Como suele decirse gracias no sé si a Ben Jonson, a Don Johnson o al conocido sociólogo Michael Mann. ¿O éste era otro? El caso es el carácter vitando de la imprudencia en su variedad eufórica. Algo que además es de mal tono, pero muy extendido entre las llamadas clases altas, que suelen frecuentar la variedad de la ociosa impotencia: tiempos de relajación republicana.
En otras palabras, los muertos han de estar bien matados o bien muertos, algo para lo que ya es demasiado tarde. Una cama es muy mal signo en lo que al tiranicidio se refiere.
Por otro lado, las manifestaciones habidas entran dentro de la categoría de lo inevitable. Esto es, así como sí que hay cosas que son malas y necesarias, las hay también vitandas e inevitables, con el problema que para los lógicos de la moral y la ética y el derecho tal contradicción suscita. Y de paso se ve también que hay poca fuerza, o que la mayoría de la que hay se va por las bocas. No muy buenas noticias. Por no hacer mudanza.
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