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lunes, diciembre 31, 2007

Soit dit en passant

Dentro de unas horas, 2008. Claude Lévi-Strauss nació el 28 de noviembre de 1908.
Anotamos que la Wikipedia francesa distingue cuatro etapas en su biografía:
Ya ven ustedes que la "jeunesse" aparece analógicamente oisive.

Contigüidad proporcional

EL espectáculo de largas colas antes algunas administraciones de loterías es, sin duda, un contexto determinante -o debiera serlo- de la psicología de la estimación de riesgos y probabilidades.
Partimos de que, al no tan larga, es más probable que resulten más "agraciadas" las administraciones que más venden, y que es un hecho que las reiteraciones de la fortuna son divulgadas por todos los medios. Pensamos entonces que hay individuos que se contentan con la percepción simple de la "buena suerte" del establecimiento y no entran en consideraciones tales como la citada.
Sin embargo, se da también el caso del individuo que compró en una ocasión un billete que físicamente debía de estar colgado no muy lejos de otro al que correspondió un premio significativo, pues a esa administración, como se dice tontamente, le sonrió la fortuna. El individuo transfiere esa proximidad de los billetes no ya a las de las bolas en el bombo, que es incalculable, sino a una cercanía en el mágico reino de los premios predeterminados.
De modo similar, pueden mencionarse argumentos que combinan contigüidades espaciales y temporales de diversas formas que luego son proyectadas a otra contigüidad o incluso indentidad en ese reino de golosina.
Conocidas son también las preferencias por analogía (y en el caso de los números, éstas son muchas veces proximidades o contigüidades entre ellos). Al final, los ejes de la superstición y la magia, que de Frazer y Jakobson aquí son los del lenguaje, se descubren como una poderosa manera de articular nuestra conducta y unas técnicas supuestamente efectivas.
La probabilidad, en cambio, clasifica los acontecimientos de una manera que, aunque simple en ocasiones, nos resulta dura de pelar por aquélla interferencia. O no nos divierte pelarla. (Esto es, que la reiteración de actos sea lo que nos constituya, que temamos que sin ella no quedaremos nosotros o que nosotros nos quedaremos sin nosotros.)

domingo, diciembre 30, 2007

Cuando éramos fuertes

¿Hacia dónde volaron los gerifaltes de antaño? ¿Al Norte volaron, o se fueron a la mierda? Yo recuerdo la ilustración de una página del libro de Lengua Española que se abría con un pasaje de la obra de Valle. Menudos pájaros para tener un mal encuentro, como tantos de ellos lo tuvieron también.
En cuanto a los mejores años de nuestras vidas -y permítaseme esta hermosa concordancia vizcaína- para la mayoría de quienes han vivido una juventud guerrera, son aquéllos en que mataron más y con mayor crueldad, emoción que el recuerdo metamorfiza a(1) alegría. El mundo y yo semos ansí, madame.
(1) Permítasenos igualmente un síesnoes prepositivo en homenaje subsiguiente a Baroja.

sábado, diciembre 29, 2007

Dialéctica

Negando se afirma. R. dice que tal individuo es un caso perdido, incapaz, paciente de los servicios sociales. Yo lo niego, pero su desánimo refractario lo achaco a otro determinación. Así, lo libro de la teoría determinista de R. pero lo sujeto a la mía.
R. y yo estamos cada uno en manos del otro. La dialéctica es de hierro y tantas veces de plomo. Nuestro individuo silba melodías a su albedrío libre, conocedor de sus causas.

viernes, diciembre 28, 2007

Complejidad del juguete, juguete de la complejidad

La complejidad del juguete se cifra en la complejidad sintáctica del juego que posibilita. Por tanto, cabe esperar que juguetes estructuralmente muy complejos determinen hasta la univocidad el juego al que dan paso y sean así simples o, más bien, indignos de media hora de atención. Y si llega.
El juguete también posee una complejidad semántica, pero curiosamente ésta se corresponde con las artes de la fantasía mecánica antes que con la imaginación verdadera.
Esto contradice lo habitual, porque la semántica es externa al juguete, pero siempre de una atajada contigüidad o de un demasiado tajante isomorfismo. Una caja de cartón es un camión; pero la gramática (el modo de articular varias cajas, que es más interesante que el mero significado de “tren”), habitualmente relegada a la composición previsible, nos descubre la esencia del juego y del juguete.
Si nos ponemos conversos y metafísicos, pese a todo lo que estamos comiendo estos días y por toda la bellota, podemos hasta sospechar que juego es aquello en que la sintaxis es más compleja que la semántica; un asunto trivial ésta y, en ocasiones, tenebroso.

