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jueves, noviembre 30, 2006

Microsaga

En aquel mundo monótono el esfuerzo de los narradores se dirigía fundamentalmente a fingir variedad y complejidad de los espacios (del espacio único) ocres y sin contrastes, infinitos e indistinguibles.
Ahora bien, se afanaban en tal empresa no solicitada sólo porque eran extranjeros. Los naturales no habían reparado nunca en una inexistente monotonía. Siempre habían celebrado, en cambio, la agotadora pluralidad de las planicies y las suaves ondulaciones (estos dos sustantivos sólo aparecían en la literatura, nunca en la conversación, nunca en la geografía, donde eran sustituidos por un léxico numerosísimo, aunque ecoico y demasiado consonante para algunos oídos), o la habían lamentado, por los numerosos problemas que la diferencia introduce siempre en las sociedades políticas y el problema que supone para su estabilidad a largo plazo.

miércoles, noviembre 29, 2006

Extraño

Si el olfato es el sentido de la memoria inesperada y el tacto, el de los jardines de la diplomacia, la vista sigue siendo el sentido de la decepción. Un sabor o un olor conocido nunca nos será extraño, pero podemos no reconocer a los más próximos cuando nos hacen señales desde el otro lado de la calle o cuando nos hablan desde el otro lado del teléfono. Y eso sin forzar demasiado las circunstancias, la luz, la escasa luz, la jaqueca o los atavíos.
Cuando no vemos sino un extraño en el amigo que no reconocemos, nos convertimos inmediatamente en unos extraños para nosotros. Me explico: Yo me convierto en un extraño para mí. Algo ha cambiado. Al menos durante unos segundos, el mundo y nuestra biografía ha cambiado como si otras hubieran sido las opciones ante las bifurcaciones (caudinas siempre) de la vida.
Sin embargo, la cosa no es grave porque solemos tener el entrenamiento matinal del espejo para recibir siempre la mirada y la visita de un extraño. El más extraño de todos.

martes, noviembre 28, 2006

Inteligencia artificiosa

La inteligencia artificiosa, como corresponde a este adjetivo, se ha de tomar siempre en el sentido débil. Sin embargo, podíamos decir que nada es fuerte si nos referimos a inteligencia, ese invento que el loco Frederico no dudaría en atribuir a Sócrates, a Cristo, o a otros reos. Frederico seguramente sería partidario de los algoritmos genéticos, porque le sonarían a muta, a horda germánica, a ante la duda, la más cojonuda, como si esto último no fuera sino el simulacro de un lábil jugador de tute, chinchón o julepe. Pero la inteligencia ciega de la voluntad es un invento del narrador, como lo es la armonía que sabe encontrar el conductor de pueblos y de autobuses:

Sucedió que Oraa dispuso que se diera el toque de alto, y el corneta de órdenes, sin saber lo que hacía, distraído o alucinado, ebrio quizás del frenesí batallador, tocó ataque, y lo mismo fue oír el estridor guerrero, lanzáronse unos y otros monte arriba con ordenado y rápido movimiento, rivalizando en ardor los que el General traía con los que allí encontró. Quiso Oraa contenerles y que se cumpliera su mandato, mal interpretado por el corneta; Espartero, con mejor instinto y rápido golpe de vista, se aprovechó de aquel felicísimo arranque de la tropa, y con llama de inspiración, vio que era llegado el momento de seguir el impulso de los inferiores, de la gran masa bélica. Esta tomaba la iniciativa; esta, en un fugaz espasmo colectivo, dirigía y mandaba. Procedía, pues, favorecer este arranque, dirigirlo, extremarlo, y no permitir que desmayara.

El azar de un corneta piripi hace acortar la batalla y batir a los carlistas sitiadores. Don Benito había adelantado la interpretación sintética: "O la casualidad o un imprevisto accidente produjeron hechos contrarios a lo que la rutinaria lógica de los caudillos disponía." Pero él sabía bien que la enálage servía para destacar al hombre del momento, ese conocido jugador en el casino a decir de alguno, al hecho que no era rutinario. Pero, ¿quién acierta?

lunes, noviembre 27, 2006

El demiurgo incesante

Yo dejé de leer con la fotocopiadora. Las carpetas de fotocopias miden la cerchas de mi casa. Lo dejé todavía más con internet. Mis descargas y el trabajo de mi impresora desafían a los cuberos de los bosques de Siberia. Pura fragmentación. Todo fue rapsodia. Elevé el zapping a mi única televisión con el mando a distancia y las numerables emisoras. Mis dedos se fortalecieron con digitación tan creativa. Dejé de escribir con los blogs. La multiplicidad me abraza. Incesante, como a un cesante borges.

domingo, noviembre 26, 2006

El planeta de los monos

Por último, el único miedo que nos tenga es el que nos provoca la inteligencia colectiva. La que, en algunas narraciones, aparece y no puede asignarse a un solo cuerpo. Conspiración de los fluidos, de las hormigas, del bosque o de Fú-Manchú en un laberinto de espejos.

sábado, noviembre 25, 2006

¿Quién escribió realmente las obras de William Shakespeare?

