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jueves, agosto 31, 2006

Historia inesperada

Salir a la calle un día más, a una hora que no tenemos muy clara salvo por el sol que se anuncia. Volver más tarde a casa tras algunas compras. Salir un día y recordar no se sabe muy bien por qué lo sucedido otro día, pero que no se recuerda muy bien y aun así deja una nube molesta frente a los ojos. Aplicar entonces esa desazón ominosa al día que comienza y pensar vagamente en la futilidad de los presagios, las supersticiones. O edificar un también fútil optimismo y alejar con la razón todas las maldiciones. Sortear algunos contratiempos menores y verlos alejarse como se aleja rápida la materia de la que están hechos los días. Anotar en el haber con un subrayado que la buena contabilidad no aconseja, algún golpe de lo que puede llamarse suerte. Volver a pensar en lo volátil de nuestro pensamiento, en la mecánica zoológicamente menor de nuestroas emociones. Regresar, en fin, a casa. No darse cuenta de la amenaza que se ha ignorado y se ha cumplido: la de la repetición. Insalvable.
(O la de no volver. Mayor pecado. La de la repetición que añoramos en un continuo de añoranza, una nostalgia leve, constitutiva. Un fenómeno psicológico cuya consideración nos lleva al nihilismo vespertino, en especial cuando las olas de calor ya no son lo que eran.)

miércoles, agosto 30, 2006

Vita Nuova

No puntuales, sino en su acelerada precesión -en agosto y no en octubre- nos llegan los fascículos con sus promesas como de universidad a distancia y su imaginación pasmosamente incontinente.
Invariantes de la conducta humana, las pautas repetidas que los primeros números esperan disparar como gatillos skinnerianos alcanzan cotas de barroquismo sulfúreo (la casa mediterránea con estructura de madera, el reloj de cuco casi tan grande como la casa,...) o de morbidez estólida (sirvan los mismos ejemplos).
Pero esperamos renovarnos y la renovación es, como se decía, una serie infinita de repeticiones de una amena pedagogía, el coleccionista que inspecciona con su lupa la enésima falsificación, el maquetista cuidadoso o el técnico en electrónica con su exactitud faustina. Por no hablar del pentecostal aprendiz de lenguas que se sorprende feliz y entusiasta en la celeridad de las primeras lecciones, espejismos que desembocan en el estancamiento consiguiente y nacional.
Pero los fascículos son una gradación insolente de la ciencia y una explosión de los precios de mercado disuelta en la común amnesia. Insolencia a la que han respondido -y era un efecto minuciosamente previsto- los cada vez más numerosos coleccionistas de números uno y de cartones de números uno, ese despliegue etológico en esa charca en la sabana, esa biocenosis que llamamos quiosco.

martes, agosto 29, 2006

We were a few

Enfrascado (sí, enfrascado) en la elaboración de su obra definitiva, para la que ya tiene título: Sobre el número crítico de componentes de las agrupaciones de músicos callejeros, se detiene ante los avisos de la tarde: Joan Clos sustituirá a José Montilla en el ministerio de Industria. Los violines zumbones de agostos le envuelven una vez más en su salmodia de los catalanes y ese ministerio.
El conocido profesor Enrique Ballestero en los años setenta cerraba de esta manera (aunque se le escapaban algunos párrafos más) el prólogo que abría un libro suyo:

“Termino este prólogo al salir de Barcelona (la ciudad que ha creído en la cultura, en la ciencia y en el espíritu empresarial) y al llegar a Madrid, la ciudad que creído en la política como fuente principal de riqueza.”

Et caetera. Queda claro que los pérfidos españoles tratan de hacer que los catalanes sean aún mucho más madrileños de lo que son (estilo Ballestero, se entiende), como siempre lo quisieron, and were ashamed to et caetera. Zapatero y sus estrategias españolistas y maquiavélicas.
A estas alturas, la tesis de la obra viene a sostener que todo es un proceso dinámico en que el grupo responde rápidamente y, en general, de manera reversible, a lo que el medio le pide. No hay sujeto sobre el que edificar una disciplina tan recreativa como la microeconomía musical.

