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lunes, octubre 31, 2022

Dietario laboral: propergol para las ideas

Unos años de ejercicio de la enseñanza sirven para confirmar la tesis de que las dificultades intelectivas se esconden en los lugares más insospechados. Así, es posible haber aprendido incluso algo más que los rudimentos de una disciplina y haber llegado a conocer sus leyes y métodos básicos y haberse familiarizado con sus cuestiones elementales y, sin embargo, ser también el caso que al alumno -y a todo Cristo- le aguarden añagazas y emboscadas. Sirva de ejemplo, la teoría del cohete -la precisa para resolver los problemas iniciales-, la cual requiere de una iniciativa previa, de un salto que nos abra la puerta a esa familia de problemas.

Estas consideraciones y otras del mismo estilo nos ha expuesto esta misma mañana mi amigo José Luis Olmos, profesor jubilado y pintor al óleo. Nos las ha expuesto a Joaquín Almazán, notable maquetista jubilado que ha trabajado para muchos estudios de arquitectura, y a mí mismo. Diré que lo ha hecho de forma sintética, pero convincente.



Quos ego


Joaquín ha completado la teoría de José Luis con su propio desarrollo de la teoría de los problemas de la escalera mecánica, problemas que no requieren el dominio de ningún arcano del álgebra o de la mecánica, pero que causan un estupor inconmensurable en el alumno y, cómo no, en el docente confianzudo y patanesco. El lector sabrá probablemente de la peculiar dilatación y contracción del espacio recorrido que supone una escalera mecánica, incluso en el más antediluviano de los grandes almacenes. No entraré aquí en el arduo asunto de estas contrapartes discretas del ascensor, un vehículo no inusitado en el género de terror.

Por no ser menos, yo he hablado de otra familia de problemas que me he inventado para la ocasión, la de aquellos que estudian la relación entre la tinta gastada en la impresión de una partitura y los armónicos producidos en la ejecución de la música que representa, un territorio interseccional de la ingeniería gráfica y el análisis de Fourier apenas explorado y que abunda en paradojas salvajes.

Cuando me han solicitado detalles, he silbado.

domingo, octubre 30, 2022

Dietario laboral: descalabros

Las clases de eso que se dio en llamar educación física, siempre con sus dosis metafísica de "ánimo, tú puedes", prolongadas en los años adultos en prácticas más o menos insustanciales y a la moda, propiciaron un número no despreciable de descalabros, sucesos siempre inmediatamente seguidos por la risotada inevitable de la concurrencia, felices los sanos y salvos de no estar dando el espectáculo al que el pino, el potro, el plinto, el caballo, la mera colchoneta servían de indispensable tramoya.

Nótese que había una diferencia tremenda entre los descalabros debidos a la torpeza o a un azar desgraciado, que se daban cuando  se trataba de un volatín o pirivuelta, y las lesiones que podían darse en el desarrollo más o menos aguerrido de un deporte de contacto. Y ello de tal modo que, en general el descrédito que proporcionaban los primeros se transmutaba en una inequívoca marca de honor o de coraje en el segundo de nuestros supuestos.

El mayor descalabro de mi vida gimnástica tuvo lugar en casa de mis padres, yo tenía once años y estaba andando sobre las manos por el pasillo. Al entrar en la cocina, perdí el equilibrio y di con los pies en una olla con caparrones en pleno hervor. Me cayeron encima continente y contenido y las quemaduras fueron de cierta entidad. Desde entonces, he mirado esta práctica deambulatoria con cierta prevención: si la mesa es el suelo de las manos, no hagamos del piso una mesa.




ἢ στέφος ἢ θάνατον


Los deportes de equipo convencionales me han aportado la experiencia de varios esguinces y otras bagatelas escasamente traumáticas, pero recuerdo un día en el frontón, en que a un contrincante que había perdido el punto, le dio por lanzar la pala al aire, más o menos en una trayectoria horizontal y girando sobre un eje normal a sus caras mayores, caras perpendiculares a la cancha sobre la que estábamos plantados. Me pasó por delante de la cara, yo diría que a no demasiados centímetros. Digamos que a no demasiados decímetros.´

Situaciones de este tipo en que la torpeza de alguien no ha de redundar inmediatamente en su propio perjuicio pertenecen a una tercera categoría, que ha de separarse de las dos antedichas. El gracioso suele reaccionar en una sutil combinación de disculpa y sonrisa, perfecto sabedor de que la madera volante no le va a dar a él. El gesto, una de las modalidades de la reacción a la frustración, puede verse también como un rito por el que la torpeza con un instrumento o herramienta se convierte en exhibición de una habilidad relativa a ese mismo instrumento. Como quien se sacude de encima una carga biográfica. Como quien se la sacude.


sábado, octubre 29, 2022

Dietario laboral: vacunas

En no pocas ocasiones los dislates se construyen sobre analogías bien intencionadas. No es difícil desvelar el modo en que una analogía simplificadora con pretensiones didácticas ha acelerado el mecanismo de constitución de explicaciones tan catastróficas como populares, ilógicas y desinformadas.

Lo que tenemos entonces es que las teorías absurdas, pseudocientíficas, las llamadas conspiracionistas no son absolutamente ajenas a los métodos que se les oponen, condición esta que dota a aquellas ideas, tesis y floridos razonamientos de una potencia retórica inesperada.

En consecuencia, aquellos numerosos individuos que se dedican a la llamada vulgarización o divulgación han de ser conscientes de lo peculiar de su empresa, la cual no tiene nada que ver con la enseñanza de los rudimentos de una disciplina.




"piccolissimi quanti"


Una prueba de esto último es que padecen los llamados divulgadores de una propensión notable hacia el desparrame ideológico y hacia la ostentación de una cierta filosofía, de la espontánea de los científicos o de alguna parecida.

Por lo demás, cómo no recordar las imágenes populares de las pruebas clínicas. Mi favorita es aquella transformación interpretativa que llevaba a decir a una nuera del paciente que la cosa era seria porque "tiene velocidad en la sangre", esto es, que el flujo sanguíneo echaba unas carreras por venas y arterias que dejaban a la paradoja de D'Alembert y a la de Diderot en un par de tonterías, aunque yo, que recuerdo haber oído más de una vez la expresión entrecomillada, siempre me he preguntado si los que corrían eran los glóbulos y demás corpúsculos por una corriente no demasiado brava, o si esta era, al contrario, estruendosa y sorteaba hábilmente los obstáculos que eritrocitos, plaquetas y demás le suponían. No puedo volver a aquellos años y preguntar a mis involuntarios informantes, informantes no sé de qué.

viernes, octubre 28, 2022

Dietario laboral: carteleras

Acabo de hablar con José Antonio R. F., quien no ha podido resistir a la tentación de llamarme hace un rato, a eso de las cuatro y media de la tarde. No demasiado lamentablemente a José Antonio R. F. le recordamos los compañeros por el caso de la cartelera robada en la calle General Mola. Mediaban o quizá se agotaban los mil novecientos setentas y José Antonio aprovechó un descuido de quienes renovaban la publicidad de las películas en exposición -era en la calle en que cuando se trataba de afectar un rigor no alejado del de la muerte, algunos comerciantes llamaban del General Mola- para hacerse con una de aquellas cartulinas o cartelas, no una cualquiera, sino una que mostraba a Edwige Fenech, entonces en su ἀκμή, tanto en el sentido original como en el del Coyote, una actriz que incluso podría haber aguantado el severo antropónimo de Eduvigis.

Y a eso voy. Por un extraño azar que se dibujaría en algún lugar del encéfalo de José Antonio, en una de esos procesos en que a la rosa desplaza el nombre de la rosa, nuestro amigo perdió interés por la persona y lo adquirió por su nombre, tan germánico y , en cierto modo, tan redundante. No es este lugar para pormenorizar los episodios de tal metamorfosis libidinal, la cual -por otro lado- deberíamos documentar con una metodología adecuada que sobrepasa los límites de nuestras ganas.




