierto que a la tarde los precios bajan, resultará que estamos dando un valor preciso a los costes de la transacción, las colas sobre todo.
Sin embargo, ese tipo de costes se difumina en un punto contra punto de amenos encuentros mañaneros y ansiedades por acabar cuanto antes con los trámites y exigencias del comercio. En otras palabras, estamos deseando acudir a otros mercados, del sector de la hostelería líquida en particular. Y lo que nos ofrece este mercado es un paréntesis en el tiempo. Es decir, lo que compramos es perder el tiempo allí, y de manera especialmente boba. Tal es la conducta pseudoracional del dilapidador: disolver sus deseos en sus necesidades adquiridas, más o menos dramáticas, más o menos admisibles en las estampas que ilustran la pequeña zoología urbana..

viernes, mayo 16, 2008

Cementerio de Málaga

Las horas que pasamos en el cementerio de Málaga aquel día del verano de 1999, De ellas quedan los detalles absurdos y, por tanto, cargados de sentido. Palabras habituales en entierros y, por lo visto, también en incineraciones. Observaciones laterales, raramente referidas -más bien al contrario- al asunto que nos había llevado allí. Notemos de paso que la incineración supone que uno se va de allí con algo en una bolsa, que le entregan ese mismo día o al otro. A nosotros, ese mismo día de verano y de los detalles, elijo el de una breve discusión acerca de en qué maletero.
Veo ese cementerio por televisión, o creo verlo, con las instalaciones anejas a lo que debe representar un lugar de tránsito: tránsito para parte de cada expedición que allí llega, y para toda la expedición y comitiva: recuérdalo tú y recuérdalo a otros.
El muerto no es el que rellena los papeles, el que se toma un café con un bollo en la cafetería o el que compra flores. El muerto no es el que llora ni el que necesita consuelo. Pero esa puerta de una ciudad que llamamos ciudad por aliviar las realidades es también un lugar de olvido y de trámites precisos. Un paradójico paréntesis del duelo.
Al final, aquello que dijo McArthur.

jueves, mayo 15, 2008

Paracaídas para las ideas

Hay ideas que aterrizan sin metáfora y para que no se rompan resulta imprescindible el uso del paracaídas. Lo que en ocasiones poco importa, porque los habitantes de la pista de aterrizaje luego las destrozan.
Cumpliéndose una bien conocida ley física, cuanto mayor es el tamaño de la idea, más fácil es que se rompa. De todas maneras, cuesta mucho trabajo hacer volar una idea grande, que siempre nace en la tierra. Por eso –cuando paseamos por el campo, ya sea este propicio a las tomas de tierras– es muy raro encontrar los miembros esparcidos de una gran idea, y menos en la conversación que nos pueda dar algún pastor que pase el día meditando sobre los indomeñables fenómenos atmosféricos.

miércoles, mayo 14, 2008

La cena

Acudían muy pocos a la cena y la nave, en penumbra y capaz para cientos de reclutas, acogía en las mesas más cercana a las cocinas a no más de treinta individuos que pertenecían a alguna de las siguientes categorías:
1. Cabos o soldados con alguna obligación.
2. Reclutas sin dinero.
3. Reclutas sin viandas.
4. Reclutas sin amigos con viandas o bebidas.
5. Reclutas sin amigos.
6. Animales de costumbres.
Hay que incluir, naturalmente, a algunos recién llegados que se apuntaban pare ver de qué iba aquello y que al cabo de un día o dos pasaban a engrosar la amplísima categoría de quienes no querían formar entre paseo y retreta. No era el menú, por cierto, sino la atmósfera mortecina alrededor de los comensales lo que desanimaba a éstos últimos.
Como quiera que las categorías dos, tres, cuatro y cinco eran más bien reducidas e incluso tendían a desaparecer con el tiempo, los amos de la cena eran, en fin, los que hemos llamado animales de costumbres, pues sólo éstas les empujaban al comedor cada noche.
Yo estoy seguro de que los tales sostenían un discurso bien articulado sobre su opción vespertina, discurso que, sin duda, no olvidaría la descalificación de todos sus otros compañeros de instrucción, por frívolos y derrochadores.
Sin embargo, lo cierto es que se trataba en general de personas que no tenían mucho trato con el lenguaje hablado y que gustaban de las cenas en silencio. Lo que no eximía a los cabos, a algún alférez incluso, de realizar el impagable servicio de atender a los filosofemas mudos de los que no perdonaban una cena.