lunes, agosto 28, 2006

Disfrazado de sí mismo

Ciertos blogs, como éste, se alimentan en parte del adelgazamiento que suponen en el proceso que va de la escritura a la publicación, una publicación virtual en el sentido de que la accesibilidad universal no garantiza, como es obvio, que los escritos encuentren lectores.
Pero si el autor del blog se considera como escritor que publica -aun consciente de la limitación señalada- y si persevera en su tarea, nos encontramos entonces ante un posible caso de autodisfraz. Por echar mano de un lenguaje antiguo, virtualmente se reviste de las prendas de algún ideal del yo que le ha ido rondando. Y por simplificar, diremos o podremos decir que se disfraza de sí mismo, al menos en cuanto que aceptemos que la constancia y la regularidad (que no condicen con un desajuste muy grave entre sus esfuerzos y su propia valoración de los resultados) son signos de que también se ha adelgazado la distancia entre lo que hay y lo que se quería ser.
Naturalmente, todo ello a precio de borrar u olvidar la virtualidad de la publicación, la mínima escala de la hetairía que se congrega, o la prueba en contrario de que el blog está abierto para todos y la publicación tradicional, incluso pese al Estado de las autonomías con sus consejeros de cultura, y más la de prestigio lo está para muy pocos.
Pero la virtud, la fuerza, de esta virtualidad es precisamente que vigoriza, que refuerza notablemente la nueva identidad personal o gremial, la fantástica, esto es, la más fantástica de todas. A su vez, esta nueva identidad crea unas obligaciones que realimentan toda la construcción, tanto en su aspecto subjetual como, y pese otra vez a la exigüidad de la comunidad lectora (o a la del cardinal de lectores, si no forman comunidad alguna), en su más real dimensión social, y que aún más realmente darían lugar a la aparición de nuevas figuras que para algunos serían patológicas.
Sin llegar a extremos dramáticos, el diagnóstico que adelantaríamos sería que el bajo coste de la nueva identidad la convierte en un atractor poderoso para no pocos individuos, los cuales pueden permitirse el lujo de alegar no sin fundamento empírico que tal identidad les corresponde con justicia: son escritores, editores, etc. Ahora, una vez situados en el área de dicho atractor, disfrazados de lo que (en el mundo tras la aparición de la World Wide Web) verdaderamente son, no pueden sino reafirmarse en su nuevo papel.
El disfraz de sí mismo puede verse como un subrayado de lo individual o como un subrayado de características tipológicas, pero significa también una condición novedosa: se es el centro de la reunión, como lo quería ser aquél al que se le ofrecían cursos de guitarra o de culturismo por correspondencia. No cuenta que la reunión sea una metáfora para el limbo. Se es lo que uno quería ser y no se atrevía a confesárselo. Se es de una peculiar manera, pero los disfraces anteriores pueden revelarse también como disfraces, menos atractivos y un punto orwellianos u oficinescos.
Por eso, la filiación de cada cuál es algo que no duele comunicar cuando corresponde ya a un escritor renacido, a quien lleva el disfraz que ha pasado a considerar como el que le corresponde desde el nacimiento. Nombre y apellidos son ya nuestro mejor escondite. Penúltimo refugio.