jueves, diciembre 27, 2007

Aventura del índice analítico

Cuando el de un libro remite a las secciones, párrafos o epígrafes numerados, mis búsquedas acaban siempre, fallidas, recorriendo la numeración discrepante de las páginas. Hoy mismo, con el Tratado de Rítmica y Prosodia y de Métrica y Versificación de Agustín García Calvo.
Se trata de dos sistemas de unidades inconmensurables que, sin embargo, mantienen una natural correlación. Es la confusión entre nuestro énfasis, el tono, o una intensidad que aporta la negrita y contrarritma el margen inferior izquierda, derecha.

miércoles, diciembre 26, 2007

Seguimos ociosos

Éste que acaso pasa por soneto
y que sólo pretende dar el pego,
que aún no he escrito y del que ya reniego
es el fruto podrido, el esqueleto

de una tarde de muertos y de ausentes,
de ecos y de hojarascas de abolengo,
de lo que ya no es, que se fue y yo vengo
A negarle futuros y presentes.

Y digo que lo bueno ya pasó
aunque nunca decir quiera que lo hubo,
que cierto un día fuera y que pasó.

Sólo rauda pasó la cosa oscura:
la esperanza de vivir es lo que hubo.
Y ni eso. Sólo la derrota dura.

martes, diciembre 25, 2007

Los paseantes numerosos

De pronto se han percatado de la bonanza de este día de Navidad y están todos en la calle. Todos salvo las atareadas en la cocina. La salida ha sido súbita. De casi nadie a casi todos. En media hora asistiremos al fenómeno opuesto: De pronto, nadie. Pero es posible que la comida de Navidad de los otros sea una mera confabulación, pues nunca somos testigos y es posible que no haya otras mujeres en la cocina.

lunes, diciembre 24, 2007

El caballo de Santiago

Me propongo visitar a Santiago y a su caballo en su contrapicadero oval. A todos los visitantes les cuento el mismo cuento salpicado de wolframio. La atención de todos los curiosos sé desviarla con eficacia irreconocida de puro eficaz.
El caballo del general, a ése lo tenemos más visto y no estoy para reescribir un Baedeker monotemático de mañanas invernales aunque benignas. Prefiero descubrir yo mismo lo que no imaginaba a la vuelta de una sucia esquina e improvisar ante el amable turista alguna mentira y pues toda mentira corre el albur de ser una verdad, confiar en que permanezca, más perenne que el bronce o el celofán.

domingo, diciembre 23, 2007

La alegría en la casa del pobre

Enorgullécese el Gobierno de La Rioja de sus resultados diferenciales en el informe Pisa. Enorgullécense más los funcionarios que los examinados, cuyos alardes -de haberlos habido- no conocemos. Parejos funcionarios callan de momento acerca de las encuestas que sitúan a las mujeres de La Rioja entre las más insatisfechas -o menos satisfechas, el adverbio se da por sobreentendido- de España.
Cierto es que un examen se hace y una encuesta se contesta, pero ¿de qué sirve ganar una desviación típica a la derecha si se pierde una y media a la izquierda?

sábado, diciembre 22, 2007

A modo de reseña que no lo es

Miguel Serrano Larraz, La sección rítmica, Zaragoza, Aqua, 2007.

Un libro regido por un motivo que se supone motor de todos los poemas. Es el jazz y los poemas se titulan Chet Baker, Thelonius Monk, Bobo Stenson... Pero qué sucede si se retira el supuesto motor? -El libro puede seguir su marcha, lo que nos hace pensar en el motivo que se repite como se repiten ocho compases tal si escondiera otro motivo que acabara por coincidir con el aleteo básico de aquél. Sonny Rollins a la puerta de un banco, Sun Ra diciendo chorradas (aunque se cayó del burro, como es sabido. Apreciable epigrama y apuntemos que hay más de un epigrama escondido) y John Zorn obsesionado por el lema de su tío abuelo.
Por resumir, citamos a Serrano:

Era negra
en la siega.
En Nueva York:
corchea.