Consideraremos dos hipótesis, que pueden hacerse equivalentes o mantenerse separadas. Pensemos en un escritor cuya obra consiste en una sucesión de un millón, pongamos, de signos tomados de un alfabeto de 10 símbolos (veinticinco estaría mejor, pero por si echamos alguna cuenta, lo dejamos en diez). Podemos ahora pensar en un millón de monos escribiendo cada uno uno de esos símbolos en una cuartilla. Más higiénicamente, podemos pensar en un sólo mono que escribe sucesivamente el millón de símbolos en un rollo de papel.
En este segundo caso, no se nos oculta la dificultad de la empresa: un acierto entre un 1 seguido de un millón de ceros de posibles resultados. Esto sería equivalente al escenario de un millón de monos (si en el escenario hay un millón de monos, nos preguntamos cómo estará la platea), si las cuartillas o, alternativamente las bestezuelas, estuvieran numeradas de uno a un millón. Notemos, en cambio, que si podemos reordenar las cuartillas a nuestro gusto, la cosa pinta (o escribe) ya más favorablemente. Reconozcanmos que esto sería posible también con un solo mono con un millón de cuartillas a su disposción o con un rollo que se pudiera dividir en el adecuado millón de cachitos. En fin, tendríamos factorial de un millón de permutaciones dividido por el producto de los factoriales del número de ocurrencias de cada símbolo. Al menos, si no me equivoco, pero eso tampoco importa mucho (como se verá más abajo no es que no importe mucho de hecho, es que no importa nada filosóficamente, según veremos).
Sucede que la situación es incluso más favorable si los monos eligen los símbolos con la probabilidad que asignaríamos a cada uno de ellos a la vista de sus frecuencias en las antes citadas obras completas del millón de símbolos. Con un poco de suerte, tendríamos, por así decir, las letras justas para reordenándolas reescribir las obras cuasi completas de nuestros desvelos. Dado que autores como el citado Shakespeare son una mina de problemas filológicos, no es relevante que cambiemos algo. Si, además, hacemos que nuestros monos nos imprima unos cuantos simbolillos de más, seguro que tendremos de sobra.
Ahora bien, no se le escapará a nadie que es trampa, partiendo de unas obras ya escritas, decir que las reescriben unos menardianos monos que, en todo y el mejor caso, podríamos comparar a los fundidores de los tipos de imprenta. Y a nadie se le dejará de dejar de escapársele que la tarea del ordenador de las letras es más ardua que la del Bardo y la de Carlos Argentino Daneri juntos. Pero esta trampa tiene su propia trampa, porque antes de tener las obras, sean las de Shakespeare o las de cualquier otro, no las teníamos, como es evidente pese a los rastreadores de fuentes y manatiales. Por tanto, no podemos excluir que éstas se produjeran por un mecanismo como el citado. Ahora bien, caben aquí dos posibilidades: la primera es que nadie reordenase las letras escritas por el millón de monos, hipótesis a la que, personalmente, me apunto; la otra es que alguien o algo las reordenase.
Podemos asimilar (1) este alguien o algo a un programa de ordenador, del mismo modo que podemos hacerlo con nuestro libro del millón. Podemos preguntarnos si la sucesión de símbolos del programa puede haber sido escrita por un millón de monos y aquí creo yo que apetecería ser más capaces de prescindir de un reordenador de símbolos impresos. Acuden los biólogos evolucionistas en nuestro auxilio, pues vendrán éstos a sostener que los grandes programas crecen sobre el éxito que algunos de los pequeños (1) tienen sobre sus semejantes en longitud.
Tacita a tacita, y acabamos pareciendo Richard Dawkins. Si nos ponemos estupendos, podemos incluso parafrasear una chuminée famosa y decir que a uno de esos programas lo llamamos Shakespeare 1.616.
A los programas que llamamos nihilistas les parecerá, encore au dedans de la chuminée, que todo es lo mismo y que el éxito de algunos programas es el nombre de la respuesta que, ante ellos o con ellos, producen otros programas. Es decir, sospechamos que todo es caos, somos caos, y que no somos capaces (¿cómo?) de distinguirlo (2). Que este es mundo de muy poca calidad, habitado por piedras, palabras, hombres y nubes que se piensan cimas de alguna perfección. Por eso, los principios antrópicos se debilitan o se ven ridículos si se admite que sólo es una pequeña y oscura habitación barrida por confusas alarmas de asalto y retirada. Si aparece alguna grieta aleatoria en el caos, pensamos que todo es grieta. O que esta historia, sonido de feria, pensamos que no está contada por un idiota, o por unos monos particularmente imbéciles en un papel lleno de borrones.

(2) Si lo sospechamos es por el número de monos y de símbolos, no por especial virtud.
(1) La solución es muy clara. Esto es falso. No podemos extender la categoría de la información fuera de su campo de aplicación. Nada es un programa de ordenado, aunque un mundo de programas de ordenador pueda ser un modelo de algo. Los pequeños programas no se enfrentan a otros programas. Las causalidades se contradicen en planos distintos. El programa que sabemos de la pé a la pá es, a otro nivel, un oráculo. La contingencia se monta sobre procesos deterministas que no pueden escalarse hasta el nivel donde aparece aquélla. Como decía un poeta y un tipógrafo: Abajo los tres reinos de la naturaleza. Viva el perder.

viernes, noviembre 24, 2006

Le magasin des citations

El millón de monos llamados a escribir Shakespeare completo (por decirlo de esa estúpida manera: "escribir Shakespeare", etc.) o a escribir, al menos, Hamlet o algo así, todos esos monos están escribiendo un blog que se escapa del azar indisimulable a través de los mecanismos habituales. Al puro azar le sustituye la selección o la restricción que aparenta la razón, y la razón se corresponde con el determinismo que se reserva su imperio, que como imperio ha de ser creciente.
Azar indisimulable es una contradicción en los términos. Podemos simular el azar, pero no podemos pensar en un azar no acotado, que todo lo abarque. Al decir "azar indisimulable" nos referimos a una parcela que nos parece puro azar y donde podemos quedar encerrados.

Anselmo Hahn, La suerte de Azarías, Alfatara Editorial, 2007.