This is not 'Begin the beguine'


El asunto es que se convirtió en un experto en Hedwiges, Eduvigis, Edwiges, Jadwigas, Hedvigas y hasta en Hadewijges, hasta el punto de que hace unos años publicó a sus expensas un librito sobre el particular que, dentro de un momento, me pondré a buscar por las estanterías.

La llamada de José Antonio ha sido la de un personaje decepcionado, abatido testigo de la humana ineptitud y otras pamemas. Seguro que dentro de un rato me llama Luis Martínez para darme la matraca con Ruysbroeck, "de Wonderbare" (abstenerse de metátesis), que seguro que, pentecostal y visionario, no se abstiene de intentar el neerlandés.

jueves, octubre 27, 2022

Dietario laboral: el subdelegado

Anuncia a la profesora que tienen algo importante que comunicarle, pero que lo hará el subdelegado al final de la clase.

Decide ella entonces que sea el mismo delegado quien comente la diapositiva que justo entonces está proyectando y que, sobre la pared, dibuja a una colección de espectros que oscilan entre lo oscuro, lo borroso y las sombras de un gracioso que se interpone por un momento.

Al silencio de él, opone ella un "bien, qué me dices" y él le repite que será el subdelegado el que proceda. Soluciona ella el equívoco, pero nadie sabe que en esa subdelegación hay algo ya de precisa perífrasis, a lo que nada de interés añade la palabra "soldados" que él pronuncia, ni la pregunta "¿soldados de qué clase?" que formula ella.



effuso agmine abire


Dios sabe por qué él recibe exactamente a las once menos cuarto su dosis de inspiración y es capaz de ensartar cuatro adjetivos en una oración no demasido alejada de la gramática y avecindada en terrenos próximos a la retórica de las escuelas. Ella se da por satisfecha y se anima a una breve lección un tanto incongruente en que los alumnos oyen algo acerca de suciedad y de luz y de que el cuadro fue más grande de lo que es ahora, lo cual provoca una asombrosa reacción al unísono, la del "oooooh" que festeja lo grande como desviación infantil de lo sublime, que se dice como si este no fuera sino una versión artificiosa de aquel.

Estamos en el curso 1975-76, que avanza por un febrero desangelado como por un río sin orillas y sin perros al sol. El 14 de setiembre anterior, a Franco le quedaba por presidir algún que otro Consejo de Ministros y a Alejandro Rodríguez de Valcárcel algunas sesiones de las Cortes y un Consejo de Regencia, y ese mismo día, según la mayoría de las fuentes o el anterior según otras, Wilhelmus de Rijk la emprendió a cuchilladas con los arcabuceros, con su capitán y con el del tambor. En febrero de 1976 faltaban unos dos meses para que de Rijk se suicidase.

"¿Qué era eso tan importante que tenías que decirme", pero ya todos habían salido del aula, aún en penumbra, cortando el haz del proyector, más bien dorado y polvoriento, y el más pálido que se asomaba por la puerta.

miércoles, octubre 26, 2022

Dietario laboral: claros varones

Es un hombre gritón y sexagenario. Gritón, decimos, y apura su voz como para dejarlo todo muy claro, especialmente a su mujer,  silenciosa y algo más que estropeada, que se sienta junto a él cuando él no se ha levantado para comentar algo a la camarera, quien parece dedicar algunas palabras a la mujer, que quizá sonríe. El hombre se ha vuelto a levantar, ahora para recuperar un periódico. No se abstiene de vociferar comentarios pueriles. Fastidioso, incongruente, va del fútbol a la política local y después al alcantarillado de una cabeza de partido.

Algo solicita el hombre y se extiende en precisiones igualmente pueriles. Ahora, se descubre en la mujer una mueca congelada. Luego llega la hora de irse y lo proclama por todo el establecimiento, Obediente, la mujer marcha de su brazo y musita -es la primera vez que me veo obligado a escribir este verbo, pero no estoy muy seguro- un adios torpe y que habita vecino a la región de lo inaudible, temerosa.

Día tras día, el parroquiano comprueba que por allí aparecen, y repiten la escena. Él sugiere algo (u ordena, se le antoja al testigo de muchas marras al compás del marido avasallador). Y siempre interrumpe los intentos de la mujer callada, reducida. Día tras día.



アルツハイマー病

O los interpreta, ya los conoce de sobra si algo hay que saber, acostumbrado a ocultar su desesperanza. La ha vestido por la mañana, la ha sacado a la calle y la ha atendido en aquello que nunca supo, fuerza la espita y blande el mejor sucedáneo de una alegría que ha encontrado esa mañana en un cajón de la cómoda.

Tras unas semanas de conocer a las personas, el parroquiano calibra mejor el drama, pero tampoco podemos pedirle demasiado, él solo va  allí a beber.

martes, octubre 25, 2022

Dietario: lectoras

Las mujeres leen. En la pintura leen mujeres famosas a las que, sin embargo, no se las conoce porque tal sea cosa propia de su actividad profesional. Los hombres también aparecen lectores y escritores, como Marat, por ejemplo, que al parecer era capaz de atender varias y anfibias tareas a un tiempo.

Recurran otros a las arduas teorías que nos hablan de la lectura bajo teja, como la uralita, o al aire libre, no siempre en un "entorno acotado", que es sintagma que recuerdo de mi juventud estudiosa y que, aplicado a la pintura, viene a decir que los óleos, los frescos y las temperas son numerables, lo que a su vez viene a simplificar un tanto los inventarios de los museos.




multi atque multa


Por lo que hace a María de Betania o a la Magdalena, por no errar, que aquí las cuestiones de Sinn y de Bedeutung son muy divertidas, su leer es callado y preambrosiano, y contrito como el llorar, que también le es propio.

Las mujeres leen y algunos hombres recitan sus poemas, como Alfred Lord Tennyson, al que aún en el Trinity College cantabrón le hacemos recitando a cantazos silábicos, como del yambo número cinco o del yambo número ocho, no sabemos si cantando a las hijas de Héspero o a las sobrinas de Eósforo, que en esto del recitado también suelen liarnos Sinn y Bedeutung.

lunes, octubre 24, 2022

Dietario laboral: Retratado

Recordamos las clases de historia y el cientifismo meramente intencional del profesor que, muy de cuando en cuando y tas hablar de inflación, bancarrota y cristianos viejos, condescendía al episodio o al mero individuo, a la mera nariz. Desmayo galán nos conduce a alguna hipótesis vodevilesca sobre los hijos de Margarita de Austria, pero no hay tal y fue gente que murió joven, la mayoría de entre ellos sin tiempo para dejar bastardos aunque con  un destacado outlier, y que nos mira desde uno o varios cuadros.

Por el tiempo en que yo me aburría en las clases de historia, ganaron fama algunos esritores en lengua española que hallaban especial deleite en la ridiculización de los limitados miembros de la casa de Austria y de la de Trastámara si se ponía a tiro. Nada nuevo. Ya nos habían dado la murga con alguna ópera y otros entretenimientos de ese jaén (sic) que decía el poeta, y seguramente decíamos nosotros en aquellos años donde estábamos haciendo la Transición, no sabíamos de dónde ni a dónde, pero eso está ya en los libros de historia.



estote simplices sicut tetrahedra



También es cierto que el siglo XVII lo pasábamos a una velocidad tal que la distorsión producida debió de alcanzar y afectar a perpetuidad a nuestros sentidos internos y a nuestra memoria episódica. Así, por ejemplo, cierta tarde el profesor antes aludido tuvo a bien informarnos de la confusión, quizá intencionada o querida, de Manuel Machado acerca de Felipe IV y sus pálidos hermanos. Recuerdo y concluyo con lógica implacable que el hombre debía de estar llevando a cabo un experimento con nosotros, pues al cabo de las semanas nos preguntó sobre el asunto que premiosamente nos había referido y recuerdo que entre unos cuantos elaboraron una respuesta coral, según la cual Manuel Machado había sido virrey de Portugal, pero Velázquez lo había pintado mal y desvalido. Este último detalle, como apreciará el lector, introducía un nuevo elemento sin duda esencial en el rol de dramatis personae. Para que luego digan que la memoria no es creativa.