martes, mayo 13, 2008

El expulsado

Cuando uno ve las caras largas todas al compás y al desdén de no nombrarle, lo mejor es no amedrentarse, que dicen los jurisperitos y los ripios en su guaflex con acetato. El club, y de siempre lo hace, suele sacar a las señoras para corroborar a las mujeres, como si a éstas les hicieran falta aquéllas, las cuales, sin embargo y por si hiciera falta decirlo, son temibles.
Pero si uno se siente expulsado es entonces cuando uno tiene que recordar que no se trata de un club y que el único poder de los socios es que nosotros queramos descender a su nivel.

R. van Persie, Memorias de un conservador a ratos, Leiden, Fles, 2001.

lunes, mayo 12, 2008

Las cuatro geografías

Las metrópolis alejadas, solas casi en las inmensidades de su hemisferio, provocan nostalgias que se traducen en geofrafías que aparentan significados inauditos (Borges), que son atravesadas por túneles y atajos (Bioy), que hallan su contrapunto en otras metrópolis antiguas o en las geografías cerradas de una casa o una red subterránea (Cortázar), o que -en fin- penden de un tiempo y un apocalipsis inextricable (Oesterheld).
Pero lo cierto es que cada hombre es una isla, en su casa o en su ciudad. Así que sólo depende de él que la geografía que premedite encaje en alguna de las que la taxonomía nos ofrece. Que pueble su ciudad provinciana de pasadizos y prestigios, que la figure espejo de otro laberinto, que finja que sus pasos trazan una elíptica geometría sobre las engañosas calles o que, de pronto, seamos sólo supervivientes.

domingo, mayo 11, 2008

Sabado noche como domingo mañana

Independence day: en una cadena emiten esta película. En otra, Soldado Universal, del mismo director, no sabemos si independiente o universal -el caso es que alemán- Roland Emmerich.
Independence day contradice varias leyes de la física, de la informática y de varias disciplinas más, pero en cambio no contradice ninguna ley de la narrativa popular. Así que ninguna televisión puede dejar de programarla al menos una vez cada dos años y yo la veo a trozos a falta de fútbol, que no contradice ninguna ley de ninguna disciplina conocida.
El hace pococitado en este blog Terry Eagleton, al final de su El portero, se entretiene hablando de las frases que pueblan idénticas los diálogos cinematográficos. Quien ha ido al cine lo sabe y el que no también: Yo que tú no lo haría forastero. En Independence day tenemos buenos ejemplos de diálogos repetidos en situaciones repetidas: Ante el plan propuesto por uno de los protagonistas para salir de la apurada situación en que se encuentra la humanidad entera, hay un personaje de cierta edad y responsabilidad que dice: No lo escuche Señor Presidente. Es una locura. Ante lo que otro personaje de equivalente edad y mando declara: Espere un momento. Existe una posibilidad.
Y tenemos buenos ejemplos, por no hablar de tipos e historias, hasta de los planos: el militar de graduación intermedia que apremia a los últimos civiles a entrar al refugio y que cierra la puerta de éste en el último segundo, encuadrado desde fuera del refugio mientras los más tardíos y pasivos refugiados entran en nuestro campo de visión.
No sé si los responsables de la película se la plantearon tal y como yo la vi ayer: como el producto de un grupo de profesionales pasados de rosca que compiten por ver quién incurre en el tópico más seboso o en el petardo más visto, quizá con la coartada de hacer arte del siempre nuevo material de derribo del cine popular. Seguramente, no.
Cabría la posibilidad también de que la obra la hubieran producido los extraterrestres, siempre tan humanoides y linneanos. A fin de cuentas, cuando echemos las cuentas de la historia de este planeta resultará sorprendente que se hayan escritos más fabulaciones en que éste es invadido (comenzando con la panspermia) que al contrario.