Poemastro

NARCISO EN AGUAS PODRIDAS

Esculpe indigno consejas viejas
Como un no sabrás decir cuándo o cómo
Nunca cercano oíste y necesario
El estruendo en el golpe del cincel
Que lector inatento ya revive
Y cierto es que mano a espíritu guía
No lo contrario, no lo previsible
Y otra mano la esencia barrerá
–pues que de tal cosa aprendiz se ocupa–
Muerta naturaleza que olvidada.
Añade que el instante después
El cielo miras, de mirarlo dejas
Cuando indica tu desgana, ese hilo
Con el pasado que se avecina
Como vuelven al sur las grullas,
Esto es, a saber, los días fríos.


De vez en cuando el paso refrena
Hacia atrás mira y calcular parece
Míralo como miras el grabado
Tan rápido, rápido y sorprendente
Como la vuelta aquélla del camino
Que no alcanzas ni alcanza tu jadeo
Mientras puede que la leyenda rece
En la orla como un fúnebre carnal ramo
No se pierde de golpe la inocencia
Es un acúmulo de pequeñas defecciones
Ahora sientes la pereza, de apartar
La vista necedad es tanta pero
Sigues y las despreciadas huellas
Que en fiel crüel retrato precipitan
No sabemos quién ve y quién busca
Y el agua corre y si encontramos
Más tarde nocturno ya sabes bajo la Luna
Cómo decir dónde llevó mi rostro
O ese detritus que fue que es tiempo
Arrojado con gesto inevitable
O que allí, allí donde levantar la vista puedas,
Creció rostro y máscara del tiempo ido
Ese teatro sombrío que yo me construí.
Ese jardín y sus cegados muros
Así un compromiso cansino y unos pies cansados
Son para el tacto hojas y misteriosas flores
Pero es la hora gris en que el Sol de Mayo
Sobre la loma parda indiferente contempla
Cómo cae yerta tu mano y cómo
En las aguas una vez más, sic semper,
Astuta y fría
la trampa se ha cerrado.

jueves, noviembre 23, 2006

Scifi

Se encontró con sus recuerdos un día como cualquier otro. Aún le quedaba la lejana memoria del eslogan que le llevó a vender: "enajene sus recuerdos sin convertirse en un enajenado". Nada especialmente grave, porque los recuerdos, algunos de ellos, nos pueden sobrar, pueden sernos menos útiles que el dinero o que algún dinero urgente. Incluso, algunos hubo que, por altruismo, cedieron sus incompartibles recuerdos a alguien que parecía andar más necesitado.
Lo que no habían previsto autoridades públicas, ni empresas, ni particulares era que los recuerdos adquirirían capacidad jurídica y recursos para emanciparse, para llevar su propia vida. Encontrarse con los antiguos recuerdos, ahora independientes, adultos, no era bueno porque, de hecho, somos parte de su propia memoria, y les podría interesar comprarnos.

miércoles, noviembre 22, 2006

Marxismo y marrismo analíticos

Dialéctica: desconfiar de las figuritas de nuestro belén. Descubrir en un axioma el futuro fruto de la contradicción colgante de la rama del quiasmo. Desconfíese de los dialécticos analíticos: son los que han sufrido, por el incremento de su grado y cantidad de dialecticidad, un cambio cualitativo hacia la analiticidad. Analítico es no remontar y no segar la hierba bajo nuestros postulados. Por donde pasa la dialéctica no vuelve a crecer el césped artificial.

martes, noviembre 21, 2006

By the way

Darth, James Darth.

Tenue mitología

En alguna superficie eventual contempla el ciclo indefinido de algunas historias inconexas. Como la ciudad, o sus luces, en el sucio charco, tras esa primera lluvia que despierta el polvo y la grasa (ajo, algún zafiro) de los días anteriores. Ninguna historia nos satisface sino por un espejismo de detención. Se trata de que esa historia sea todas las historias posibles, de que un mecanismo concreto ocupe su lugar en el más amplio dispositivo lógico a nuestra disposición. Para un panóptico de todas las posibilidades que se nos pasarían por la cabeza si nos pusiéramos a ello.

lunes, noviembre 20, 2006

Ilusionismo

Las historias, especialmente cuando nos recuerdan a una maquinaria de relojería precisa, quizá sean sólo la ilusión a la que contribuye la retórica de un narrador que se confiesa engañado durante algún tiempo o que se descubre aún engañado, pero que nos invita a asistir a una revelación ya pasada, ya por venir. En medio, dei ex machina, o ex machinis, que no necesariamente son todos de la misma máquina. Todas las historias como una ajustada cosmología con todos sus componentes campanudos. El hombre nos demuestra un principio cósmico, que es lo mismo, una vez armado el universo, que ver en éste un principio antrópico.
Así las historias, una fábrica que el demiurgo acompaña de un relato que nuestro ojos corroboran y que es absolutamente falso. Como un romanticismo de cristal de roca y metacrilato. Como Hölderlin frente a los Montes Metálicos.