Estos recuerdos de clase siempre se me pintan en un ambiente otoñal, de tarde gris, como si las clases nunca hubieran sido dadas en mayo o hasta en junio. Debe de ser el cambio climático: una tarde parda y fría, pero de otoño.



domingo, octubre 23, 2022

Dietario laboral: la zaragozana

Las tardes de mus ameritan su crónica detallada y sus comentarios al margen. Ahora bien, en el juego se debe canónicamente impostar una seriedad dos o tres pasos más allá del rigor de los doctores y, lógicamente, eso nos merece la mayor de las faltas de respeto.

Pues la seriedad es un sucedáneo de la épica de altura y, como el de chocolate, revela su consistencia farinácea que apenas transige con oráculos tan potentes como aquel de "pequeña ganar, partida perder", que nos recuerda fonéticamente un poco a Thunder in the Sun, pero con los papeles cambiados.



et in nevada ego


En mis participaciones en la ceremonia del mus, el observador atento (pero qué observador se hubiera fijado en tal cosa), habría percibido una cierta propensión a la heterodoxia invitatoria, lo que provocaba el desconcierto y la desaprobación entre la concurrencia, siempre amiga de la ortodoxia, la cual solo es atrevida cuando las posibles pérdidas son mucho menores que las del adversario o cuando, con una aperiodicidad digna de la RENFE, es hora de lanzar una amenaza deíctica para sembrar el virtuoso terror.

Pues ha de tenerse en cuenta que el juego es la forma de aburrimiento más sutil de la que disponemos los humanos y no conviene nunca tomárse en serio, porque el juego es un drama y la épica es otra cosa, y ninguna de las tres importa.

sábado, octubre 22, 2022

Dietario laboral: recursos didácticos

Recuerdo las clases de matemáticas de quinto y sexto de bachillerato, pero las recuerdo poco. Las de quinto eran por la tarde y las de sexto por la mañana. Tuvimos el mismo profesor los dos años. En el segundo de ellos, esto es, en sexto, Franco se murió y no pudo superar la primera evaluación.

Las recuerdo poco quiere decir que me cuesta recuperar situaciones o diálogos, aun transformados o convenientemente idealizados o falsificados, aunque alguno hay en el repertorio. Por lo que hace a la doctrina, me pregunto qué permanecerá de todo aquello, del programa de quinto y del de sexto, pues si buena parte del alumnado aprovechó si acaso las enseñanzas no ya en dosis homeopáticas, sino genuinamente infinitesimales, sin duda algunos compañeros cursaron con un rendimiento aceptable o más que eso.



εἰ τοῦ μεθύσκεσθαι πρότερον τὸ κραιπαλᾶν
παρεγίνεθ’ ἡμῖν, οὐδ’ ἂν εἷς οἶνόν ποτε
προσίετο πλείω τοῦ μετρίου. 


Esto nos conduce a una paradoja inesperada, o no tanto. A saber, que el aprendizaje efectivo requiere un pago más allá del esfuerzo propio del estudio y que, si se trata de encontrarle un análogo, este no puede ser otro que la resaca, una resaca nihilista y que nos demuestra, sin embargo, que toda actividad y todo conocimiento nos reserva en algún momento su cuota de nostalgia; que nuestras acciones hayan sido virtuosas, irreprochables y hasta estratosféricas y no lo contrario no nos libera de un peaje diferido y también repetido en los momentos bajos. Imagino yo, al menos, que no sé si algo aprendí o más bien nada. Va a ser que la letra con sangre entra, una sangre que llegará más pronto o más tarde, y que no hay buena acción que quede sin su justo castigo.


viernes, octubre 21, 2022

Dietario laboral: Paseos

Algunos meses después de su muerte, sin que sepamos por qué, se comenzaron a contar historias ambiguas, situaciones de cuya razón un día supimos sin que ahora ya guardemos memoria.

Recordamos una tarde cuando nos lo cruzamos por el monte, más por el nuestro que por el suyo, solo y  a deshoras. Obligado por el paraje de enebros y aulagas, nos hizo saber del motivo de su andanza, suavemente verosímil. Ahora que recordamos el encuentro, hemos olvidado sus palabras y, para colmo de complicaciones, sí que nos regresa o imaginamos un tono un sí es no es dudoso, ambiguo, irregular; una cadencia, ahora que (en este momento preciso del retorno, los tres juntos) camina cuesta abajo, como la de quien ha concluido una tarea que se impuso en un momento de imprevisión.



per fenestram in aenigmate


Queremos que el amigo muerto aparezca ante todos lo que se llama una figura realmente atractiva, interesante, de volumetría y claroscuros que escapen o que se hundan en el papel, con recovecos que pidan a gritos algún prosista que se columpie en la hipotaxis. Y ese deseo se prolonga hacia nuestras postrimerías, de las que poco sabemos, hacia nuestra mínima fortuna crítica, que se dice.

En el otoño, la tierra y el cielo nos recubren como si habitásemos en el interior de una cúpula aplastada, de platillo apuntemos en primera aproximación, pero que tras las nubes esconde insospechadas alternancias de lo cóncavo y lo convexo, lenticular e infinita. En el estrecho horizonte encontraremos al amigo, esperamos que elocuente, pero con cierta propensión al misterio.

jueves, octubre 20, 2022

Dietario laboral: brutalismo onírico

Recuerdo algunas viviendas con aire de oficina antigua o más bien moderna en un tiempo ya pasado, ceniceros metálicos con vaciador, archivadores incongruentes junto a unos discos imagínese usted por ejemplo de los Indios Tabajaras, más papeles que platos y una botella de coñac cispirenaico que detecta las letras a punto de vencer; casi todas las camas, sofás cama; neones y flexos.

Abduciré estos recuerdos de una identificación apresurada con tipos humanos que pudieran alegarse aquí, gerentes de medio pelo, agentes comerciales, animosos promotores de gestorías incipientes, y parece que esta utilización alegre del verbo 'abducir' no es muy de Charles Sanders Peirce, sino todo lo contrario.

Conservo recorridos por los pasillos de viviendas cuyos moradores se servían de armarios contundentes, de madera que caía a plomo, cubos en los cubos que eran los dormitorios que apenas daban luz a un pasillo ortogonal, vanos de marcos grises, estancias nubladas; alacenas que solo podrían referirse a alimentaciones antiguas, de las que el visitante (salido de su tunel del tiempo y de olfato no habituado), recibía noticia nada más traspasar el umbral del inmueble.



ego et mulier haec habitabamus in domo una


Contrapongo imágenes de más ligereza arquitectónica y mobiliaria, de luz menos funcionarial y más diurna hasta de noche. No sumo en este párrafo los olores que son propios de unas memorias y de otras, en particular me abstengo de cualquier sinestesia a propósito del olor del tiempo, de los ciclos encerrados en una estancia en que, sin venir a cuento, uno se ve obligado a dormir en un viaje interrumpido.

Contrapongo a la contraposición la identidad que nos espera en el último cajón de la cómoda: uno y otro caso nos hacen pensar en domicilios ajenos, uno reconoce las costumbres que allí imperan, pero siente un ligero desvío, unos usos irreconciliables con su infancia y con el lugar que piensa que debe ocupar cada cosa y cada gesto, la botella de leche, la jarra de agua y la revista en el revistero. 

Conservo también el desconcertante recuerdo de los hoteles a medias renovados, habitaciones de mortecina luz y de colcha oscura en cuyo aseo, reformado e inquietantemente luminoso, se ha incurrido en una grifería que adornada de algún jeroglífico hídrico de novísima concepción.