sábado, mayo 10, 2008

Seguimos con los adjetivos

Y seguimos con la divulgación científica. Claudi Alsina, en su Vitaminas matemáticas. Cien claves para sorprendentes para introducirse en el fascinante mundo de los números (Ariel, 2008) menciona al francés André Antibi y a lo que éste llama la "constante macabra", adjetivo de intención más simpática que el "fúnebre"de ayer y de Carlyle. Antibi sospecha de la onmnipresencia de la ley normal en las calificaciones escolares. Antibi sospecha que los profesores puntúan de manera que no se alejen las notas que otorgan de la famosa campana sin badajo. Yo sospecho que no anda errado.
A favor de la sospecha, quizá esté el hecho de que casi cualquier clase de veinticinco alumnos en uno y otro hemisferio da siempre resultados campaniformes, aunque el examen no sea de protohistoria.
Es sabido que en los estudios estadísticos hubo una época de ubicuidad de la distribución normal y que las leyes de la estadística parecen ser de lo mucho, o sea que parecen democráticas y, en el caso que nos ocupa, de los inspectores de educación.
Quede aquí el asunto y contentémonos con citar una estupenda y dulcemente irónica alusión o cita apenas oculta. Alsina, en uno de los capítulos vitaminados y mineralizados de su libro y tras instruirle para ello, anima al lector a fabricar (construir, descubrir, imaginar, ...) su propio número irracional:

¿Se anima a fabricar ahora uno nuevo? Permita que me fabrique yo uno al que bautizaré, por motivos obvios, como a:

a=0,1230,12300123000123000012300000... (1)

Se trata de un desarrollo infinito donde la presencia de secuencias crecientes de cero asegura que no habrá nunca un período que se repita. ¡Ya lo tengo! ¿Y usted?Aproveche un margen de esta página para definir el suyo...¡Felicidades!

(1) Al copiar el número, he vacilado por un momento entre copiar todas las cifras que escribe Alsina y así citar literalmente y dejarlo antes, una vez que quedaba claro como seguía el número. Ser infiel a la literalidad confirmaría paradójicamente la identidad del número sobre la buena fe de que su descripción es suficiente, que no va a saltar la sorpresa de un 125 solitario entre los 123 inacabables. ¿O deben ir entre comillas estos grupitos de tres cifras?

viernes, mayo 09, 2008

No para el lector picajoso

Alfredo Pastor escribe una introducción popular a la economía a la que titula La ciencia humilde. Economía para ciudadanos (Crítica, 2008). Nos anuncia, pues, que no es la ciencia lúgubre de Carlyle, quien no ahorró otros adjetivos aún peores que 'dismal' para la misma. Es curioso, sin embargo, leer las palabras con las que Pastor inicia su obra:

Este libro empezó por llamarse "El buen vasallo", por aquel verso del Poema de Mío Cid:

¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!

enténdiendose que el vasallo es la economía, y el señor, el ciudadano; pero se eligió otro título, con buen criterio, por no correr el riesgo de que el lector creyera que el vasallo era él; el cambio, no obstante, no altera el enfoque original del libro, que es mostrar cómo la economía está al sevicio del ciudadano, y no al revés.