Lluch

El aniversario del asesinato de Ernest Lluch da lugar a artículos de no poco interés, lo que quizá se explique por más razones que por el cariño y respeto que el personaje pudo despertar entre sus próximos y también entre muchísimas otras personas. Así el artículo de Antoni Segura en El País. Por desgracia, "interesante" es adjetivo que no implica un juicio positivo en todos los ejes: La mecánica de una estafa o el curso de una enfermedad pueden ser interesantes o muy interesantes, pero no se trata de procesos agradables, deseables o laudables. Así, un artículo puede ser interesante por ser un modelo de lo que a su lector le hubiera gustado decir y argumentar; o puede serlo por todo lo contrario.
También es interesante aquello que nos resulta incomprensible una vez que hemos retirado la plataforma desde la que se nos habla y la que nos sostiene, esto es, si damos en pensar contra toda evidencia que todo el mundo comparte una misma y bien intencionada plataforma. Es interesante porque nos muestra de qué conflictos está hecha la realidad. Y es interesante el hecho mismo de que, por la razón dicha, algo nos resulte incomprensible. Y lo es porque nos muestra lo absurdo de la empresa: por debajo de los discursos y su lógica se mueven demasiados supuestos que marcan una división irreconciliable, irreconciliable sobre todo si nos olvidamos de ellos, si los mantenemos ocultos en nombre de una bondad tan luminosa como inexistente.
Seguramente, por lo que hace al conflicto vasco, la vida y la muerte de Lluch son la historia de un fracaso, de un fracaso popperiano, cabría decir, y de un fracaso que continúa con algunos de quienes le toman como guía en la estela de la Gemma Nierga de "ustedes que pueden, dialoguen". Cualquiera diría que Lluch se equivocó con los asesinos -y así lo recuerda Segura: "Creía que no volverían a matar"-, pero para no pocos no hay refutación en este terreno, sino una sucesión reforzada de corroboraciones, y no en un terreno teórico, más o menos ajeno a lo que hemos de hacer, sino precisamente en lo que respecta a la política que se ha de enfrentar a un problema muy serio, porque el terrorismo de ETA cuestiona la integridad, y por tanto la esencia, de la sociedad política a la que se enfrenta.
Y es que Lluch era seguramente muy coherente: si el terrorismo era verdadera, realmente, causado por un conflicto originado no sólo por la inadecuación de la España y el Estado español reales a algo así como "su ser verdadero", sino por su ilegitimidad de fondo y su indeseabilidad frente a otras posibilidades, había que actuar neutralizando este factor, lo que sería positivo a muchos efectos y también para que el terrorismo etarra desapareciera.
Sin embargo, es posible que el diagnóstico histórico de Lluch fuera erróneo -tanto en lo que hace a la realidad histórica de la España moderna como a los nexos causales de esta realidad con el terrorismo- y que la política que propugnaba no fuera sino voluntarismo. Así, la sustancia de la posición de Lluch no consistía en sus reclamaciones de "generosidad" para con los presos en tiempos de la tregua anterior, sino la idea de la "verdadera lealtad constitucional" que no se aferra "a las palabras, sino [que se atreve] a escribir palabras nuevas", según nos recuerda también Segura. Pero es posible que la España de Lluch sea una ilusión, que sea una imposibilidad como unidad política.
En ese sentido, acaba por resultar ridícula -aunque adivinemos o reconozcamos la ironía de la autodenominación en la pluma de Lluch- la vindicación de la alternativa "austrohúngara". Segura se refiere a un artículo de Lluch que data en octubre de 2000 ("Por qué soy austrohúngaro") y cierra su escrito con palabras que ya no nos sorprenden: nos habla del "empeño del presidente del Gobierno por conseguir la paz y la libertad y por avanzar hacia la España "austro-hungara" con que soñó Ernest Lluch".
Seguramente, la variable vacía del diálogo es entendida de muchas maneras y de modo que coincida con lo que cada uno espera, con sus intereses. De modo que a cada uno le moleste tan poco como, después de 1918, nos ha molestado el imperio austro-húngaro.

domingo, noviembre 19, 2006

Vasili Semionovich

Beevor y Luba Vinogradova editan, comentan fragmentos de cuadernos inéditos (la Gran Guerra Patria) de Vasili Grossman. Fragmentos. Los fragmentos están hechos para la intensidad de la impresión, para la impresión intensa. Toda una teoría de vida y una filosofía -conocida- de la composición. Una teoría que se alimenta de frases más cortas cuanto más cortos son los fragmentos. Contingencia, en fin, de la represión tras la guerra. Todo es cuestión de darse cuenta de que todo lo que no es fragmento es ilusión. También en Iasnaia Poliana. Y, al parecer, durante bastante tiempo pensaron eso también en la Stavka y en el Kremlin.

sábado, noviembre 18, 2006

Relato breve

No diríamos tanto que la puerta no se había acabado de cerrar. Era que todavía no había sonado el portazo. Pero esa fracción de tiempo se refiere al retraso habitual de la conciencia, que con sus múltiples espejos a veces lo vive como un adelanto o revestido de los andrajos de la profecía, tal como hay muchos que revisten sus palabras con las guirnaldas del torpe verso.
Se imaginó a sí mismo lamentando la puerta cerrada, infranqueable, y él fuera. Así estaba, estuvo, estoico, unos segundos hasta que recordó haber ya recordado la obvia solución.
Y se recordaba también cuando recurrió al vecino, balcón con balcón, para forzar levemente la puerta que daba a éste, apenas protegida por dos macetas y mal cerrada, como siempre. Sobrevivía aún la memoria del vago alivio que sintió, tras cabalgar no sin cierta agilidad sobre la verja que separaba -a unos quince metros sobre el suelo- las dos propiedades, sobrevivía agridulce entre la desolación y el tenue eco de la mera constatación: la de comprobar que, pese a algún indicio menor, insiginificante casi, aquélla no era su casa, que de allí no había salido nunca, que no se le esperaba.

viernes, noviembre 17, 2006

Sin doblez

En aquella lejana land of dreams de 1980 y otras fata morganas habitaban también admirados personajes cuyo rostro no nos era conocido o nos era aún dudoso: algo que se daba, por ejemplo, si sólo conocíamos dos fotografías del sujeto no demasiado coherentes entre sí. En consecuencia, algunos de nuestros dobles conciudadanos procedían no de alguna adecuación de orden moral o ético o etológico, no digamos ya estético o meramente sensitivo (1), sino de una hipótesis azarosa que aprovechaba alguno de nuestros numerosos ocios para visitarnos, pues ya se habrá percatado el lector de que postulábamos a nuestro capricho no tanto la vida y los milagros de los habitantes de nuestro parnaso como el cupo de ficción que les correspondía a nuestros desconocidos, anónimos paisanos, paseantes correspondientes de la gloria en nuestro espejuelo ciudadano.
Hay que decir que no teníamos dobles de personajes abiertamente deleznables, repulsivos u odiosos. Complementariamente, a quienes podíamos odiar o despreciar nunca nos molestábamos en encontrarles pareja, quizá tan sólo -en ocasiones por lo general poco memorables- en el reino animal, o en sus regiones de más dudosa fortuna fabulística.