Aduciré testimonios y reliquias, pisos de estudiantes sin historia y otros que se protegían a sí mismos (pues no había otra cosa que preservar) con espesas capas de mugre y las aún más untuosas de lances familiares de algún interés, a juzgar por los indicios que -supervivientes de los sucesivos pobladores- resistían el paso de las horas y de los climaterios: llaves a ninguna puerta, alguna foto o algún marco de foto desvencijado en un cajón, un utensilio de cocina más indescifrable que el jeroglífico del hotel que dijimos, un amago de colección de sellos incomprensiblemente derelicta bajo el costurero, un libro del Dr López Ibor de antes del climaterio.

Recuerdo una conversación en que clasificábamos el mobiliario según la esbeltez o la rotundidad de las bases sobre las que cada mueble se soporta. Yo nací en un tiempo en que la formica y otros laminados habían tomado posiciones, con la desenvoltura que caracteriza a la infantería ligera, en las viviendas venidas de la nada y, en esperable consecuencia, los muebles robustos me causaban un desasosiego próximo a aquello de Freud, de lo Unheimliche que decimos los pedantes en los ratos libres, esto es, que no nos daban miedo, pero que algo nos daban. Y ahí siguen, a la vuelta de cualquier esquina.


miércoles, octubre 19, 2022

Dietario laboral: masa

El hombre masa es el hombre pan o pan hombre, sin cocer o cocido, amacerado o ácimo, no blándulo que diría aquel gran taxista y lector de Adriano más allá de toda duda.

Por algún motivo extraño alguien indica que este año se cumplen noventa y cinco, otro sugiere que uno más (1), y otro prevé un centenariazo, de La rebelión de las masas, una película muda de terror ambientada en una tahona. Diez años después, u once, a su autor le dió por añadirle un "Prólogo para franceses" y un "Epílogo para ingleses"; no hubo un escolio retorcido para panaderos, perol sí un apéndice de título "Dinámica el tiempo".



Θρόησε δὲ λαὸς ἀπείρων


A mí me gusta de este libro que luzca el número 1 (ó I) de la Colección Austral y de sus portadas indescifrables, y no lo digo con el propósito de proclamar una tontería completa. Más bien y por ello, le tocó interpretar un papel inaugural, vamos a corregir y poner que auroral, en una empresa que concentró buena parte de nuestras lecturas, que comenzaron en el bachillerato o quizá antes y que todavía frecuentan curiosas esa versión del infinito que es el Índice de autores de la colección, de Abentofáil (sic) a Zweig por citar dos.

A lomos de la paradoja, los muchos libros juntos en esta colección no se masifican, destino común del hombre ("bound by his bilboes", que decía el poeta) y de los libros ("bound and governed words", que decía otro), y pueden gloriarse de su individualidad, técnicamente de agruparse, si acaso, en géneros posteriores. 

No podemos decir lo mismo de los sedicentes lectores de Ortega,. Un tiempo hubo que si partidarios del Mann, der es vor Heidegger gesagt hatte, resultaban todos iguales y amogollonados y con tendencia a ocupar las butacas de preferencia, partículas de la masa provinciana, una variedad pudiente de eso que no le gustaba a Ortega, algo que era- en fin- lo peor que podía pasarle a filósofo tan europeo y que salía en el bachillerato en que leíamos los libros de la Colección Austral.


(1) Así ha sido esta misma mañana, "histórico", que decía el otro.

(2) Y más provinciana en la capital.

martes, octubre 18, 2022

Dietario laboral: that'll be the day

Anotar el día en que una tarea no sale o no sale porque cometemos un error indigno. Saber que no es casual y que no hay retorno. Quizá la edad nos va ya condenando a atajos o circunvalaciones, porque el camino que solíamos tomar en los días soleados hoy nos dejó en el punto de partida sin habernos permitido visitar ningún paisaje. 

Anotar mal ese día porque nuestra memoria del calendario semanal o mensual tiene alguna gotera por la que el tiempo, convertido en un líquido untuoso pero no demasiado y de color ocre, escapa hacia no se sabe dónde ni cuándo.



Hic est vobis id solvendum


Comprobar que a esa tarea debida e imperfecta le acompañan otras igualmente fracasadas, algunas con cierto aire de familia y unas cuantas de apariencia más exótica. 

Comprobar que sí que habíamos realizado bien la tarea, pero que luego nos pareció mal hecha porque vimos un error nefando donde no lo había.

De lo que se concluye que este es el pésimo caso y que estamos aun mucho peor de lo que temíamos.

lunes, octubre 17, 2022

Dietario laboral: el hispanista

Todos los años, más tarde o más temprano, aparecía por nuestro rincón el hispanista, a medio camino entre el mercante de maravillas y el taumaturgo de mercancía dudosa con un poco de bululú. Esta figura a quien se encomendó la verdadera y discreta Formación del Espíritu Nacional (entiéndase que en cada uno de nosotros en su variante individual, porque el espíritu total, digamos, es de suponer que ya lo habían formado), la que ha predominado y se mantiene hasta nuestros días, formación que se caracteriza por la consigna siempre fielmente seguida de que mejor no leer y, si se lee, hacerlo con los ojos cerrados.

Como este espíritu nacional suele adquirir el formato de una narración que se quiere histórica, había que evitar que algún descuido menor la resquebraje. A tal evitación contribuía alegremente el hispanista, que ejercía un paternalismo en el que su elección académica bailaba agarrado con la indiscutida superioridad de su nación de origen, pues si su imperio había resistido más es porque el nuestro había sido solo un simulacro fallero o, en cualquier caso, peor que el suyo. Pero lo cierto es que esto era justamente la condición de posibilidad de esa elección académica que se encontraba en el minuto cero de sus repetidas visitas.

Sucede que la historia de un país es un objeto que se usa de una manera paradójica, y ello incluye a quien protesta de esencialismos y otras vainas como si él no lo hiciera. Constituido el marco narrativo general, se acabó la historia como interacción con restos y documentos que pudieran hacer tambalearse  a aquel. Si en España uno no comía, nadie comía y en todos los demás lugares tenían que poner sordina a los regüeldos. Este silogismo es de los que refuerzan el relato. No vaya usted a comparar hambres por si acaso. Hay que decir, con todo, que estos alegres refuerzos son más frecuentes entre filólogos, historiadores del arte, edgarallanpoes y cineastas checos de variado pelo, menos rigurosos y más eficaces, quizá de una eficacia más superficial, pero muy pregnantes, que dicen algunos.



amanuensis


El efecto es parecido al que alguien advirtió con la filosofía y su historia. ¿Cómo se compadece la filosofía con una historia de la filosofía que solo puede referirse a errores y, si no, solo puede negarse a sí misma como historia y convertirse en una teoría de la historia, dejando en consecuencia de ser historia?

Parecería que la Historia (la pongo ahora con mayúsculas, pero ya lo tenía que haber hecho antes más de una vez) solo puede escribirse desde el fin de la historia, un fin que determina el discurso como si verdaderamente lo fuese, ya exponga, y con toda su buena fe y hasta con su buen método, coartadas el historiador. En cualquiera de los casos, quien pretenda cambiar el marco general puede verse sometido al mismo remolino, y recibir palos parecidos. Su habilidad será proceder a una descarga de la sustancia que el discurso aceptado ha ido condensando y no pasarse de vueltas en la fabricación de otra.

El hispanista incluía en su fraseología elementos destacables. Por ejemplo, no diría "uno coma cinco", sino más bien "uno punto sinco"; o dirá "post preerasmista" y cosas aún más inquietantes. Después de decirlas, el hispanista marchaba a su hotel escoltado por una muestra representativa de la afición. Igual hasta echaba un polvo, moeurs de province.  


domingo, octubre 16, 2022

Dietario laboral: Breve recorrido parasitario

Las ferias, las de libros viejos y de reestreno, las ferias que pasean los arduos volúmenes por la geografía autonómica sin desmayo, sin fatiga, baúles de la conocida artista, esas ferias nos reciben con nuestra misma cara, otra vez ellos dicen y se anuncian unos a otros, caseta tras caseta, en una alarma clientelar y silenciosa para mayor salvaguardia.