domingo, agosto 27, 2006

Un recuerdo personal y una proyección

En los últimos años de bachillerato (y creo que rara vez antes salvo para algún teorema de geometría muy elemental, del tipo de que la suma de los ángulos internos de un triángulo plano suman pi), los profesores de matemáticas (y yo creo haberlos tenido competentes) disfrutaban especialmente en los minutos, más que minutos, dedicados a la demostración de los teoremas de cada vez mayor enjundia, se supone, que condensaban el programa de matemáticas.
Mantengo que sucedían dos cosas: una que era resultado de una serie de factores de muy distinto calado y de naturaleza más bien filosófica; y otra que no venía sino a confirmar un desequilibrio importante en los objetivos de la enseñanza o de los enseñantes, correlato además de un eclipse que éstos sufrían o ignoraban.
En primer lugar, creo que al señalarlo no minusvaloro a mis compañeros ni a mí mismo: no nos minusvaloro, tan distinto de los casos, no necesariamente producidos en contextos de reciprocidad, que estudió García Calvo: *nos amo" (1). Y es que no sabíamos a qué venía todo aquello de la demostración, de dónde su necesidad, cuál era la relación entre la verdad revelada en las aulas y aquel ejercicio trabajoso y tan teatralmente representado. Y nótese que nuestra percepción era muy distinta cuando los razonamientos se nos transmitían detenidamente con la excusa de encontrar una fórmula para hacer algo, como -pongo por caso-, mediante la manipulación de las fórmulas ya conocidas, obtener la que nos da la suma de unos cuantos de los primeros términos de una progresión aritmética. Aquí, el objetivo había sido anunciado, se nos había dicho que habríamos de llegar a un lugar deseable, no precisamente a uno en el que ya habíamos aterrizado y además en globo.
En segundo lugar, las demostraciones venían a demostrar afirmaciones, teoremas, que no se habían entendido: ni en un sentido material en cuanto a lo que se podía hacer con ellos; ni en el más formal de entender lo que cada uno de ellos decía o significaba, esto es, el profesor se afanaba en reproducir la demostración de un teorema que no habíamos entendido.
Con lo que nos encontrábamos era con un recorrido lógico y argumental ("ahora echamos mano de tal otra verdad matemática que tenía guardada por aquí y ¡ta, ta, chaán!") que casi nunca sabíamos muy bien a qué venía, por más que aquello fuera un componente esencial de oficio de quien teníamos enfrente.
Y deberé añadir, por si algún formalista a la violeta quiere hacer un chiste, que no habíamos entendido el teorema de ese día (y eso todos los días que tocaba teorema o cualquier enunciado que mereciese el tratamiento protocolario de la demostración) ni sintáctica, ni semánticamente, sea cual fuera la semántica de todo aquello, que, por cierto y pese a todo, se nos podía antojar como si el significado de las matemáticas de ese día no fuera sino algo que nos había correspondido no comprender otro día, otra semana u otro curso.
Me queda, obviamente, por identificar tantos años después (2) a aquellos compañeros que sí sabían a qué venía todo. Aunque la proporción fuera más elevada de lo que pienso, no creo que tal investigación les motive a una reunión de las que se hacen posibles y se convocan por medio de internet.
(1) El asunto es profundo. Se trata de ver qué totalidad forma el objeto "nosotros" o "nos" por la acción del verbo. Se diría que uno se ama a sí mismo de distinta manera que a los demás. En cambio, es mas normal minusvalorarse uno del mismo modo que minusvalora a todos los demás miembros del colectivo. Cuando el sujeto es plural, se diría que hay más de una acción. Así, en mi opinión:
*Nos amo Nos minusvaloro
*Me amamos *Me minusvaloramos
donde el asterisco indica que lo que va detrás no es de recibo para gentes de bien.
(2) Veinte años después: Eran todos muy jóvenes, hemos de suponer, y el gascón era el más joven de todos. La reina sería joven y el rey, Constance. Yo leí u oí hablar del título de la novela de Dumas cuando era muy pequeño, antes de los teoremas y sus demostraciones, y de eso hace ya treinta. En aquellos años podía parecerme que los veinte años transcurridos no podían sino desembocar en una vejez irreversible, digna del siglo XVII y excluida en el XX. Pero, por ser mis años los que eran, los cuatro camaradas antes aludidos quedaban muy lejos, en una mayoría de edad estratosférica. He de suponer entonces que a los espadachines de referencia, como a los futbolistas, no sólo no da igual cuándo les conoce uno, si niño, joven o adulto; sino que, habiéndolos conocido -a mosqueteros y futbolistas- como niño, serán por siempre unos adultos con una clara tendencia a la senectud. Dentro del campo en calzones o en las Tullerías con algo parecido, claro.

sábado, agosto 26, 2006

Abducciones. Primer intento

Esperaban ser extraídos desde lo alto, desde lo sublime. Aunque quizá incluso no con las imágenes propias de una sociedad todavía no postindustrial y que hablaban (las imágenes hablan mejor que mil palabras) de praderas y animales pacíficos, sino con los panoramas convergentes de las grandes superficies, sin pastos pero con comercios. Véase que la abducción es también una introducción.
Ahora podemos ser agentes abductores, en pareja preferiblemente. Al abducido se le facilita, a favor de las asimetrías estatales y sociales, una nueva constelación de grupos donde inscribirse. Se trata, efectivamente, de no sentirse nunca abducido, aunque no se le oculte ni se le niegue su condición. El agente abductor sí que debe representarse su situación y sus operaciones como una paradójica descarga de las asimetrías antes aludidas. Pensará que lo que hace es posible por esa misma asimetría, pero que incluso la alivia en lugar de reforzarla, como otros tal vez sostengan.
Consignemos finalmente el interés que se muestra en que el abducido no haya sido moldeado en demasía, ni por lecturas sobre extraterrestres ni por más de unos meses de estancia en nuestro planeta.