(1) Los admirados eran siempre estrictos contemporáneos: ni, como hipótesis metafísica, se nos ocurría la existencia de un doble de Rubén Darío.

jueves, noviembre 16, 2006

Dobles

En aquella época nos aficionamos al juego venialmente paranoico de los dobles. Hablo de más o menos 1980, 79 en Canarias habríamos añadido entonces. En nuestra ciudad habíamos identificado a un Bertrand Russell, a un Hans-Dietrich Genscher y a muchos otros personajes del mundo que entonces seemed / To lie before us like a land of dreams.
Por estas calles sigue con su pacífica vida un Ariel Sharon y suele pasear un Gorbachov inmaculado. Teníamos también un Roland Barthes (éste nos parecía particularmente exacto y cartesiano), que tenía o regía un bar. Así que, de vez en cuando, visitábamos el bar de Barthes.
Yo tenía también un Alberto Cardín. Cuando años después conocí a Alberto Cardín (fue un año antes de su muerte) comprobé que el mío y el suyo propio no se parecían nada ni en nada. A mi Alberto Cardín le he vuelto a ver, después de muchos, este año. Lo vi hace unas semanas y hoy me lo he vuelto a cruzar. Ante mi ridículo tribunal, él es él y es otro, como ante la divinidad indiferente eran uno los dos teólogos famosos.
El Cardín doblado está como siempre -el siempre es aquel 1979 canario-, pero con el pelo blanco, homogéneo y robusto. Inevitablemente me hace recordar a Cardín y me hace recordar aquellos tiempos cuando yo todavía no había sido sustituido por éste que les escribe. Un saludo.

miércoles, noviembre 15, 2006

Tres motivos para un tratado

1. La arqueología no se las ve con la horterada. Simplemente la borra y sólo una categoría estética intersecta la labor del arqueólog: la categoría de lo bello. Hasta el mal gusto, la obscenidad o lo chocarrero adquiere un aura pompeyana, con la fuerza de un volcán, claro. La arqueología redime y la arqueología futura redimirá las urbanizaciones con estatuas de los padres del promotor. Luego dicen que el mundo avanza.
2. Si los rendimientos del trabajo se incrementan, es posible por el efecto sustitución que muchísimos individuos decidan trabajar más horas. Depende, pero es una contingencia que los economistas contemplan en sus manuales y puede que en más sitios. Los economistas suelen ilustrar el efecto con un empleo al que todos pueden acceder. Creo que Stiglitz (y tantos otros) recurren a la figura del taxista. Habría que repasar la literatura desde Marshall - si no antes- para acá y catalogar las profesiones comodín que se han sucedido, las vocaciones ocultas de cada autor, época o escuela, su violín o su azadón de Ingres. Volviendo a la invisible y gran manaza, piénsese en la utopía de un país que produce sobre todo un bien: carreras en taxi. Un mundo de taxistas, algo que no contravendría a los intereses de alguna emisora, según es fama.
3. La experiencia más importante de las que nos suceden y la que más nos maravilla es la de pasar de no entender algo a entenderlo. Además, nos gusta porque nos permite mirar a aquel extraño, a aquel otro con la ternura que se tiene para con el que ha ido dentro de nuestra misma ropa.

martes, noviembre 14, 2006

Intransitivo

Juan M.R. Parrondo, en su entrega de noviembre en Investigación y Ciencia habla de situaciones intransitivas. Al lector le transitarán por la memoria la paradoja de Condorcet, el teorema de Arrow, todas esas cosas. Puesto que aquello de lo que habla Parrondo nos recordará otra cosa, que, a su vez, convocará una tercera a las candilejas de la memorieta, para de aquí volver a los dados de los que habla nuestro autor, etc. etc, et eadem et alea.
Apuntamos aquí que la de intransitividad, al menos por metáfora en dominios donde ni una aparente relación de orden podría ser pergeñada, es idea ubicua. De la moda es esa intransitividad exacta y el tiempo y sus temporadas doblan el orden totalitario de las horas y de los años con la sustituición del sustituto del sustituto por el sustituido; ¿o debe decirse al revés?
Otro caso es el de las tácticas deportivas: el sistema que expulsa a las viejas tácticas es expulsado a su vez por otro que irá al exilio a manos del primero. La intrasitividad y sus ruedas, sus ciclos atroces, más ordenados que cualquier otra cosa. La caducidad de la palabra mejor, forsan miseros meliora sequentur, que se dice desde Al Bano, ¿o desde Romina?