Pastor no parece completar la analogía que propone al picajoso lector: la economía es buena, pero la bondad del ciudadano se expresa en el modo Subjuntivo. En cualquier caso, mejor aprovechar la ocasión para corregir, desde el mismo título, a Carlyle, quien, tal vez, hubiese preferido el siglo XI (y ello pese a las añagazas prestatarias del infanzón burgalés) al suyo.

jueves, mayo 08, 2008

Memorias de un joven católico

En un capítulo de Terror Santo (Debate, 2007), casi al final del libro, Terry Eagleton nos cuenta Mujeres enamoradas. Eagleton busca ilustrar, por decirlo pronto y mal, las metamorfosis o las mil caras del nihilismo y de la voluntad como potencia abstracta y los personajes de Lawrence, con sus hechos y sus palabras, le posibilitan llenar de materia y dar forma a sus razonamientos.
Al pronto, me da por pensar que, digamos lo que digamos y casi hagamos lo que hagamos, en estos tiempos ya no se nos puede interpretar, que podemos decir cualquier burrada y no significará sino que podemos decir cualquier burrada.
Es verdad también que el intérprete tiene que interpretar y puede además decir que no pretende descubrir el sentido de las cosas o el de la vida, pero que nosotros algo seremos y que en alguna categoría se nos podrá encuadrar.
El portero es un libro autobiográfico de Terry Eagleton de interés y no exento de chistes bien traducidos en la versión española. El sentido de la vida (Paidós, creo que también 2008) es otra traducción reciente al español. Las ideas se mueven entre los numerosos escritos de este autor con un sentido dramático no demasiado lejano al del vodevil. Por cada una de las puertas de cada capítulo, puede aparecer la idea loca de la familia o la del barrio. O no aparecer. Pero la propensión de Eagleton, el atractor más potente de su prosa y su pensamiento, es el de la tragedia.
Y no sólo me temo que nuestra tragedia es que podemos mostrar cualquier síntoma y parecer cualquier cosa y, con todo, ser cualquier otra, para desesperación y desaparición del intérprete: lo que me temo es que la tragedia es saber que, en medio de leyes férreas y determinados por fuerzas que nos superan, verdaderamente podemos todos -críticos literarios incluidos- ser cualquier cosa. No hay ninguna libertad en ello, pues ser cualquier cosa es lo mismo que no ser nada.

miércoles, mayo 07, 2008

Noncoding prose

Como sucede con el ADN, es posible que buena parte de la prosa no codifique información significativa o productiva. Ahora bien, si es factible discriminar entre los dos tipos de ADN, no ocurre lo mismo con la prosa, que suele disfrazar su verdadera condición.
Sin embargo, debe recordarse que el significado del ADN bien puede ser un mono, un perro o un mero hombre, con lo que su significado sería tan baladí como lo es el de la noncoding prose.

N.B.: Recuérdese la non-code prose de la que pueden hablar los informáticos lectores.

martes, mayo 06, 2008

Ajena y propia

Si el poeta pudo advertir al lector de lo extemporáneo de sus protestas de vergüenza ajena a cuenta de las confesiones impúdicas de aquél y si podía argumentar su advertencia en que en su caso y en su día la vergüenza sentida fue propia, corresponde ahora volver sobre la vergüenza ajena y sus relaciones con la propia. En efecto, la vergüenza ajena es fenómeno no sólo de naturaleza metonímica: afirma también que el que la siente es diferente de quien la provoca, y que no hay parecido o analogía posible entre los rasgos pertinentes de uno y otro, pero al mismo tiempo niega tal distancia y más bien la afirma.
Pues lo cierto es que para sentirla, alguna cercanía en la esencia y no sólo en el espacio y en el tiempo debe darse. No nos puede producir vergüenza ajena la conducta de una bestia, ni siquiera la de un oso o un perro. En general, podemos definir instrumentalmente al extraño como quien no puede causarnos el sentimiento del que hablamos.
Pero aún más, el problema ético (véase) de la vergüenza ajena es paralelo a su ambigüedad entre la empatía de quien la siente a quien la provoca y su objetivo de marcar distancias. Se obtiene así una oscilación por la cual pasa quien la siente de hacer un bien a hacer mal a su, al fin y a la postre, semejante. Por eso, cabe la posibilidad de que bajo el rótulo de vergüenza ajena se escondan cosas muy distintas y contradictorias. O que, al menos, que a un sentimiento único y bien especificado le sigan actitudes y conductas muy diferentes, de la caridad al puritanismo.