viernes, agosto 25, 2006

Solapas. Fajas. Parapsicología

Las citas que recogen las fajas que los editores suelen añadir a los libros que publican, para molestia de sus clientes e insulto de la amabilidad en general, se escogen por un método acreditadísimo sobre todo en el ámbito de la investigación parapsicológica.
De todas las críticas de un libro, escójase la frase más laudatoria del artículo más favorable. Así, registrar las fluctuaciones positivas de una serie de (y ya que antes hemos utilizado el vocablo 'investigación') experimentos.
Se notará que funciona aquí nuestra tendencia a tomar el caso subrayado o el caso presentado con la retórica adecuada por representativo de una totalidad que se toma como distributiva: en el sentido de la colección de reseñas críticas del título A; o de colección de los registros realizados en un experimento (reincidimos), por ejemplo, de percepción extrasensorial. Y sobre esto no se dejará de notar tampoco que, al proceder, así se oculta el carácter de totalidad atributiva de todos los resultados: una totalidad que puede representarse por su media aritmética o por su varianza, aquí; por una clasificación exhaustiva y ordenada de los juicios críticos, allá.
Esta propensión de nuestra psicología, que facilita tan extraordinariamente el ejercicio del noble arte de la prestidigitación y no menos el del escasamente noble timo de la estampita, nos es tan propia que difícilmente podríamos hablar del hombre sin referirnos a esta característica, sin duda reprimible y educable.
Y es que tal propensión no es sino el reverso de la facultad que nos permite la construcción de conceptos universales, esa suerte -por decirlo del todo erróneamente- de inducción intensional que tan grata resulta en todo género de tertulias televisivas y radiofónicas. La canonización de la anécdota falsa.

jueves, agosto 24, 2006

Dente superbo

- Quizá deba usted, mi querido amigo, aprovechar la ocasión para reformular, quiero decir, suavizar sus opiniones, las que viene expresando. Le pido que aproveche la ocasión, en fin, para retractarse. No lo haría, no se lo pediría, si no le apreciase a usted y si no las estimase a ellas y al pensamiento que traducen. No importa lo que diga un loco o un necio. Nadie les censurara más allá del provinciano escándalo de su griterío por las calles, pero no sea usted un necio o un loco de segundo grado, aquel cuya necedad o cuya locura no es la del contenido de sus palabras, sino que procede del hecho mismo de que las pronuncia o las repite sin el debido reposo o sin la suficientemente descansada reflexión, y así merece o recibe, al menos, una compasión de naturaleza muy diferente a la que se otorga al primero. No necesito recordarle las consecuencias que pueden derivarse de una perseverancia -lo digo así por respeto, no digo tozudez ni testarudez, ni terquedad tampoco- que nadie podría verdaderamente comprender.
(...)
-En último término piense también que si al final sus ideas acaban siendo universalmente reconocidas y usted aclamado y si yo he sido un obstáculo para su publicidad y su triunfo, recaerá sobre mí o sobre mi memoria un desprestigio que usted nunca, desde su probada obsecuencia, me habría deseado. Líbreme y líbrese usted de esta posibilidad. Acalle sus ideas, que no haya ni siquiera olvido. No le mueva más para dejarlo. ¿Puede su generosidad admitir un argumento mejor?

miércoles, agosto 23, 2006

Materia oscura. Oscura lente

La materia oscura brilla en la tipografía estival. Con todo, en un degradado informativo que la oscurece más allá de límites razonables, por no decir bariónicos. Puede sostenerse que toda materia científica sufre un serio proceso de oscurecimiento o degradación en la prensa o incluso en no poca de la llamada divulgación científica. Ello, pese a los esfuerzos de profesionales competentes que se afanan y entregan buenos e ilustrativos trabajos. Pero el éxito de la empresa lleva a la inclusión del mismo material informativo en otros lugares y a manos de otras personas cuya vocación es la entropía. La tarea, además, es singularmente complicada y los científicos suelen ser malos escritores o, lo que es peor, medianamente hábiles escritores convencidos de que fuera de su ciencia no hay, por no haber, ni materia oscura.
Conviene aclarar, no obstante y pues ibamus obscuri, que en el caso de la cosmología solemos habérnoslas con unos profesionales de la peor metafísica y del más llamativo artificio matemático. La cosmología, y basta recorrer Internet para percatarse, es un poderoso predador de todas las herramientas matemáticas que otros hayan podido imaginar y nosotros ignorar, un poderoso método para alejarse de cualquier sombra empírica y de cualquier candela racional.
Es posible también que la materia oscura viva entre nosotros, que seamos materia oscura y manos sucias: de tensores, espinores, categorías, queseyoes... Como diría el poeta, una materia de la que hay oscura noticia. Aunque así, con Dámaso Alonso, corremos el riesgo de ponernos metafísicos otra vez y ya es la hora de cenar.