lunes, noviembre 13, 2006

Report entanglement

En relación con el informe elaborado por XXX y que le llegó a vd. después que el remitido por este servicio y que coincide punto por punto con éste, y a propósito de su interés por saber si podía éste ser copia de aquél, o aquél de éste, o ambos de un tercero, debo aclararle lo que sigue, no sin antes manifestarle mi extrañeza como responsable del servicio ante el hecho de que, contra las normas de procedimiento vigentes, XXX investigue y emita un informe sobre las actividades llevadas a cabo por un sujeto que está bajo la vigilancia de este servicio:
1. Nuestro informe, tal como se indicaba en el mismo, no está cerrado y, de acuerdo con el protocolo establecido, puede completarse con las informaciones cifradas contenidas en el documento anexo B, que también le remitimos y que vd. deberá hacernos llegar de vuelta con las indicaciones precisas si así lo juzga oportuno.
2. El método de cifrado utilizado implica las características físicas de la impresión sobre el papel y el mensaje cifrado no es reproducible por los métodos ordinarios de reproducción del material gráfico, esto es, el mensaje cifrado no es reproducible.
3. Podemos optar por dos procedimientos de descifrado, alfa y beta. Si lo desciframos mediante el procedimiento alfa, no sabremos qué se pude obtener mediante beta, pues el descifrado supone la destrucción física del documento. Lo mismo cabe decir si se opta por beta. Aunque el testigo cifró información sobre dos acciones distintas del sujeto, lo hizo sólo esta vez, en este documento, y ha de elegirse sólo un método de descifrado, lo que elimina la información sobre la otra acción. Así permanecermos en la ignorancia con respecto a una de ellas. Nos ahorramos nuestro juicio sobre el espíritu de colaboración de este testigo.
4. En consecuencia, le requerimos a que nos facilite su decisión sobre qué procedimiento de descifrado debe este servicio poner en práctica o bien si deja tal decisión en nuestras manos.
5. Así las cosas, aunque pueda registrarse una estrechísima, una exacta coincidencia entre nuestro informe y el de XXX, lo que incluye a los respectivos anexos B, no será posible aplicar en un caso el método alfa y el método beta, porque el anexo de XXX no puede ser una reproducción de todo nuestro anexo beta, incluido el irreproducible mensaje cifrado.
6. Sostenemos que nuestro anexo B es el auténtico. Que si el anexo B de XXX contiene un mensaje cifrado no puede contener información facilitada por el testigo antes referido, pues reiteramos que éste sólo plasmó su testimonio en dicho anexo y que cualquier coincidencia, si se opta por el mismo descifrado, será poco más que casual y, si se opta por procedimientos distintos, nos estará igualmente hablando de sujetos distintos.
7. En resumen, el informe remitido por XXX , o al menos el anexo 3 no puede ser una verdadera copia y entonces se ha de referir a otra cosa que el nuestro. Es decir, aunque tanto el suyo como el nuestro se refieran a todos los sujetos, a todos los hombres, etc. siempre estarán referidos a un hombre distinto, el nuestro y el suyo.

domingo, noviembre 12, 2006

Entangled tale

El sujeto salió no muy temprano. No sabríamos decir exactamente cuándo, pero le vimos regresar a las 15:35. Como el operativo ya había sido organizado adecuadamente a esa hora, estamos seguros de esto último. Algunas consideraciones sobre acontecimientos correctamente datados nos permiten afirmar que estuvo fuera más de cinco horas y menos de seis y media.
En estos momentos (son las 19:28) seguimos intentando completar la información disponible sobre dónde estuvo y qué hizo durante el lapso de tiempo apuntado.

P.S.: Esperábamos que cada nuevo dato convenientemente contrastado eliminase todas las demás posibilidades que, en principio, podrían (y de modo ciertamente ocioso) contemplarse. Además no encontramos contradicciones y así fue bastante sencillo establecer algunos hechos indubitables sobre lo que nuestro sujeto hizo, dónde y cuándo, con quién estuvo y qué ropa llevaba.
Sin embargo, al cabo de algún tiempo, empezamos a recibir testimonios de una naturaleza totalmente inacostumbrada. No le habían visto en el Café del Puerto. Le habían visto en un café, y no en uno especificable aunque el testigo ignorase en ese momento su nombre, sino que se le había visto en un café genérico que era al tiempo todos ellos: No se podía decir de ningún café de la ciudad que no hubiese estado en él a cierta hora. Había hablado con una mujer que era todas las mujeres, al menos de cierta edad, de cierto aspecto. Otra vez, todas esas mujeres, cuyo número ignoramos, habían intercambiado algún secreto con él. Es cierto, es seguro, que a las 15:35 estaba de vuelta en su casa.
De momento señalaríamos que nuestro sujeto no es un individuo. Es uno que es todos ellos. O todos nosotros.

sábado, noviembre 11, 2006

Gargarisma

La antigua comarca que memoria visita
Es un sueño de nunca que pasado musita.
Es un fuego callado que tibio se quiere,
Nos señala un punto que eterno preside
El camino que andamos y que no es camino
Y nunca dibuja el mapa que somos
Y a veces soñamos.

La comarca dibuja ribazos tranquilos
Donde mudan culebras camisa y salta
Hacia adentro entre piedras y hierba
El lagarto esquinado que siempre vigila
Esfinge pequeña que preguntas no hace
Y así enigma más grande se hace.
¿Qué dices?

Me alejo, la imagen precisa acude sin falta
Y así atesora el paso risueño y el soto
Que diseña más neto el paisaje sereno.

Aperos que apenas lo son de labranza
Reúnen la bruma y el rayo

En una umbría de chopos callados.


viernes, noviembre 10, 2006

Las chicas son guerreras

Kevin Watkins:

Cuando necesitas beber, vas al grifo y te sirves un vaso. Cuando necesitas lavarte, abres la ducha, que está en tu propia casa. Pero en muchos países pobres, mujeres y niños, casi siempre niñas, caminan horas para llevar agua a sus hogares. En ese tiempo, no pueden trabajar ni ir a la escuela, y eso, por supuesto, será una traba para el desarrollo futuro de esas regiones.