Y si corchea se nos antoja palabra más larga que blanca, que negra y que cuadrada, nos atrevemos a bromear con el autor y aplicarle los endecasílabos heroicos y famosos:

Tus síncopas de jazz y no de funky,

tu jazz es de cerveza y tú eres tranqui.

Queda el piano, la batería, el bajo,

en portada la jota y qué carajo.



viernes, diciembre 21, 2007

En defensa del cachete privado

Encapsular algo frente al código penal, algo venial naturalmente, y alumbrar un pobre sofisma. La defensa del cachete privado la esperábamos de los espectadores que ocupaban la tribuna del Congreso el pasado jueves, pero su afán no era ése. A fin y al cabo, con el cachete privado sólo se cobra por metáfora. Con la copia privada circulan utilidades y lucros que podrían precisarse.
Si los padres pagasen un canon a la Federación de Boxeo, podríamos haber esperado desenlaces similares para dos asuntos que los han tenido bien distintos. Es lo que pasa con lo de vivir en la era de las agencias de gestión.

jueves, diciembre 20, 2007

Entropía mutua

Sentían uno por el otro mutua más que antipatía y el odio edificaba armonías que unían aún más a uno y a otro. Eso, si uno y otro eran uno y otro. Pues los demás coincidían en que la persona que más podía parecerse al primero era el segundo, y viceversa. Conocida, por ejemplo, la reacción de uno ante un circunstancia dada, sabíamos ya cuál sería la del otro. Añadamos que de esta circularidad no deberemos apresurarnos en deducir que uno y otro se odiaban ya a sí mismos. De hecho, la necesidad del espejo en que se habían convertido uno al otro y el uno del otro no podía sino subrayar y reforzar ese trayecto doble, el que cubrían los afectos de uno y el que seguían, en sentido contrario, los del otro.
No evitaban zaherirse con los mismos desafortunados comentarios: "La muerte nos iguala a todos", "algún día todos seremos barro" o "eres como todo el mundo".

miércoles, diciembre 19, 2007

Ligerísimas angustias

Sueño que vivo en un lugar que es mi domicilio y es mi despacho profesional, que es al tiempo el portal de mis abuelos incluido el taller del zapatero, que era cojo. Sueño que está en otra ciudad y hasta en otro país y sueño lo contrario. Sueño que el lugar, que comparto con alguien más, casi supera en desorden a mi despacho diurno y a mi mesa de trabajo, que -por lo tanto- también están en mi sueño como embajada del otro sueño.
La angustia que sobrenada toda la secuencia se concreta en que, entre papeles y cachivaches, busco y no encuentro algo muy preciso: un ordenador portátil y un disco duro. Mientras que el lugar es muchos lugares y es variable (pues ahora recuerdo que es también, y entre otras cosas, uno de mis pisos de estudiante con su pasillo y sus habitaciones a uno y otro lado), sé que busco o el sueño me indica que sé que busco dos artilugios muy bien definidos y perseverantes a lo largo de todo el drama; aunque invisibles, nombrados, pero no figurados.
Curiosamente, o no, los muebles, la cocina, las cortinas que definen una alcoba, no son de estos años de ordenadores portátiles, de memorias y desmemorias. El estilo de la casa (visto, figurado, pero también nombrado) me despierta una secreta nostalgia (aunque esto lo puedo estar imaginado ahora) de la niñez o de algún día de la niñez.
Sin que los halle y sin que la historia parezca haber concluido (o no lo recuerdo) me despierto. Son las seis y media de la mañana. El duermevela consiguiente, dado que persiste la necesidad, repite una consigna tranquilizadora: "pues era sueño, no has perdido nada y nada tienes que buscar."
Sin embargo, durante todo el día me he estado preguntado qué contenía el disco duro, qué el ordenador. Qué obras portentosas, qué revelaciones, que sueños, qué rosas, qué obsesiones o qué vigilias. Qué he perdido.