lunes, agosto 21, 2006

Urquhart Castle revisited

Comprenderá el lector que hubiera de hablar del cuervo. Sin embargo se trata de la que en inglés se llama Hooded Crow, Corvus cornix en sueco, Cornella emmatellada en catalán, según parece; corneja cecinicienta en español según también parece.
El lector encontrará fotos y dibujos en la Wikipedia y en la página que le dedica el sitio web de la Royal Society for the Protection of Birds, imágenes exentas de unos pájaros bicolores o contra el cielo nublado, entre el ramaje en un contrapicado con mayor o menor ángulo.
Ahora bien, los cuervos han sido pájaros de conocidos intereses filósoficos, ya por su inteligencia general, ya por su propensión al diálogo, esto es, a abrir y cerrar el pico. Recordará el lector la Paradoja del Cuervo, que reformulamos en versión Corvus cornix:
Cuando veo una nueva corneja cenicienta del plumaje preciso, algo se me confirma la afirmación de que tal es el plumaje de las cornejas cenicientas; pero cuando veo un jilguero con otro plumaje, el suyo que no el de la corneja, ¿se me confirma también en un minuto grado el teorema?
Pero la filosofía nos obliga a volver a nuestra disculpa o excusa del principio: el cuervo (y evíteme el lector incurrir en la sinfonía ornitológica que la taxonomía puede componer) es arquetipo beyond the species: es arquetipo para el cuervo, para la graja, para la chova y la corneja, la grajilla o el mero arrendajo, para las especies asiáticas, americanas y australianas. Es un pájaro que ante el ocio se torna filósofo. Siempre tiene algo que rascar el cuervo o alguno de sus avatares. Never bored.

Happy happy happy

Hay momentos en que la confesión de las propias andanzas no hace daño: He hecho durante este mes unos dos mil kilómetros en un coche alquilado. Buena parte de ellos escuchando un CD de Andy Williams. Y una parte de éstos, bajo los efectos del corte, como se decía antes en esa convergencia terminológica de la sastrería, la carnicería, el vinilo y la heladería, de I know Bilbao, la versión que firmó Johnny Mercer (creo, creo que fue él) del exito de Brecht y Weill, y que formaba parte de Happy End, su musical, o de ellos y de Hauptmann. Mercer y Williams se concentran en una parte del texto brechtiano. Transcribo más o menos los versos:

That old Bilbao moon
I won't forget it soon
That old Bilbao moon
Just like a big balloon
That old Bilbao moon
Would rise above the dune
While Tony's Beach Saloon
Rocked with an old time tune
We would sing a song the whole night long and I can still recall
Those were the greatest
Those were the greatest
Those were the greatest nights of them all.
No paint was on the door
The grass grew through the floor
Of Tony's Two By Four
On the Bilbao shore
But there were friends galore
And there was beer to pour
And moonlight on the shore
That old Bilbao shore.
We would sing a song the whole night long and I can still recall
Those were the greatest
Those were the greatest
Those were the greatest nights of them all.

Desde luego, aunque Williams a partir de aquí repite el principio, el texto original de los alemanes es bastante más copioso, pero a mí me gusta también imaginar a los amigos en Tony's txoko comiendo chuletones o alacranes en su tinta (según la novela de Juan Bas).
Al parecer, a algunos vascos les encanta esta atención diríase que un tanto aleatoria de Brecht y Weill, lo que es perfectamente natural o cultural, no lo sé muy bien. Así, Josemari y Zuriñe Vélez de Mendizábal recogen el texto de Brecht, una versión que grabó Marianne Faithfull -también copiosa y más fiel al original al menos cuantitativamente-, y otras en francés y español. También se puede encontrar el texto alemán en un lugar web ciertamente centrípeto. Sin embargo, las líneas iniciales de Brecht son injustas, quizá tan sólo desajustadas:

Bills Ballhaus in Bilbao
War das Schönste auf dem ganzen Kontinent.

¿Qué es eso de limitarse a un continente, si existe el mundo entero y más que mundial? De ello bien se percata el genial dramaturgo y en su poema pasa a hablar (con ello se quedó Mercer, y con el club) de la Bilbaomond. Tras incluir la comparación pertinente a modo de eficaz motivo, con ella hace concluir su canción en un rasgo de justicia no sabemos si poética o a secas:

Es war das Schönste
Es war das Schönste
Auf der Welt.

