El ocio oculta sus aristas con un celo digno de estudio. Se dice o llega a escribir, o lo llegará a escribir, pues ha salido a la calle y se dice que con el día por delante, que es (La analogía en seis lecciones, 3ª edición) como la niñez del día que ve más lejana la edad adulta que, por ejemplo, la conversión del Sol en una gigante roja.
El Sol, además, se encuentra todavía en esas horas discretas que alguna niebla decora como recuerdo de otras estaciones o como recuerdo de que algo más tarde desaparecerá inmisericorde, ella y el Sol.
Pero ha salido a la calle con el día por delante y puede optar por cumplir con las escasas comandas del día o dejarlas para más tarde. Dulce es el aire y hacer cuatro recados, no bien dejado el lecho.
Pero tiene el día por delante, y al tenerlo sabe que el tiempo es mala cosa para analogías, para analogías que convenga al individuo. Ha aceptado ya sus límites y la sucesión. Como arena entre las manos -las manos son de los individuos-, el día se le irá escurriendo hacia otro día con sus flechas y sus carros agonales. Temerá coronar con más silencio; sol repetido, cometa de sus días.
1 comentario:
bonito, pero ¿no es un poco triste, maestro?
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