Un ojo atento y una memoria trabajada nos permiten sopesar los viajes perianuales de los saldos editoriales, de los que nacieron para ello y de los que brillaron un día hasta que marcharon a oscuros almacenes, o a protagonizar vaya uno a saber qué película de dibujos animados.



Libri lintei


Los libros en sus ferias se miran a unos a otros. Uno de los libros es lo real: una piedra, una moneda o un mondongo en su versión impresa ejercen de realia, y otro libro se esfuerza en su papel de representación y espejo. Así es la vida de los libros y de sus lectores, los cuales se miran también unos a otros sospechándose recíprocamente lectores incansables, o ideales según ya anticuado calificativo, y se adornan con los volúmenes más o menos irreprochables cuya compra o consulta no supone mancilla o menoscabo de su curriculum lectoris, que se les supone en la cartilla de lecturas que nos acompaña a todos.



nulla est redemptio


Decido adquirir libros que no me interesen nada, que no me interesen nada positiviamente, escritos en lenguas incomprensibles, opacas y ajenas a cualqier esfuerzo, con una letra microscópica e inaccesible. Compro dos cuadernos de cuadros y me voy, que ya es hora.

sábado, octubre 15, 2022

Dietario laboral: do quid ut des pro quo

En ocasiones nos es útil la simetría y en otras a un nosotros exclusivo, lo es alguno de sus contrarios, esto es, alguna asimetría que nos beneficie sin que lo parezca o pareciendo todo lo contrario.
Esta es la fórmula  a la que durante muchos años se acogió explícitamente nuestro compañero Errandonea, el cual se presentaba a sí mismo como filántropo a tiempo completo para pasar luego a exponer la doctrina con cuya versión sucinta hemos iniciado este escrito.
Sin embargo de la claridad de su credo, Laborda era mal calculador y sus iniciativas solían producirle algún perjuicio menor, el que se da propiamente en las vidas tranquilas, esas en que predomina el convencimiento de que la sangre no llegará al río. Ahora bien, a la larga podemos concluir que todo error de cálculo mantenido o repetido es garantía de triunfo personal: como quien dice que la excepción confirnma la regla, pues eso mismo.
Los cálculos confusionarios de Errandonea, que aplicaba en cuestiones que a la postre ni le iban ni le venían, se probaron magníficos en no pocas circunstancias. En 1974 surgió una polémica notable en el Instituto al que acudíamos para el oportuno desasne a cuenta del torneo de ajedrez que mantenía entretenidos a los alumnos más excéntricos.
Alguien había señalado, y con razón, que no podían seguirse jugando eliminatorias a una partida en las que indefectiblemente una de las partes jugaría con la ventaja de las blancas y la otra, como no hará falta concluir, con la desventaja de su color.
Se propuso que las eliminatorias fueran a dos partidas con colores repartidos, pero se alegó que eso daría lugar a muchos empates y que, por otro lado, no era cuestión de multiplicar los juegos si no había necesidad, que es una señora que habitaba en otro negociado de las instituciones de enseñanza.
Hubo propuestas peregrinas y absolutamente desechables como, en caso de empate, dar más valor a la partida ganada más breve. El lector puede consignar aquí el grado al que el delirio reglamentístico estuvo a punto de alcanzar y ahora va a comprobar cómo alcanzó uno aun mayor.





mulgere hircos, iungere vulpes


El debate estaba a punto de morir de inanición, cuando Errandonea se descolgó con una propuesta revolucionaria: Se jugaría como siempre a una partida. Las blancas harían, tal como les corresponde el primer movimiento, pero entonces las negras harían dos seguidos.
No hará falta que aclare aquí que se trataba de una barbaridad de un calibre cosmológico. Le bastará al lector imaginar una partida que se abra con 1 e4, d5; 2 --, e4, etc. No era solo convertir a las negras en blancas, que nada arreglaría, sino permitir dos jugadas que posiblemente neutralizasen, por así decir, cualquier primera elección de las blancas.
Para sorpresa de unos pocos aún tenuemente racionales y de acuerdo con las más contrastadas leyes del destino, la propuesta triunfó y, a partir del sábado 16 de marzo del año antes nombrado, se jugó -haciendo escarnio de este noble verbo que nos remonta a una raíz indoeuropea que significa 'hablar'- de la manera dicha hasta que el viernes 3 de mayo, una circular emanada de la Jefatura de Estudios declaró nulas todas las partidas jugadas de tan peculiar manera y que, con todo, no habían procurado campanada mayor alguna en sus resultados.
Para ese día de mayo, se había olvidado que la iniciativa tuvo un ideólogo, que desde luego fue Errandonea, y en ello hubo cierta justicia porque él no era más responsable que los alumnos y profesores que, con una alegría propia de Reikiavik 1972, habían aceptado entre vítores y aplausos tan visionario arbitrio.
Errandonea entró en política a final de la década de 1970 y ahí debe de seguir, ocupando cargos oscuros, pero determinantes, de la organización que, como no podía ser de otra manera, vio en él al hombre apto para todas las ocasiones.

viernes, octubre 14, 2022

Dietario laboral: contemplados por lo siglos

El espíritu tiene estas cosas. Y a veces patente de corso. Pero en realidad no es el espíritu, porque entonces el contrario concreto y contralto sería necesariamente tan espíritu como el que va montadito en su caballo de madera.

De ahí que no valgan identificaciones sencillas ni decir este es el espíritu del mundo, por ejemplo, al frente de una federación deportiva o de  la República Galáctica. Esa capacidad no tenemos. La idea nos llega con un efecto doppler bastante sospechoso.



lo stesso Ferdinando, lo stesso Andrea Pagliai


En cambio, la liebre salta donde quiere con tal de que uno no la espere. Esta mañana, sin ir más lejos, me he encontrado con uno de los veteranos de mi viejo barrio, sentimental sparrow en northúmbrico, y me ha parecido más hábil que cualquier profesor revenido de Gymnasium. Eso sí, eran las diez de la mañana y ya parecía que iba un poco pedo.

jueves, octubre 13, 2022

Dietario laboral: La verità mi fa male, lo so

"¿Para qué mentir activamente si basta con ser perezoso?"  Debo la formulación a Labastida. No he hablado de Labastida durante años, pero (o porque) era lo más parecido a un genio que he podido conocer. Estábamos discutiendo antes de volver a clase acerca de un artículo de periódico que alguien había denunciado "por falaz, tendencioso y hasta antipropedéutico (sic)" y en el grupo parecía ir tomando forma la opinión de que el periodista había elegido sus fuentes de forma sesgada. Recuerdo que en esas estábamos cuando se acercó Labastida. Vino, escuchó y concluyó el debate con una intervención que a todos nos pareció feliz, insuperable "insuperablemente feliz y felizmente insuperable", como no se abstuvo de proclamar uno de los debatientes.

La ocasión a que me acabó de referir sucedió en el año de COU, en la cuaresma del año 1977. Pocos meses después, al final de ese verano, Labastida marcharía a estudiar Ingeniería a otra ciudad. Justo antes, un domingo nublado de principios de octubre, tomamos un autobúa, lo que se llamaba un coche de línea, y (por alguna razón para mí incomprensible o que simplemente ignoro) fuimos a parar a una aldea abandonada que décadas atrás vivió algun resplandor a causa de un intento minero que se quedó en nada, o en  unos muros y unas galerías inundadas. Caminamos un par de kilómetros, alguien parece estar al tanto de la geografía de la comarca, y a eso de las 12 de la mañana llegamos a nuestro destino, un paraje de vegetación descolorida y charcas tornasoladas que apenas acertaban a reflejar a los pajarracos negros que nos sobrevolaban con gran entusiasmo y que, de vez en cuando,  aceleraban en un picado hacia nuestras cabezas acompañado de unos graznidos un tanto descorazonadores.