P.S.: Esto sucede dentro de la noche del 18 al 19 de diciembre de 2007. El día 18 por la mañana nos habían visitado unos auditores que querían comprobar que los ordenadores portátiles que se nos habían adjudicado estaban donde debían estar. El "alguien más" con quien comparto mi domicilio onírico era otra de las personas auditadas. Todo esto en el otro sueño.

martes, diciembre 18, 2007

El género de terror

Mientras el horror se conforma con el vaciamiento de vísceras, incluidas las propias, el terror nos invitaría a una afiliación criminal, afiliación que concluye en nuestro vaciamiento moral y ético.
Sin embargo, el del horror incluye una variante en la que la primera persona se descubre como sujeto activo de las crueldades sangrientas y sanguinolentas. Ésa es su intersección con el género de terror.
Ahora bien, en esto como en todo hay tolerancias y habituaciones, dosis que han de ser crecientes y paradojas innúmeras. Y es que, como se sabe, el horror tiene cara. O la tuvo hasta la Primera Guerra Mundial, conflicto al que tanto debe la cirugía plástica.

lunes, diciembre 17, 2007

Aceleraciones

Es habitual que en muchas narraciones largas, los hechos se aceleren según progresamos o regresamos al final. Incluso, que los capítulos sean cada vez más breves, aunque esto habría que comprobarlo y es sencillo medirlo. ¿Esto lo procura el autor de por sí o es el autor que piensa en el lector, o es que el desenlace de la trama es lo que no importa?
Sucede como con la demostración, que nos importa más que el teorema: cuando vayas a emprender el viaje rumbo al teorema de Lusin (1), etc. etc. Notemos también que las demostraciones incluyen flash-backs y dii ex machina varios: “Ahora bien, como se demostró en ...” “Se supone ahora que...”
Las aceleraciones a las que nos referimos poseen su propio valor expresivo y son muy eficaces cuando uno está acabando de leer la novela a las tres de la mañana en un tour de force horizontal y de dudosa vigilia y obsesiva. Sin embargo, como quizá señale la analogía matemática -o el hecho de que la hayamos planteado: véase nota 1- el destino de los vagos no es otro que la economía final, el llegar vivos a la deadline, sombría.


(1) O Luzin. Tomamos este ejemplo para que el lector piense en el nabokoviano Luzhin cuando lea esta nota a pie de página.

domingo, diciembre 16, 2007

Síntomas

En las mismas calles y en los mismos lugares se acumulan los coches en doble fila. En algunos, siempre los mismos, lo hacen de tal manera que obligan a un curioso slalom al conductor visitante o pasajero. Esa constancia nos habla de causalidades múltiples cuyos resultados son más bien simples. Inversamente, cualquier fenómeno simple es síntoma o consecuencia de algún laberinto que no podemos extricar y, menos, al volante.
Quizá los fenómenos sean siempre simples. Las descripciones, simples y las explicaciones, complejas. Valga el oxímoron idiográfico y la navaja envainada.

sábado, diciembre 15, 2007

El testigo silencioso

Él conocía el detalle de los hechos y nadie imaginaba que los conocía. Pudo mantener aquéllos en secreto y pudo mantener oculto el secreto de que él los conocía.
Esa discreción es una forma de indulgencia o una complicidad escéptica y que no pide nada a cambio. Esa generosidad nos alcanza a todos en algún momento. Por tanto, cada uno de nosotros se va con algunos secretos que sólo conoce él y un responsable, un autor, que le ignora.
Pero éste, tras recorrer este razonamiento y recordarse testigo mudo de algunos hechos quizá triviales o acaso trascendentes, sospechará que a cada una de sus culpas, así veniales, así terribles, le aguarda la deposición de un testigo, hasta ese momento mudo o ignorado.
Los culpables comenzamos a calcular las posibles negociaciones que podemos entablar para mantener la situación y el status quo.

viernes, diciembre 14, 2007

El último caso del inspector Z.