lunes, mayo 05, 2008

Dificultades de aprendizaje I

La edad, gran enemiga de la capacidad de aprender, nos regala con una multitud de discursos que sirven para dar cuenta de los escasos éxitos. Es cierto que algunos pedagogos intentan consolar al gran público haciéndose lenguas de la polimorfa capacidad de aprender de los talludos varones y hembras.
No hay que lamentarse demasiado. Ni por una cosa ni por la otra. El niño que no aprende responde seguramente de otra manera y los psicólogos habrán clasificado las conductas que siguen a una frustración y habrán dictaminado si no aprender es para él una frustración y cuándo lo es, en su caso.
No obstante, si con la edad no aprender se convierte en una gran frustración, cabe deducir que lo que la edad sabe o cree saber es que hay prisa. Naturalmente, no hay prisa porque lo que se pretende aprender es el disfraz de una enmienda a la totalidad, dramáticamente retrospectiva. Imagino que, llegados a este punto, los libros de autoayuda recomendarán tomárselo con calma, disfrutar del momento y cosas por el estilo. Pero es mentira.

domingo, mayo 04, 2008

Lecturas, generaciones

A propósito de Leopoldo Calvo Sotelo escribe Miguel Ángel Aguilar:

El presidente que llegaba a La Moncloa en febrero de 1981 sabía cálculo infinitesimal y física cuántica, además de resistencia de materiales, había leído a Heisenberg, a Heidegger, a Teilhard de Chardin, a Jacques Maritain y a Zubiri y estaba familiarizado con los clásicos de la literatura europea y americana, tocaba el piano y abominaba de las cajetillas de Ducados y de los juegos de naipes, en especial de los de envite.

Lo del piano, los ducados y el mus son del hombre; como casi lo es La Moncloa, y hasta Heidegger y Heisenberg. Las otras lecturas son una generación, la definen con sus preferencias, sus limitaciones, sus sesgos, los extraños atavismos que asoman en las conversaciones de nuestros mayores, que asoman con mayor mérito -por decirlo de algún modo- que nuestros propios atavismos y nuestros ciegos límites cuando hablamos con los más jóvenes o cuando nos quedamos callados.

sábado, mayo 03, 2008

Vencidos

Como Fernando Rodríguez, que nos sacaba una cabeza por aquel entonces -aunque es posible que a los pocos años esto hubiera dejado de ser así- era un niño, pudo apuntar al elemento fundamental que muestra el cuadro que el Sr. Álvarez había incluido en uno de sus libros:



- Estos de aquí se podían echar encima de los soldados, que están apuntando todos al mismo sitio. Y el de blanco, si baja los brazos, también les podía quitar los fusiles.

Lo que nos sorprendía a todos los que asentimos, que éramos todos los presentes, es algo que años después -cuando la estatura de Fernando Rodríguez le hubiera situado en un percentil más discreto- aprendimos: Los muchos hombres hacen un animal muy raro que, en poco tiempo, pasa del impulso organizado a la negra sumisión. Si se quiere, es la dialéctica de los pocos amos y los muchos esclavos.
Ese animal ciclotímico tiene poca capacidad para negociar con los desesperanzados animalillos que componen su cuerpo de aparentes mil cabezas. Pero como no muere aunque mueran todos éstos, sigue confiado en su propio regreso y en futuras victorias. Como cuando con todas sus cabezas pensaba en que siempre era posible vencer a los verdugos armados en un salto al unísono de todos los niños, Fernando Rodríguez incluído, aunque a éstos en concreto la vida les ha enseñado que el otro animal, el que forman los verdugos es de una capacidad y una fiereza nada despreciables.