Y, cuando hay letrinas separadas para niños y niñas en los colegios, está demostrado que ellas acuden más a la escuela; en caso contrario dejan de ir.

La explotación sabe lo que se hace. Pero, en su dialéctica el momento fundamental es, como saben y nos han mostrado los cuentistas, los fabulistas y los filósofos en bata y con bacín, es el de la aceptación de la propia debilidad por el explotado. Su debilidad es esa aceptación, que no es casi nunca individual sino una marca que define al colectivo. El grupo explotado es más grupo por la aceptación de su estatuto presente que, por así decir, por sus condiciones iniciales. Sin embargo, sorprenden siempre los resultados de una situación en origen sólo levemente asimétrica, la extensión y profundización, muy coherente, de las diferencias. Y lo que suele constatarse también es que los explotados tienen que explotar su propia e interiorizada definición para que pasemos a otra cosa, mariposa.
La otra cosa es que si no somos ni cuentistas, ni fabulistas, ni filósofos y nos falla también lo de la bata y el bacín, nos tocará más bien decir que la explotación se dice de muchas maneras y de más todavía que no se dicen nunca.

jueves, noviembre 09, 2006

Tras aplicarse a la lectura de algún blog, llega a casa y recoge la correspondencia

El fiscal universal. Y así levanta sobre los demás la causa de sus propias obsesiones. Obligado tal vez por la urgencia o la diaria comanda del blog.
Sus obsesiones interpretando siempre en beneficio de su prejuicio y en perjuicio del otro el material sobre el que acusa y dicta sentencia. La justicia de la causa iluminando su entendimiento como el de un profeta. Oligoparanoia: la sospecha edificada sobre un mínimo detalle, sobre un párrafo lateral o sobre su ausencia.

Me escriben los bancos. Casi ninguna otra cosa aparte de eso y de la llamada correspondencia comercial en el buzón. ¿Me encontraré aquí con posts de los bancos? ¿Adquieren los blogs la mágica estatura de cliente de una entidad bancaria? Un banco sí está edificado sobre mínimos detalles de realidad incontestable. Una contabilidad nunca paranoica, en todo caso creadora de obligaciones.

miércoles, noviembre 08, 2006

Blue Moon

Javier Sampedro en El país nos informa de que "El investigador Bruce Lahn, de la Universidad de Chicago, lleva unos años analizando microcephalin, ASPM y otros genes cuyas mutaciones producen microcefalia", lo cual no se queda ahí porque:

Una variante del gen microcephalin aparecida hace 37.000 años tuvo tanto éxito que ella y su vecindad cromosómica (el haplotipo D) aparece ahora en el 75% de la población mundial (y no en el 1%-2% que le correspondería por azar).
Lahn ha reparado en que el haplotipo D tiene una estructura muy extraña. Por un lado, todos los haplotipos D son casi idénticos en las personas que los llevan, como cabe esperar por su reciente propagación.

Ahora bien, se acaba por casi concluir que el famoso haplotipo D "parece pertenecer a una especie distinta: un homínido que llevaba separado de nuestro linaje un millón de años. Pero que se cruzó con él al menos una vez hace 37.000. El único que cuadra con esos datos es el neandertal, y eso es lo que proponen Lahn y su equipo en su último trabajo (PNAS, edición electrónica)."
Llama la atención que el salto al paleolítico superior se apunte en el haber de los por entonces crepusculares neandertales. No se entiende muy bien que -y son palabras de Lahn las siguientes:

Teniendo en cuenta la función sumamente crítica que este gen tiene en el desarrollo del cerebro, es razonable proponer que esa nueva variante condujo a una función cerebral mejorada de alguna forma. La relación que pueda tener este acontecimiento con el gran salto del paleolítico superior es una cuestión especulativa, por supuesto. Pero no está fuera del abanico de posibilidades que aquel suceso genético y evolutivo contribuyera a la evolución cultural.

Cielos, la cultura, fenotipo sublime. Como yo soy del veintincinco por cierto de las variantes poco creativas, me temo que no puedo apuntarme demasiado en esa parte del curriculum vitae que se mapea con el árbol genealógico. Vaya uno a saber.
Sin embargo, en cuestiones de cultura yo tiendo al lamarckismo, en particular, los miércoles. En este sentido, no me parece irrelevante señalar que además de su filiación en la Universidad de Chicago, Bruce Lahn es investigador en el HHMI. De hecho, en la página web del HHMI, el curioso y ahora avisado lector encontrará bastante información sobre los hallazgos e invenciones de nuestro Doctor Lahn. En cuanto a la expresión fenotípica de HHMI, diremos que estamos hablando del Howard Hughes Medical Institute, una institución que nos sumerge en un ámbito de interés absoluto, Jane Russell y Leonardo di Caprio. El neandertal como The Outlaw (1). Howard Hughes, aviones como brontosaurios, homo aviator.

(1) Una población de machos neandertales, Buetel, Huston y Mitchell, que buscan una hembra desesperados y atentos, mozos viejos del musteriense y sus casinos. Anticuados, autoindulgentes.

martes, noviembre 07, 2006

Video deteriora proboque

El videoarte. Los millones lo ven a través de reportajes videográficos que muestran las disarmonías y contrapuntos de los escalonados receptores. Como la pintura de pinturas, se diría, pero no es así del todo. El fragmentarismo aparente como retórica perpetua del videoarte se dobla así en las prisas de la grabación y el montaje apresurados.
Cabe sospechar que el videoarte haya heredado falsamente un prestigio de la televisión, que es la capacidad de ver lo que está en otro lado y simultáneamente a cuando se da o produce (dentro de lo que cabe, que diría Einstein). Así, el espectador desavisado puede suponer contigüidad (la contigüidad que median la emisión y la recepción televisivas) a lo que ve en los parsiominiosos monitores del museo.
Lo cual nos hace pensar en la potencia, generalmente no reconocida, con que la mimesis sigue operando. Y eso sin contar con los innecesarios discursos legitimadores de un género artístico hace unas décadas novedoso: la realidad y su representación lo exigían.
Como nos llega el video dentro de un video, me limito a este conocimiento de antología apresurada, a mi felicidad filistea, a mi otro perro con ese hueso.