Al inspector Z. le llegó el retiro sin haber cerrado, sin ni siquiera haber ofrecido a sus superiores una idea razonable de los hechos que se escondían tras los resultados conocidos, y que eran fácilmente resumibles: Se trataba del robo de unos pagarés y lo decimos así para confundir al lector por un momento. Porque el valor de esos pagarés era que se trataba de documentos históricos –los dos, pues eran dos, venían fechados en 1711 y habían vencido hacía mucho, mucho tiempo– y ese valor no era otro precisamente que el que podía tener para algunos coleccionistas o para algunas instituciones o museos. Y tampoco era mucho el dinero que por aquellos dos papeles se podía pagar. Una tasación de la que Z. pudo disponer resultó más bien desalentadora en este sentido.
Naturalmente, Z. no ignoraba que determinados, y escasos, coleccionistas especializados –que no llegaban a constituir un mercado y que, por ello, lo que pagaban por el objeto de su interés no era, estrictamente hablando, un precio– eran muy capaces de llegar al delito más atroz por una ganancia íntima e inconfesable. Nunca convertible, por otro lado, en una cantidad razonable de dinero.
El propietario de los documentos, un notario por más señas, había denunciado su desaparición de la vitrina donde los conservaba. Dada su profesión, y si se nos permite la ligereza, pudo dar fe de que allí habían estado los documentos, pudo probar que eran de su propiedad, pudo mostrar unas reproducciones fotostáticas (así se refirió a las fotocopias) de los mismos e, incluso, que allí habían estado hasta el día anterior al de su visita a la Comisaría. No pudo aportar sospechosos, quizá para desgracia o quizá para la fortuna de Z, pues así éste –al menos tal era su broma profesional favorita– debería “pensar” más.
Z. era profesional y concienzudo. Examinó el lugar de los hechos –la vitrina estaba en un pasillo del domicilio del notario y, dicho sea de paso, la noche de la desaparición sólo él, viudo al que los hijos habían dejado para siempre y el servicio durante unas horas, estaba en la casa–, examinó la vitrina (casi la destroza) y los muebles más cercanos. Ante el notario, expuso Z. y rechazó hipótesis diversas sin olvidar las relacionadas con La carta robada de Poe; calló en cambio las que podrían derivarse de algún rasgo excéntrico del ciudadano al que servía. Ante sus compañeros sí que se entretuvo en considerar la posibilidad de alguna rareza, de una broma incluso en la que el notario hubiera negligido por aburrimiento o por esa variedad del aburrimiento que se llama apuesta.
El caso, que se fue extinguiendo a medida que llegaban otros y se alejaba una solución probada o al menos verosímil, sirvió para que Z. se interesase por algunos temas históricos y para que leyese, aunque sin rozar en momento alguno la obsesión, algunos libros que solía interpretar en términos del policía profesional: “sospecha, siempre sospecha”. A los dos años, a Z. le llegó la jubilación y un reloj que, como es el caso en estas circunstancias, sumaba a la crueldad estética, la del recuerdo sombrío de algún emblema moral.
Y es el caso también que Z. había llegado, calcule el lector el tiempo transcurrido, a los ochenta años. En sus ocios, había frecuentado esos emblemas a que nos acabamos de referir y, en cumplimiento de un trámite diario inexcusable, esa mañana había leído una esquela de cuya relación de dramatis personae sobresalía el nombre de aquel notario de hace tanto tiempo, nombre sonoro e incapaz de vencer la memoria de un policía, nombre acompañado además de la palabra “notario”.
Comió tranquilamente en el bar en que solía hacerlo. Subió a su casa para descansar y con la suficiente antelación salió para llegar a tiempo al funeral. La tarde amenazaba lluvia y decidió recurrir a su gabardina, la de los tiempos mejores que decía él, y no pudo prescindir de un paraguas, coetáneo estricto de la gabardina.
A la iglesia le pareció adecuado acudir con una carpeta plastificada –por si llovía, no se olvide–. No es que pensara devolver a su legítimo propietario los dos pagarés que había encontrado a los dos minutos de llegar a la casa rigurosa y severa del notario, los dos pagarés que se habían deslizado en vertical hasta la estantería más baja y que, por juego o por broma (el finado tan solemne y tan trivial entonces como ahora: “reproducciones fotostáticas”, “bienes de de quien más que propietario, que lo soy, soy custodio”) le había sisado delante de sus narices. Por juego o por broma que habían durado más de veinte años y que ahora no podía resolver. Que tampoco importaba. A fin de cuentas, sobre los documentos no podía haber queja. Los había protegido muy bien de la lluvia y de las miradas indiscretas.

