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lunes, octubre 10, 2022

Dietario laboral: mildly strange grammar, mildly strange I

 Asisto extrañado, al revisar lecturas y compras de antaño (y en algún momento del pasado condenadas a una caja), al descubrimiento imaginario más o menos sorprendente de quién era yo, de qué hice o de qué leía en algún timpo de mi vida, ya difícilmente datable. Como en algunas ocasiones he vuelto a  algunas lecturas de esas de antes, me pregunto si no se cumplirá aquí la correción a Hegel con que Marx abre su 18 Brumario (el suyo no, el de Luis Bonaparte), aquello de la tragedia y la farsa.

Es curioso también que haya olvidos completos, absolutos, que nos llevan a elaborar alguna hipótesis donde conviven Rocambole y María Sarmiento, la gone with the wind y la que apoyó a La Beltraneja para mayor confusión si cabe.



speculum continet historiam


Es preciso señalar también que los libros son objetos que presagian lo que presagian porque sobre el escritorio componen un memento mori, una vanitas por mejor decir, con su ISBN y su Precio de Venta al Público aún sin borrar. Y sobre el escritorio y por todos los demás son un bulto de volumen y peso sorprendente, el saber que ocupa lugar y tiempo, exactamente lo mismo que la ignorancia.

Cojo un libro y compruebo que no existe la relectura en el sentido idéntico del término. He cambiado, doy en pensar que el libro también y casi todo aquello a lo que puedo pensar que el libro se refiere ha cambiado igualmente. Llego a la conclusión de que eso que llamamos 'referencia' lo pongo yo según un dictado indescifrable y no desprovisto de un sentido y de un sesgo más o menos congelado. Si nunca escribí los libros que no he escrito, tampoco he leído nunca los libros que iba agregando a mi lista de lecturas concluidas y banalmente putativas. 


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