Diré que a mí la ilustre villa siempre me ha parecido mejor reflejada o satelizada en Blue Moon, la canción que Rodgers y Hart obviamente compusieron con una tecla puesta en las cada vez más frecuentes apariciones marianas all over the world. Por otro lado, el gran Johnny Mercer ("our Huckleberry friend"), que creo que fue él, nos hace pensar en Savannah y, así se las ponían al séptimo Fernando, en Midnight in the Garden of Good and Evil, la novela de Berendt, la película de Clint Eastwood (Old Southern Passion). O sea que a varios miles de millas, si no el Mississippi, al menos crucé el Savannah River como el que cruza la ría y me hice un ancho. Mientras no suba la marea.

domingo, agosto 20, 2006

Exterior dentro

Hay ciudades que son todo interiores, o todo interior, en singular único. No se sale a la calle. Se sigue dentro. En algunos lugares tal fenómeno no incluye a la ciudad entera; tan sólo a una calle o un barrio. Hay que descubrir las ciudades donde lo primero sucede de manera comprehensiva, y sin que medie un recinto amurallado o ciudadela. Las guías no suelen aportar este dato esencial, el más esencial de todos. Ahora bien, en primera aproximación el interior es una calidad de los muros y del cielo. No una cantidad, no depende de la altura y la anchura de las calles, de su proporción milesia y neoyorquina.
No obstante, la semejanza en monumentos naturales sí que nos sitúa ante esa raza de lo sublime que es lo escarpado. Hemos de suponer que el Gran Cañón del Corolado provoca un fenómeno aun más complicado y singular que el de las ciudades cóncavas. El pozo vertical y temporal, la delgada línea, si visible, del río, la escasa franja del cielo; el Sol evasivo del invierno.
El sueño arquitectónico de Mies van der Rohe de borrar la frontera entre interior y exterior -fallido- se vendría a cumplir en ciertos túneles y en ciertas arboledas: una transición difuminada pero apolínea con todos los matices que hagan al caso. Pero de lo que hablamos es de la destrucción de uno de los términos de la oposición y el consiguiente triunfo de ésta. Una manera de fortalecer las oposiciones que se incorpora ya en nostalgia del término perdido, ya en celebración de la, valga la redundancia, atroz unanimidad.

sábado, agosto 19, 2006

Manzano, pu ine jorismós

Madrid. Centro Conde Duque. Tres exposiciones (¿o dos? ¿o una?) sobre las matemáticas. Por un lado, las matemáticas andan justificándose. ¿Es necesario? Por otro, se apunta a la creatividad donde no está. No está y no parece que se la deba esperar en los grabados o diseños se dice que fractales que se exponen y el catálogo comenta: cada artista con su paleta rica en ocres o en algoritmos de tal tipo o en gastones o en benoîts. Más bien estará, nos decimos, en la actividad misma de los matemáticos y del que resuelve por cienmilmillonésima vez desde el Achelense un problema o problemilla cuando no sabía cómo hacerlo diez minutos antes. Y ahí también está la estética, la belleza y todas esas cosas.
La deriva visual de lo estético es un grave problema: Su correlato es del los cientos que no llenan las aulas de física y matemáticas.
Además, cuando se da una sobreabundancia de justificaciones (las matemáticas están allí y allá; sirven para esto y para lo otro) la retórica y el edificio todo del discurso se resienten. Si en la sala de al lado la belleza resulta ser, y con raras excepciones, de género posthippy y lleva adheridas ciertas sinestesias que viran hacia los perfumes orientales, nos comenzaremos a despegar, a sentirnos despegados, de esta yuxtaposición dudosa de lo bello y lo útil, de lo dudosamente bello, de lo indudablemente útil mas qué importa: conteste el visitante y diga a qué sala han acudido creatividad y belleza. (No es el patio de armas)

viernes, agosto 18, 2006

Miami Advice

Como suele decirse gracias no sé si a Ben Jonson, a Don Johnson o al conocido sociólogo Michael Mann. ¿O éste era otro? El caso es el carácter vitando de la imprudencia en su variedad eufórica. Algo que además es de mal tono, pero muy extendido entre las llamadas clases altas, que suelen frecuentar la variedad de la ociosa impotencia: tiempos de relajación republicana.
En otras palabras, los muertos han de estar bien matados o bien muertos, algo para lo que ya es demasiado tarde. Una cama es muy mal signo en lo que al tiranicidio se refiere.
Por otro lado, las manifestaciones habidas entran dentro de la categoría de lo inevitable. Esto es, así como sí que hay cosas que son malas y necesarias, las hay también vitandas e inevitables, con el problema que para los lógicos de la moral y la ética y el derecho tal contradicción suscita. Y de paso se ve también que hay poca fuerza, o que la mayoría de la que hay se va por las bocas. No muy buenas noticias. Por no hacer mudanza.