lunes, noviembre 06, 2006

Paseos y paralipómenos

La institución del paseo se ha disuelto como la memoria en la memoria. Seguramente, porque sólo paseamos en el pasado. O salimos a nuestras obligaciones, o a ejercitarnos, o a dar una vuelta. Pero el paseo corresponde a una figura humana que nos es tan próxima o tan ajena como nuestro propio pasado imaginado. No nos daremos un paseo. Nos habremos dado un paseo.
Si me voy a pasear, soy sospechoso de querer esfumar un conflicto doméstico. Me voy a tomar un café o a por tabaco. Si mañana nos damos un paseo, mi plan está expresado con una marca de obsolescencia que la buena voluntad redime.
Un paseo es ya siempre un paseo aleatorio, con la escenografía de la intención y de la ciencia -de la razón, que es determinismo-, todos flâneurs para vencer el pirronismo y el muro donde, al fin, es seguro que acaban ¿nuestros? pasos.

domingo, noviembre 05, 2006

Dos poemas para elegir, ¿o son uno?

DONDE YO NO ESTUVE

Donde yo no estuve
allí habita una verdad infinita
en un pequeño corazón

Donde nunca estuve
guardianes de la verdad
me miraron curiosos
como yo perplejo

Allí donde no acabé de entrar
donde mis pies dudaron
donde no sostuve la mirada

En todos los lugares
del pasado, al que sé
que regresar no puedo

En todos los rincones
de una memoria arruinada

En todos los relámpagos
en mitad de las sombras.



DONDE YO NO ESTUVE

Donde yo no estuve
nadas se enroscaban en ceremonias de nada
que lo eran todo

Pensé que yo no merecía

que los arduos secretos eran ajenos
que sólo a mí esa verdad negada
en el prado, la taberna, las conspiraciones

juventud loca o edad de sueños frescos
que a juventud ociosa dieron

Donde nunca estuve
reuniones fastuosas
en torno de la abundancia
que otros celebraran.

Pensé luego que acabé por trivializar
Señora, así son de estado los secretos

Minucias de pesantez extraordinaria
Seguí envidiando la vida con secretos de los otros.
Alta filosofía de otros.

Me despreciaré con método y locura.

sábado, noviembre 04, 2006

Diagonal

Ya lo hemos dicho. Five minutes ago. Es posible que toda la ñoñería nacionalista se disuelva en entropía. Se convierta en motivo de canciones de borrachos, algo a lo que hemos venido. Pero mientras tanto habremos creado toda esa morralla de políticos en busca esforzada de una identidad y otras memeces.

viernes, noviembre 03, 2006

Cosmocaixa

Ante un cartel (divinas palabras para los teístas de la ciencia) con las 35 ecuaciones pretendidamente más importantes o básicas del mundo mundial: algunas son inecuaciones, la mayoría nos vienen de la física, otras son matemáticas (gran teorema de Fermat, ecuación que ha de ser modalizada y completada con un no existen x, y, z distintos de cero tales que para n mayor que 2 etcétera, la ecuación que satisface phi, que la cardinalidad de los naturales es menor que la del continuo,...), una económica, jurídica o, en cierto modo, radiactiva; unas son definiciones, otras ... Ante ese cartel, decimos, señala que dos de las ecuaciones son la misma.
Existen dos tipos de personas: las que dirían que hay treinta y seis ecuaciones, que son las treinta y cinco de que se parte y la ecuación sobre ecuaciones que afirmase la equivalencia de dos de ellas; las que dirían que sólo hay treinta y cuatro ecuaciones porque dos son la misma.
Pero algunas personas oscilarían entre una y otra categoría, sin excluir ergódicos que no añadiesen una metaecuación al póster. Caracteres duales. Son tres tipos en total, ¿o sólo hay uno?

jueves, noviembre 02, 2006

Lo fractal

Dichoso el punto que apenas tiene dimensiones, y más el polvo cantoriano ... que un polvo es un polvo, pero la carne luego dice Rubén que no.
Autorizadas opiniones las hay de todos los gustos. Alejadas o cercanas las unas a las otras. La medida y la dimensión de las opiniones es materia deleitable y, por eso, su estimación es elástica. La defensa de cada tesis bordeará lo atrabiliario. Esencia sin medida, que decía Villamediana.

miércoles, noviembre 01, 2006

Indiscernibles

La pluralidad de lo mismo. Un menú de monotonía políticamente correcta en la tierra de todos los progresos. Y los sutiles distinguidores, con sus paréntesis siempre preparados para emparedar los procesos que les acaban de igualar.
Pero esa igualación es la fuerza de las cosas, pero no la fuerza de las cosas que parecería estar actuando desde los tipos de Wilfredo. No la verdad de la nación milenaria que puja ctónica o ginctónica. Más bien la verdad de los indiscernibles y su gâteau des indiscernables. Obran a favor de una prensa pentatónica o pentagintónica, con su iconografía de los cinco alegres abanderados. Un mundo para los cinco hermanos thunderbirds, tan queridos de su padre, quien, sin embargo, ha de marcar las distancias y revelar el nombre de su preferido si hace falta. Es la nunca bien ponderada bendición del gitano: Que no vengan más, que bastante estamos.