Después de recorrer unas ruinas, una escombrera, un campo lleno de cascotes y tras estudiar cuidadosamente lo que parecía una vagoneta corroída y próxima a la disolución total en la comburente atmósfera (esto parece un motivo de Cela) del lugar, nos acercamos hasta el antiguo cementerio, lo rodeamos y, al fin, saltamos la tapia por el punto más propicio para ello.



legimus tamen etiam Ianum quadrifrontem fuisse


Las zarzas habían ocupado el recinto y todas las piedras parecían haber huido de la verticalidad o de la horizontalidad a que se debían acoger. De una lápida carcomida se levantaba, aun con mil abolladuras, una cruz de hierro un día tal vez adormada con lo que pudo figurar unas alas o la réplica metálica de un paño.

Creo recordar con precisión a un Labastida justamente lapidario: "donde la hoz no corta / y no bate el martillo". Algo nos podía sonar aquello; lo recuerdo pero nunca lo he consultado, ni siquiera en estos tiempos de internet. El lector podrá quizá descubrir la paráfrasis o la cita, completada o transformada, que se oculta en el comentario que dejo entrecomillado.

Dos años después me encontré a Labastida en un pasaje comercial, uno en forma de L que yo creo que evita todo el mundo. Contra mi costumbre, crucé por allí otro día lluvioso o quizá solo nublado, como si la distancia Manhattan supusiera atajo o alivio, y me topé con Labastida. Me pareció desmejorado, un tanto desdibujado, como aquel personaje de Conrad que se dijera hecho de cera y que hubiera iniciado una peligrosa fusión. "¿Santana, recuerdas? Der Saturnring wird... perdona. Quiero decir que lo que vimos aquel día fue un balcón de hierro colado desde el que los habitantes de Saturno toman el fresco todas las tardes".

Confieso que, al llegar a casa, escribí la frase. El infrecuente lector de estas entregas sabe que en las mismas abundan los últimos trances. Nunca he vuelto a ver a Labastida y tampoco he vuelto a saber de él.

miércoles, octubre 12, 2022

Dietario laboral: c'est la vie

Surgen los abuelos entre los que un día fueron jóvenes turcos de no se sabe qué república imposible, y como suele suceder cuando el desarrollo va recubriendo la génesis, ya ni son jóvenes ni nunca acostumbraron, los más de ellos, a ser turcos.

El caso es que surgen los abuelos en las cercanías como un tributo a las servidumbres y los usos demográficos, surgen con una militancia ribeteada de orgullo y ansiosa de reconocimiento sindical, y solo queda sumarse, ya sea como cooperante contingente, a los arduos protocolos que rigen las relaciones entre generaciones no consecutivas, protocolos que salen de la decantación de algún resultado colateral de nuestro ajetreo evolutivo desde primitivos jugadores de mus hasta sofisticados comentaristas de la obra civil, entiéndase esto tanto filogenética como ontogenéticamente.



anni vitae, quorum numerus ignotus est 


Surgen hasta punto tal que cualquier salida a la calle se convierte en una amena sucesión de emboscadas subatávicas y sorprendentemente subitáneas, y es que entonces ha sonado otra rara campana, heraldo de metal y ritmo que decía el subpoeta, y que viene a anunciar algo tan simple como estupefaciente, que si las cosas no venían dependiendo mucho de nosotros, ahora ya no dependen nada.

martes, octubre 11, 2022

Dietario laboral: la secta de los viejos

Aquel a quien aman los dioses muere joven, ὃν οἱ θεοὶ φιλοῦσιν ἀποθνῄσκει νέος, ni más ni menos, ni más ni menos. Aquel a quien esto no sucede es firme candidato para un festejado ingreso en la secta de los viejos.

Permítasenos el paralipómeno y recordemos aquí que dos tipos principales hay de sectas, aquellas en que uno sabe cuándo ingresa y lo sabe cuando ingresa y aquellas en que esto no sucede.

La secta de los viejos es el caso ejemplar de estas últimas. Por tanto, con el tiempo, algo después de la tácita admsión, hay que ir aprendiendo a reconocer las señales, si un día tenues, al otro, aplastantes. Algo análogo sucede con los agujeros negros, lo que no resulta extraño. Cierto es, sin embargo, que hay un día de tardía aurora, un día de epifanía apodíctica y hasta reumática en que uno tiene muy segura su calidad y cualquier negación solo será materia sin desbastar para el molinillo de un psicólogo.




Hoc animal animale equaliter in terra et in aqua vivit


Nada puede decirse, en buena consecuencia, de los procesos de iniciación, de los ritos de paso, que dicen los antropólogos y demás gente de mal vivir. Curiosamente, el Evangelio de Juan nos da noticia de un rechazo a los avances de un jovenzano: "Quinquaginta annos nondum habes et Abraham vidisti?", aunque es cierto que la respuesta de dicho joven es un hórdago sin paracaídas. Aquí la tiene en griego el lector para auxilio de su memoria: "Ἀμὴν ἀμὴν λέγω ὑμῖν, πρὶν Ἀβραὰμ γενέσθαι, ἐγώ εἰμι".

No conviene, en cualquier caso, forzar la máquina si uno desea adquirir la membresía de la prestigiosa asociación a la que nos venimos refiriendo. Su sede social definitiva no es otra que la que nos congregará a todos.

N.B.: Vaya el lector al final del capítulo 8 de Juan.


lunes, octubre 10, 2022

Dietario laboral: mildly strange grammar, mildly strange I

 Asisto extrañado, al revisar lecturas y compras de antaño (y en algún momento del pasado condenadas a una caja), al descubrimiento imaginario más o menos sorprendente de quién era yo, de qué hice o de qué leía en algún timpo de mi vida, ya difícilmente datable. Como en algunas ocasiones he vuelto a  algunas lecturas de esas de antes, me pregunto si no se cumplirá aquí la correción a Hegel con que Marx abre su 18 Brumario (el suyo no, el de Luis Bonaparte), aquello de la tragedia y la farsa.

Es curioso también que haya olvidos completos, absolutos, que nos llevan a elaborar alguna hipótesis donde conviven Rocambole y María Sarmiento, la gone with the wind y la que apoyó a La Beltraneja para mayor confusión si cabe.



speculum continet historiam


Es preciso señalar también que los libros son objetos que presagian lo que presagian porque sobre el escritorio componen un memento mori, una vanitas por mejor decir, con su ISBN y su Precio de Venta al Público aún sin borrar. Y sobre el escritorio y por todos los demás son un bulto de volumen y peso sorprendente, el saber que ocupa lugar y tiempo, exactamente lo mismo que la ignorancia.

Cojo un libro y compruebo que no existe la relectura en el sentido idéntico del término. He cambiado, doy en pensar que el libro también y casi todo aquello a lo que puedo pensar que el libro se refiere ha cambiado igualmente. Llego a la conclusión de que eso que llamamos 'referencia' lo pongo yo según un dictado indescifrable y no desprovisto de un sentido y de un sesgo más o menos congelado. Si nunca escribí los libros que no he escrito, tampoco he leído nunca los libros que iba agregando a mi lista de lecturas concluidas y banalmente putativas. 


domingo, octubre 09, 2022

Dietario laboral: de vuelta a las andadas

En el camino distinguimos etapas según la orientación y topografía general de la ladera y las consiguientes humedades, determinantes, en los que les toca, de la configuración general del arbolado y de la verdura, y de todas las realimentaciones que ustedes quieran.