18

Hoy día 18, y no el 17 como dije, espero retomar con la regularidad debida el blog.

viernes, agosto 11, 2006

Urquhart Castle

El cuervo convoca o prevé eufórico la sanguinolenta matanza. Quizá alguno de los visitantes, tantos y tantos, sospeche que el pajarraco podrá sacar más provecho de la carretera o de las cunetas, pero él insiste desde un árbol.
El cuervo se quedará sin sus delicadezas (un ojo, algo que cuelgue de su pico orgulloso), ese cuervo se quedará sin comer, pero está contratado como emblema, como el cuervo, como arquetipo. Quizá en sus ratos de descanso ingrese en el reino mortal y hambriento de los individuos. No habrá mucho que añadir, salvo que el cuervo es probablemente más listo que el uniforme visitante y sabe que la sangre nunca se retrasa en sus paseos seculares.

domingo, agosto 06, 2006

Perdidos en el espacio

Hasta el diecisiete de agosto, la publicación de este blog queda en el aire. Dependerá del lugar donde nos encontremos. A partir del diecisiete, lo mismo. Claro.

Frank's Garage

De los habitantes del garage, la araña (pachygnatha zappa) guarda parecido y desasosiego. Las grandes mandíbulas no nos recuerdan al músico, pero decir mandíbulas es también aproximativo.
La fauna, y la espacial, es en cualquier caso tan polimorfa como nuestro antojo, y el fisonómico. Dejando Africa, en los garajes la fauna es sorprendente, y los insectos y los arácnidos acompañan el escalofrío de la baja temperatura, pues pasamos del sol al frescor de la piedra y la sombra, junto o tras herramientas, cachivaches, el pasado en una rapsodia que ilumina todas las historias naturales.

sábado, agosto 05, 2006

Suelo

Los políticos. Los promotores. La ambición del votante que sueña con plusvalías inauditas a cuenta de la mínima huerta de su abuelo. Las fórmulas pensadas para pequeños cambios y que se utilizan para asombrosas metamorfosis de los planes. Las explicaciones ridículas. El promotor que regala alacantarillas como un Epulón redimible. El coste de la propiedad inmobiliaria en régimen de cooperativa, que dicen los viejos rockeros. Los precios de mercado.
El mercado es en este caso un asunto de lo más curioso, oscuro y tan claro. La negación del mercado, como suele siempre serlo. En un país donde la población se concentra territorialmente y extensiones ingentes se abandonan, donde -por tanto- hay zonas de concentración más que abundante a las que llegan compradores de muchos lugares, asistimos a una hermosa realimentación múltiple. El alza continua y aparente de los precios incrementa el prestigio de una inversión que, como toda inversión arquitéctonica, tiene lugar bajo el emblema de la pirámide y el ahí te has quedado; por otro lado, el sistema de la política se nutre de los flujos (bolsas de basura, ya se sabe, con su circulación y su rotacional) que salen del otro sistema.
En cualquier caso, el espectáculo es el de todos los timos, sólo que éste afecta a toda una economía nacional. La ambición de la víctima es un motor poderosísimo y que resulta esencial. Naturalmente, no ha de seguirse de tal aseveración que podamos inventar una política nueva que se parezca poco al espectáculo con que las administraciones municipales y autonómicas, los ejecutivos y sus oposiciones nos regalan cada día, con su luz y sus taquígrafos.