jueves, diciembre 13, 2007

Deutsches Requiem

Hablábamos de Las benévolas y sin decir su nombre y sin mentir nos acechan sus hermanas Parcas, no –para nuestra fortuna y sin especial mérito- por las zanjas de los cadáveres o los hornos crematorios. Nos mueven para inquietarnos las comisiones, que pueblan el Tercer Reich con una constancia indesmayable, y con ellas la envolvente razón burocrática, que alcanza por igual como es bien sabido a organizaciones públicas y privadas.
Se trata de una razón envolvente que no excluye el sobreeentendido de que los asuntos pueden evacuarse a espaldas de los procedimientos recibidos, y de hecho tal posibilidad refuerza el carácter dramático de las comisiones.
En el régimen nazi, no faltaban quienes concebían su trabajo como una hermenéutica de la voluntad del Führer, que se antojaría incluso como un recurso inaplicable por lejano, por asintótico, pero siempre pendiente como centinela perpetuo y siempre pendiente como espada de Damocles. Con hermenéutica o sin ella, queda el aforismo famoso: "A camel is a horse created by a committee."
Lo cual –si dejamos aparte que el camello conoce su trabajo- es el mejor argumento contra el diseño inteligente, el cual no pude ser suficientemente inteligente. Aunque las comisiones sean imprescindibles para dar apariencia de método a una decisión que no es la mejor de las posibles, porque no hay principio de razón suficiente, ni en ellas ni en la evolución, las matanzas y los memorandos. Que en cristiano quiere decir que los productos de la evolución no pueden medirse y los de las comisiones los mide otra comisión o la barra del bar, condenada al olvido.

miércoles, diciembre 12, 2007

Olor de resucitado

El arduo estudio nos da a conocer las diferentes tesis sobre cuándo se le va el olor al resucitado, que -antes de serlo y para mayor mérito- suele ya oler, según se precisa.
Están también las teorías sobre el olor propio del resucitado, el que sustituye al de podredumbre. Luego tenemos las noticias sobre las segundas muertes, o sobre las segundas vidas y las segundas muertes, de los resucitados.
No consta que alguno de entre ellos haya señalado que vuelve a empezar, que se trata de una segunda oportunidad, salvo en alguna narración pía que complementa a las que nos hablan de condenados que no la tuvieron. Sí constan, en cambio, las quejas de algunos, satisfechos con su nuevo estado, tanto carnal como espiritualmente hablando, y que no querían volver a probar ni las amarguras ni los dulces de este mundo.

martes, diciembre 11, 2007

Mis desayunos con gente importante

Aunque en alguna época he leído a Churchill y sobre Churchill, reparo -a la altura de la página 800 de Las benévolas- en que sumo muchas más páginas sobre los personajes del Tercer Reich y su fondo de armario que sobre De Gaulle, Churchill y Roosevelt, o sobre Patton -que se nos antoja escasamente apolíneo: de endomingadillo militar en la película de Schaffner a Darth Vader moribundo en la secuela de Mann -, sobre Eisenhower o sobre los mariscales contrachapados de Stalin. De éste me temo que seguiría en la prelación y la cantidad de páginas leídas. Como se ve, se concluye que las democracias son aburridas.
Me temo que lo mío es el caso general y democrático. Nos atraen los perdedores, los asesinos y, como ahora se dice, los freakies, que de las tres categorías tenían los caballeros de la Wermacht, del NSDAP y de las otras siglas que reunían a la flor y la grana de la universidad y de la canalla alemanas. Si nos ponemos biologicistas, como tales caballeros solían a su manera, habremos de recordar con paradójica nostalgia la unidad de la especie humana, lo que no deja de acercarnos a la otra paradoja, la que une por siempre a vencedores y vencidos.

lunes, diciembre 10, 2007

Tránsito

Al morir, toda una vida pasa por delante de sus ojos, pero comprueba que ésa no es su vida. No que la vea como lejana o ajena, desde una otredad de prestigios intelectuales que parecería rimar con la situación. Es que es la vida de otro y punto. Le da tiempo a pensar en peligrosos descuadres el día del juicio. A que uno se lleve un premio o un castigo inmerecido. Un follón contable en el día de cierre del ejercicio. Pero se está muriendo y toda una vida pasa por delante de sus ojos. Descubre -ahora es el último suspiro- que la narración es acertada y que, por algún azar indescifrable, se ha pasado toda su vida cargando con los días y las olvidables noches de otro.

martes, diciembre 04, 2007

Paramos

Volvemos el día 10.

