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lunes, febrero 08, 2010

Coucher avec mon moi

Tenuemente avergonzado por su incompleta formación, afirma llevar ya bastantes días yéndose temprano a la cama para allí aux lueurs des lampes que decía algún otro, leer los fértiles tomos que exige su ideal.
Sin embargo, el sueño le llega, le está llegando todos esos mismos días, sin darle tiempo tan siquiera a apagar las lámparas eléctricas con su número de watios y de bujías, el libro que rueda sobre la colcha, rodillas o muslos, caderas abajo, los párpados vencidos. Sin haberlo casi abierto, sin haber llegado a la página en que su materia propia se haya coagulado en la sabia disposición tipográfica, sin haber llegado a las palabras, palabras, palabras. Y sin saber si es de él de quien habla, de te fabula narratur. Sin separarse o volver, sin apresurarse tampoco hacia una mujer que tal vez le espere en algún sueño, poco serio o de trascendencia diurna. Desmiente alguna interrupción breve, una luz bajo la puerta, unos pasos arriba, despertares apolíneos de un sueño dulce, la mañana por llegar, tal vez para responder a la pregunta de Marcelo sobre las cosas que suelen aparecerse por la noche.