Hay una sutileza de la montaña y una sutileza del llano, y ambas juguetean con el gradiente gravitatorio en su versión rompepiernas. No ha faltado quien recuerde inauditas dificultades entre lo orográfico y lo vial, todas hipérboles de la adolescencia remanente. Sucede, eso sí, que la memoria propende a la épica, ya sea a la Batracomiomaquia, y sobre ella la retórica elabora cosmogonías pueriles en la sobremesa. No debemos rechazar cierto rechazo hacia estas actitudes como concausa de algún alcoholismo fundamentado en los licores de hierbas y otras zarandajas destiladas.



per viam augustam intrare non possunt


Es preciso señalar que hay caminos de montaña que se trazan en una tangencia perpetua con algún curva de nivel destacadamente lobulada y ello aporta una tercera especie de sutileza, que consiste en la sabia estimación del contrapunto entre los horizontales pasos y las miradas que se escapan hacia el barranco o también hacia las cumbres y más allá, si creemos descubrir una rapaz, con toda seguridad un buitre que también contrapuntea el azul del cielo, ese sol desparramado.

sábado, octubre 08, 2022

Dietario laboral: vendimia

En octubre de 1979 estuvimos vendimiando y no asistimos a las primeras clases del curso. Recuerdo que alguien intentó vencer algún escrúpulo al respecto con un comentario dudoso: "¿Cómo alguien que se ha reído con Desmadre a la americana puede preocuparse por no ir a clase unos pocos días?"

En este 2022, los viñedos ven la victoria de la dinamo sobre la improbable virgen temporera y quien racime certificará los destrozos succionadores de la máquina, escobajos vacíos, emparrados en cruz, tierra amarilla y el núcleo rojo de la uva desnudo sin un censor vinatero que lo impida.



desertae et multa quaerenti


De vez en cuando, suena el agua de motor, suena tan dulce como  sonar suele el agua de motor y pensamos en antiguas norias y en mulas virginales por híbridas e híbridas por virginales. Ya puestos, ocupamos la tarde en triangular las torres que asoman tras las lomas o sobre el horizonte armado de las choperas. Ahora, de noche, no acabo de acercarme a la estantería donde vi los diarios de Baltasar Melchor Gaspar María. La llanura entre montañas ha visto ponerse el Sol y salir a la puntual Luna, que ahora, junto a Júpiter, la ilumina como ilumina a una bruma delicuescente que le ha sobrado a la mañana y que la caída de la tarde ha hecho revivir.

Entonces, recogemos nueces y cascamos solo algunas en un razonable ejercicio de comprobación orlado de gula. Caminamos a lo largo de una acequia en posición de firmes, pero en ocioso barbecho hídrico y cruzamos un rastrojo, algo legítimo tal como se estipula a estas alturas del Almanaque Zaragozano. Pese a que en enero de 1979 había muerto Charles William Morris, muchas de las clases del fin de ese año se dedicaron a la peculiar disciplina de la semiótica, in vino veritas.

viernes, octubre 07, 2022

Dietario laboral: The Man who was September 4th, 1752

"Vestido iba de azafrán al caer de la tarde". Esto que se pretendía un verso alejandrino no es por poco el único recuerdo que nos queda, junto con su nombre y alguna que otra cosa más (que luego veremos) de Mateo Gómez Juárez.

Si una promoción universitaria de una titulación dada en una cierta universidad consiste en un grupo de individuos que han permanecido juntos dedicados a los mismos esfuerzos durante unos cuantos años, (un núcleo más una cubierta un tanto más inconstante) a ella, a la promoción, han de agregarse algunos planetoides misteriosos que aparecen un día y se van otro y lo hacen del todo, hasta el punto de que los que quedan dudan de la episódica presencia, de las intervenciones escasas y más o menos memorables de aquellos. Y, sin embargo, la paradoja está servida porque la promoción lo es por los aditamentos volátiles, sus agregados, incomprensibles por fugaces, que precisamente recuerdan la levedad de las partes frente a la sólida pujanza a la que no falta un aliño o un no sé qué de trascendencia del todo.



Quod de Gadibus improbus magister


Gómez Juárez acudió a clase durante menos de un trimestre en el segundo curso. Se presentaba como "antipoeta" y lucía unas gafas que nos parecían bastante anticuadas y que, como era de esperar, estando a lo que estábamos, su portador llamaba "antiparras".

Había cursado primero en otra universidad, aunque nunca dijo dónde o, mejor, se esforzó en proporcionar suficientes indicaciones equívocas para que no se pudiera saber ni su origen ni sus pasadas andanzas a ciencia ni cierta ni aproximada.

La última noche que lo vimos fue un jueves en que, por alguna razón, un grupo de estudiantes varones estábamos bebiendo una cantidad de vino más adecuada para otro día de la semana. No recuerdo por qué y tampoco recuerdo por qué acabamos en un establecimiento público dedicado a los llamados bailes de salón, una novedad entonces después de unos años de relativo eclipse. Diría que se llamaba La Azalea, si bien esto puede ser una contaminación de otro recuerdo, o de otro jueves.

Quizá no sea preciso señalar que casi todos nosotros éramos absolutos imperitos en el arte cultivado por los clientes de aquella sala más bien melancólica, pese a su reciente apertura y el éxito de público del que, al parecer, gozaba. Ello no nos privó del ejercicio de la danza, una danza bárbara, de burros incongruentes, que rápidamente pasó a espantar a las señoras, a excitar a los caballeros hacia una vindicación honrosa que resultaba lógicamente imposible ante patanes y borrachos, y a encender todas las alarmas que la superioridad pudiera haber previsto.

La cosa no fue a más, esto a es, no llegó a la intervención de los camareros y demás personal de la empresa porque a uno del grupo le dio por girar sobre sí mismo sosteniendo los muslos de un Gómez Juárez casi horizontal sobre los suyos, cuadríceps sobre cuadríceps podríamos decir en una inverosímil aportación a la literatura queer, de modo que el conjunto alcanzó tal velocidad que los muslos se separaron y la fuerza que unía los dos componentes principales del mismo y que debían procurar fundamentalmente los brazos del giróvago vertical no bastó a evitar que nuestro condiscípulo accidental saliera disparado hacia la barandilla que separaba la pista de baile de los veladores donde se alternaban los cubalibres de coñac con los pipermines.

Ahí se interrumpió todo, incluidas nuestras notabilísimas curdas. Escapamos a la carrera del local, no sin aprovechar el desbarajuste general para no abonar las consumiciones realizadas, y dejamos a Gómez Juárez donde nos indicó. No parecía especialmente afectado ni visiblemente herido o contusionado. Eran las once y media de la noche. Nunca le volvimos a ver.


NOTA: Conservo una reliquia de Gómez Juárez, una servilleta de La Azalea, donde no pone "La Azalea", que entonces estaría más seguro de la veracidad dicho nombre y sí figuran unas corcheas o semicorcheas en tinta azul. En ese trozo de papel, algo antes de que comenzáramos a bailar, había escrito su teléfono y el verso que he citado. Nunca marqué esas cifras.

jueves, octubre 06, 2022

Dietario laboral: memorias

Estuvimos tres años juntos. Más juntos el primero que el segundo y más este que el tercero. El horario era cómodo y no había que estudiar mucho. Yo, al menos, encontraba que todo era poco exigente y que era fácil engañar a los profesores. La recompensa que esta habilidad procura es siempre una mezcla equilibrada de ignorancia e incompetencia que uno administra como buenamente puede y de cuya administración se cansa.

El engaño a los profesores se puede hacer de muchas maneras, no todas intencionadas. Recuerdo a quien corría a la biblioteca para durante semanas, el préstamo convenientemente renovado, pasear las fuentes más conspicuas de la bibliografía selecta. Recuerdo a quien no entendía absolutamente nada, aunque quién sabe. Recuerdo a quien no lo sabía y a quien sí que lo sabía.



draco et muralis nunquam titillandus


De los que estuvimos juntos, algunos habrán muerto, una fue asesinada horriblemente, comienzan a abundar los jubilados. Algunos no hemos aprendido nunca. Como es de esperar, unos pocos hemos permanecido juntos, más por trabajo que por amistad. Los convencionales fueron a Gran Bretaña. Que yo sepa, uno marchó y sigue en Rusia. De no pocos, nunca supe nada, aunque varias horas de martes a viernes permanecíamos sentados a poca distancia unos de otros, escuchábamos y escribíamos lo que decía aquel al que escuchábamos. O quizá supe lo esencial, que varias horas de martes a viernes... el lector conoce el resto.