Extrema derecha

De compadritos muertos o comadres y comadrejas, la extrema derecha ha revivido con su exitoso equilibrio entre el reconocimiento y la renuncia: "no somos racistas, pero...; no gaseamos a los judíos, pero qué bien que hicimos..."
No sabría decir si hay una novedad en este avatar que está rebrotando entre nosotros como una espuma de hongos tóxicos arcaicos y -para algunos gustos- dulzones. Si la hay, quizá habría que buscarla en las dificultades que la extrema derecha contemporánea encuentra en España -y la manera un tanto ingenua como las vence- para solidificar un discurso sólido de exclusión.
Y ese discurso, por lo que hace a nuestro país, contradice lo que algunos supondrían contenidos y adornos de la ideología de marras: por ejemplo, no son infrecuentes las palabras y los hechos contra los inmigrantes de origen hispanoamericano. A ello contribuye, sin duda, que los modelos históricos que proporciona el siglo XX no tenían nada que ver, salvo en los conocidos casos marginales de nuestra península, con las ideologías vinculadas a la Hispanidad, que alguien podría erróneamente suponer vinculada de modo necesario con tales posiciones
Por otro lado, encontramos el habitual discurso partitivo: no nos mezclamos, ellos a su casa y nosotros a la nuestra, planteamiento tan caro a ese orate jubilado que se llama Arzallus. Como se sabe, la partición perfecta acaba siendo la de ellos muertos y nosotros vivos.
Llegados a este punto, optamos por las metáforas ciclistas: lo que no deben hacer los otros partidos políticos, los de derechas aunque no sólo, con los de extrema derecha es esa figura de geometría variable que se llama la goma, y que es lo que siempre han hecho, en la demostradamente insensata creencia de que siempre podrán dominar a los cimarrones.

lunes, diciembre 03, 2007

El sueño del gobierno que pasa elecciones

Es el de estar en misa y repicando, como los padres de la patria catalana el sábado. Es el sueño de la irresponsabilidad, que se hace real cuando todos participan de una idea sublime, esto es, ni idea ni sublime.
El otro sueño es el de la torpeza del contrincante. Y éste puede dar lugar a multitud de paradojas, particularmente a las que se derivan de minusvalorar las propias torpezas. De la combinación de ambas sale, a veces, la retórica y el tono de algunos diputados nacionales de CiU, quienes gustan de explicar a los demás cómo hay que hacer las cosas. Como si quisieran hacer las mismas cosas que los otros.

domingo, diciembre 02, 2007

Curiosidad

No sé si me equivoco en mi apreciación de telespectador escaso, pero llama la atención que mientras Supernanny con su fe inquebrantable en las técnicas de modificación de la conducta invade los hogares con un suave aroma a conductismo middlebrow, la televisión es sentimental y católica (sector San Antón o sector San Francisco) con los animales de Pelo Pico Pata, archivo de toda empatía transespecífica y academia de ponte en mi lugar ultralinneano.
Creo que dada la naturaleza de unos y otros clientes, en ambos casos se acierta.

sábado, diciembre 01, 2007

Turing

¿Conoce usted a alguien que haya superado el test de Turing? Como a los humanos se nos supone, o sea, que se nos lo da por superado, en cierto modo somos incapaces de pasarlo, salvo de modo contingente y sujeto a revisión, porque siempre podríamos defraudar al juez que, avisado y siempre avisado en exceso, quisiera evitar el ser engañado por un programa de ordenador. No obstante, piénsese en el test standard, pero con dos humanos enfrentados. Podríamos asegurar que uno de ellos lo pasará, pero por cada uno que lo pase, el ahora inadvertido juez suspenderá y condenará a otro.
El antropocentrismo del test se basa en una antropología digamos que optimista: el hombre no es mera sintaxis y la semántica, que no se reduce a sintaxis, puede ser semántica de cualquier cosa. La habitación china de Searle se basa en la misma idea. Lo peor es que quizá Derrida, pongamos por caso o pongamos por Christopher, no vendría a decir una cosa muy distinta. Y es que si la semántica alcanza y ancla un significado deja de ser semántica y se convierte en un álgebra propensa a su debido cierre (1). Como bien dice Buzz Lightyear, "to infinity and beyond."

(1) Nótese que un ordenador puede saber que, por ejemplo, no todos los teoremas de un sistema pueden ser demostrables, o puede saber que no puede enunciarlos todos, pero el cierre del que hablamos no afecta a cuestiones de este tipo. Es posible también que pensemos mecánicamente que nosotros no hacemos las cosas mecánicamente. Es posible que todo lo que no sea mecánica sea azar un poco a lo tonto, pero a veces con suerte.