El cuervo convoca o prevé eufórico la sanguinolenta matanza. Quizá alguno de los visitantes, tantos y tantos, sospeche que el pajarraco podrá sacar más provecho de la carretera o de las cunetas, pero él insiste desde un árbol.
El cuervo se quedará sin sus delicadezas (un ojo, algo que cuelgue de su pico orgulloso), ese cuervo se quedará sin comer, pero está contratado como emblema, como el cuervo, como arquetipo. Quizá en sus ratos de descanso ingrese en el reino mortal y hambriento de los individuos. No habrá mucho que añadir, salvo que el cuervo es probablemente más listo que el uniforme visitante y sabe que la sangre nunca se retrasa en sus paseos seculares.
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