viernes, mayo 02, 2008

Telemadrid

Telemadrid cierra su programa sobre el 2 de Mayo con la intervención de la conocida historiadora Esperanza Aguirre. Desde hace un par de décadas parece que existe un curioso equívoco entre el rompeolas de todas las Españas (plural que algunos utilizan como si significara algo) y el Estado con asiento en la ONU del que es capital, y valga la perífrasis. Del mismo modo que se dice -se trata de una metáfora historiográfica que ha hecho fortuna-que el PNV oscila pendular entre una mayor radicalidad independentista y un acomodo constitucional con sus nueces y avellanas, se diría que Madrid y sus políticos del PP hablan en ocasiones como políticos madrileños y otras, no como políticos y representantes de los españoles -que si tal fuera el diagnóstico sólo habría de imputarse a la dejación de otros-, sino como representantes de los primeros o mejores españoles. A más de uno, tal cosa les parecerá evidentemente vizcaína y, lo que es peor y más verdadero, prueba inequívoca de la realidad histórica de España, una unidad que precedió y posibilitó su constitución como nación política, y que lamentablemente no aplastó las vindicaciones de asimetría -dígase en griego o dígase en vizcaíno-, la cual no es sino la diferencia en lo que hace al estado.
Pero lo anterior es el accidente y hemos de ir a la sustancia televisiva. Habiéndose despedido Esperanza Aguirre no con los fusilamientos de Murat sino con la portentosa noticia de que San José es el 19 de marzo también en 1812, Telemadrid emitió Blackhawk derribado -Blackhawk Down en el siglo- y allí vemos como parte del pueblo de la ciudad o lo que sea antes conocido por Mogadiscio y ahora por Mogadishu se levantaba contra unas tropas de ocupación bastante payas, dicho sea con la mejor de las intenciones.
En 1993, no debió de haber ninguna localidad cercana cuyo alcalde representase fractal la soberanía nacional de Somalia o, al menos, no hemos sabido de él. Parece que sí han podido saber en algunos respetados bufetes de abogados de eso que se llama la City. Aún graznan los cisnes. Crotoran, quizá, los marabúes.

jueves, mayo 01, 2008

Primero de Mayo en Madrid

Tanta gente que decidimos seguir los acontecimientos desde casa, retirados en la paz imposible de los adosados de la sierra. Es lacht der Mai, nos comentan felices los telediarios y procedemos a recopilar las flores del día y las hojas de los calendarios. En el Congreso de los Diputados, el Policía Nacional de guardia se esconde ante los turistas que casi deciden cabalgar los leones para su foto, nada nuevo. Más abajo un joven explica en inglés a un visitante también juvenil algún episodio asombroso, fantástico y absurdo (y pese a ello totalmente falso, un fruto de la ignorancia pretenciosa) de la historia de España, algo sobre árabes y no sabemos muy bien quiénes más.
Más arriba, los líderes sindicales han comenzado a entretener al público asistente (ya dijimos que luego les oiríamos en televisión), cada uno en su estilo, en sabio contrapunto y en chanza que los oyentes reconocen y agradecen, como reconocen y tal vez agradezcan el vino de las tabernas.
Esperan los bocadillos de calamares, los animosos socios del Ateneu de no sé qué localidad catalana marchan de museo en museo, las colas serpentean como serpientes sin cabeza. Una muchacha oriental canta boleros para desconcierto de los visitantes del Jardín Botánico. Han dado el Premio Nacional de Literatura a Ángel Palomino. Eso escribía en un poema Roberto Iglesias un año que también le dieron el Premino Nacional de Literatura a Ángel Palomino. El ministro Moyano, don Claudio, advierte que la instrucción pública se derrama como una babel y cinco marcelinos de los rebosantes quioscos de prensa.