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lunes, mayo 07, 2012

Un samedi à la campagne

A espaldas de tal vez la noche en un Cantábrico bajo la luna, de un cruce de tiempos que no de calles, de una bajera con todo el misterio de lo sublime y de la grasa de los frenos, el profesional se afana en laminar el jamón y en atraer a la concurrencia, que alterna el espectáculo cisorio, cuchillo y pinzas, con la terraza sobre el río (el cual disimula su meandro con la seriedad reposada de los muchos años de oficio hidráulico y vinatero).
Más tarde, a espaldas otra vez y quizá de un graderío o de los tejados de París, levantados cojitrancos por obra de un reflejo, a espaldas del 12 de abril de 1869, vemos al profesional que se lleva los trebejos de sus días, metálicos, atornillados, brillantes desde luego. Sin el pudor que incluiría una cartera de cuero, una con el vago prestigio de otros tiempos, pero que no disimulase la pesada música del acero al caer, un acorde como de cabeza cortada, o de cuello despenado.