viernes, agosto 04, 2006

Lágrimas de San Lorenzo

Noches al raso y una conversación que se reanuda cuando de tan mortecina sólo parecía pregonar su próxima extinción. Noches en las tumbonas hasta que ya no se guarda ni compostura ni memoria de las polillas que rondaban, hasta hacía un rato, las luces polvorientas del porche. Noches de constelaciones de verano que son como un campo que recorremos sin rumbo.
Y las noches en que las conversaciones que se reanudan eran las que el cansancio o el amanecer interrumpió muchos años atrás, bajo las mismas estrellas, con la chaqueta sobre el pecho, cada uno de nosotros en su tumbona. Y las noches en que Andrómeda, que hace ya tiempo que ha salido, mira prisionera hacia nuestro campo (un valle que se ha abierto sólo unos pocos kilómetros más arriba, tras un curso a medias bravío, a medias tímido), un campo que la oscuridad y los murmullos recorren sin rumbo cierto. O las tardes de esas noches, o la tarde de hace pon que veinte años y corres el riesgo de quedarte muy corto, cuando alguien decía ahora ha refrescado.
Sabrá el lector que entonces ya alguno de los presentes comenzaba a preparar la parrilla, ministro de una ceremonia tan seria como la inauguración de una biblioteca. Cuando la noche había desenvuelto ya casi todos sus prestigios y sus misterios de prestado, habría también alguien que añadiría que aquello le recordaba a una reunión, quizá allí mismo, de hacía vaya uno a saber cuántos veranos.
Y sabrá el lector que las noches finalizan siempre inesperadamente. Ya lo dijimos. Con la defección, uno por uno mas pronto explosivamente, de los exhaustos asistentes o con la renuncia extraordinaria del amanecer: alguno de aquéllos podrá asearse, coger el coche, pasar por casa, asearse aún más y salir temprano a cumplir con los cuatros asuntos ligeros que le pueden ocupar un día de verano, tan infinito como el cielo estrellado y sus recopilaciones de grandes éxitos.

jueves, agosto 03, 2006

Esta mañana

El ocio oculta sus aristas con un celo digno de estudio. Se dice o llega a escribir, o lo llegará a escribir, pues ha salido a la calle y se dice que con el día por delante, que es (La analogía en seis lecciones, 3ª edición) como la niñez del día que ve más lejana la edad adulta que, por ejemplo, la conversión del Sol en una gigante roja.
El Sol, además, se encuentra todavía en esas horas discretas que alguna niebla decora como recuerdo de otras estaciones o como recuerdo de que algo más tarde desaparecerá inmisericorde, ella y el Sol.
Pero ha salido a la calle con el día por delante y puede optar por cumplir con las escasas comandas del día o dejarlas para más tarde. Dulce es el aire y hacer cuatro recados, no bien dejado el lecho.
Pero tiene el día por delante, y al tenerlo sabe que el tiempo es mala cosa para analogías, para analogías que convenga al individuo. Ha aceptado ya sus límites y la sucesión. Como arena entre las manos -las manos son de los individuos-, el día se le irá escurriendo hacia otro día con sus flechas y sus carros agonales. Temerá coronar con más silencio; sol repetido, cometa de sus días.

miércoles, agosto 02, 2006

Grandes bocados. Atrición

Hacer morder un bocado demasiado grande no implica que quien lo muerde cargue con mayores pérdidas. O sí. Pero en ello se prueba que el de la guerra es arte por decir algo. No hay ciencia de la guerra. La guerra rebasa a todas y cada una de las ciencias, como las rebasa el cómputo exacto de los costes, de lo que se pone o quedó en el tablero.
Nótese que una argucia grande es la de hacer que las víctimas ajenas sean tantos propios y que lo sean igualmente las propias. No hay entonces mucho que decir, salvo adivinar imperceptibles gestos de decadencia, de vida muelle permeando los intersticios y los barbechos. Aunque nada es inminente y los augures están especializados en el error.

martes, agosto 01, 2006

...you got women, you got women on your mind

al valle del Jubera

Agosto como un ruido entre espumas
La siega concluida toda
Adiós, Santa Marta,
Llegan vascos de sonéticas tisis
La canícula se va de los perros
San Lorenzo metal entre rastrojos

Agosto como espuma de un año
Como supérstite y vate
Profeta de un invierno
Tras los muros

Agosto y su cadencia de atroces
Recuerdos de los julios devastados
Desmedradas promesas de los años
De muchachas disueltas en la brisa
De melodías entre torrenteras
Bailando en el secarral cuaternario

Si mi vida que se escurre como el agua
De este agosto impalpable
Fuera como esas viñas tan cargadas
Con sus pámpanos verdes promisorios
Vería mis días como el racimo
Que anuncia la vendimia de otros labios,
No aseguraría en cambio si y cómo
–Subraya ahora el vocalista o crooner
En la verbena con muerto y coroner
Me seguirían sin mirar aquellos ojos.