Porque quizá lo de menos era lo que oíamos y los que escribíamos. Lo que nos define era que escribíamos al dictado no sé qué doctrinas, qué filosofemas inauditos y sorprendentes, que se perdieron en papeles mojados, en casas abandonadas, en caligrafías cambiantes y dormidas, según la dicotomía eterna, en bic naranja o en bic cristal.

miércoles, octubre 05, 2022

Dietario laboral: el figura

La figura del figura. Cada ecosistema con su figura, o con sus figuras, porque el figura es polimorfo, aunque algunos escoliastas proclaman que toda figuración es sincrética.

Recuerdo a Meléndez, un compañero de estudios que nos anunció que iba a escribir un trabajo sobre Abubaker. Me explico, sí que era sobre Abentofail, lo que justificaba el tan usual teknónimo, pero Meléndez pronunció e insistió en un peliagudo "Abubeikar", lo cual no desdecía de otros logros suyos como "Altjauser", "Levainas" y "Wittgonstin", este último sin duda herencia de múltiples visionados de la simpar película que dirigió Mel Brooks allá por el año del Señor de 1974.

Como fue en el período al que me refiero, al iniciarse o casi la novena década (1) del siglo XX y cuando nos dedicábamos a tan sesudos asuntos, que se estrenó Brubaker, este fue para el resto del curso el carambolónimo no solo del autor del Hijo del Viviente, أبو بكر محمد بن عبد الملك بن محمد بن طفيل القيسي الأندلسي, por citarlo por su nombre completo, sino también del mismo Meléndez.

La cosa fue a más porque a este le cupo el honor de presentar su trabajo en clase y eso hizo posible que nos percatáramos de dos cosas, si bien no inmediatamente. Una primera prepercatación (y juro que este término lo acuñó, que yo sepa, el mismo Meléndez en alguna otra ocasión que soy incapaz de concretar) tuvo lugar durante la exposición. Se producían unos cuantos e importantes chirridos en cuanto a fechas y a hechos del accitano, que lo convertían -como más tarde comprobamos- en mecano, entienda el lector tan singulares gentilicios, y de mecano en califa del Islam.





frigo frictum


Más tarde, como digo, marchamos a comprobar unos cuantos datos a las difíciles fuentes de aquellas bibliotecas de nuestra juventud con sus tejados y sus tejuelos. A ninguno nos había interesado especialmente la filosofía árabe y nos habíamos dedicado más bien al sector cristiano, con lo cual intuíamos el desarreglo sin ser capaces de calibrarlo. Nos percatamos entonces de dos cosas. Una, que en algún momento el autor del trabajo había confundido al filósofo del siglo XII con el Abubaker suegro de Mahoma y primer califa del Islam, que anduvo dando guerra (no entremos en la modalidad de esta) entre nuestros siglos VI y VII.

Las hipótesis acerca del desliz y su mecanismo nos ocupó durante un rato muy entretenido. Dejo su trabajosa consignación comentada para otro escrito.

La segunda cosa de la que nos percatamos es de que nuestro profesor no había reparado en la confusión, o le había dado igual. Ya saben ustedes, la terrible y dulce elección entre la ignorancia y la indiferencia.


(1) Cuente bien el lector.






martes, octubre 04, 2022

Dietario laboral: café

En el límite ulterior del placebo, las rutinas convergen hacia las pausa y hacia los descansos, acotados a su vez con sus rutinas propias y sus relojes afilados a las once de la mañana. La cafeína se inventó para erigir un simulacro del aliento y de la fortaleza, pero -así suele suceder- tal erección se condensa en las ceremonias inevitables que la repetición va concretando según los trabajos y los días.

Goza de la condición de ley universal el que cualquier ceremonia que nos alcance estará sujeta al hado de las ceremonias, esto es, a un cambio periódico e inaplazable en la liturgia (todo esto según secretos y sumados epiciclos de dictado implacable) que nos lleve a otro bar o a otro rincón, incluso a otros compañeros, o que nos lleve a la abstinencia, a un autodestierro solipsista y autocontenido, como el de quien ha desperdiciado ya demasiadas clepsidras, pero aún se entretiene con la idea de que el tiempo es recuperable.



... en su esmerada / Pratica de boticas. Feliz suerte  / Por quien la vida y muerte es prolongada. 


El café extiende sus metonimias con el método y la flema de los asesinos profesionales y nórdicos, como el que no quiere la cosa y es fiel hijo de Lutero, todo esto según nos ha ido enseñando el cine. Los retornos del café son un piñón desgastado o una esperada excentricidad en la rueda del tiempo, entre la hora tercia y la hora sexta, cuando comprobamos, vae victis, que hoy tampoco hemos vendido ni una escoba.

lunes, octubre 03, 2022

Dietario laboral: inconveniencias

Inconveniencias e inconvenientes se distribuyen el territorio y los tiempos, forman sus pelotones y sus agrupamientos musicales. Se perpetran y se sufren, se dejan estar o pasar y se conllevan, que decía alguien. Las inconveniencias no siempre son inconvenientes De hecho, tampoco los inconvenientes son siempre inconvenientes. También había alguien que no se cansaba de recordar que no hay mal que por bien no venga.



omnes vulnerant, omnes necant


Sin embargo, una inconveniencia es siempre una inconveniencia, una incongruencia congruente con su propio despropósito y con las limitaciones humanas. Los inconvenientes se vencen y las incoveniencias nos entretienen porque no suelen resultar mortales. Conviene precaverse, no obstante.

Y conviene advertir que incoveniencias e inconvenientes mutan por acumulación y devienen más peligrosos acompañantes, vecinos de un lugar sin límites, vago e invasivo.



domingo, octubre 02, 2022

Dietario laboral: jaqueca

El dolor de cabeza nos hace pensar en la errada concepción que conecta etimología con verdad. Así, nuestro moderno 'migraña' oscurecería el analítico 'hemicrania' (ἡμικρανία, para los pudientes), opacidad sobrevenida que, a su vez, promovería el uso técnico de 'hemialgia'). Lo mismo pasa con 'jaqueca', del árabe šaqīqa , شَقِيقَة para los aun más pudientes. Véase que 'axaqueca' y 'xaqueca' están registrados por filólogos, lexicógrafos y demás ralea, el primero ya en el siglo XIII).
Sin embargo, si hay algún dominio en que el subjetivismo esté legitimado es este del dolor de cabeza, y migraña o jaqueca son palabras mucho más dolorosas que aquellos términos que recuperamos ahora como si nos fueran a revelar alguna verdad inconmensurable y recreativa, varios horizontes más allá del sincero asombro.







Habes climacterium tempus sed evades. Quod ut tibi magis liqueat,
haruspicem consulam, quem sum frequenter expertus.



No hay tal cosa, el tono con el que oímos pronunciar por primera vez jaqueca o migraña o, por decir otra cosa, optalidón, ya presagiaba una verdad que encuentra sus propias sinestesias y volatines y fuegos artificiales en la habitación a oscuras, sobre la almohada, más allá y más acá del frontal, del temporal, del parietal, de la cabeza sobre los hombros y de los hombros sobre la cabeza. En ese tono, grabado en varias circunvoluciones a la redonda, habitaba ya toda la verdad posible, tan profética como aléutica y hasta aleutiana que podemos y debemos esperar.
Nos gustaría, con este breve discurso tan sentido, haber contribuido aunque sea tan solo un celemín al descrédito del método etimológico y caleidoscópico que tanto mal hace a la ontología, al fútbol, a la papiroflexia y al coleccionismo en general.