No todos los excesos son iguales. Y apresurémonos a señalar que su catalogación es difícil, porque el exceso guarda extraña relación con los hábitos y las repeticiones periódicas. Porque unos pequeños excesos en días consecutivos, más allá de lo que tenemos por costumbre, pueden ser un exceso: pero si no nos detenemos mañana ni pasado, dejarán de ser un exceso, mimetizados en el burgués decorado de nuestros hábitos.
Por otro lado, un exceso de vez en cuando no es un exceso. Como el exceso se mide sobre un nivel dado de antemano, la aparición de un nuevo nivel nos obliga a revisar nuestras conmesurabilidades e inconmensurabilidades previas. Además, los niveles pueden ser excesivos o no, según sobre qué metanivel los definamos. Ahorramos al lector seguir por este camino de acabar mal. Como acaba mal quien no se excede nunca y, así, incurre en el exceso imperdonable de una regularidad pasmosa, de una moderación dionisíaca.
Por otro lado, un exceso de vez en cuando no es un exceso. Como el exceso se mide sobre un nivel dado de antemano, la aparición de un nuevo nivel nos obliga a revisar nuestras conmesurabilidades e inconmensurabilidades previas. Además, los niveles pueden ser excesivos o no, según sobre qué metanivel los definamos. Ahorramos al lector seguir por este camino de acabar mal. Como acaba mal quien no se excede nunca y, así, incurre en el exceso imperdonable de una regularidad pasmosa, de una moderación dionisíaca.
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