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miércoles, mayo 31, 2006

La carga del cayuco blanco

Su estimable contribución a la exhibición de la carga, la tan onerosa o cargante carga humanitaria del hombre blanco, es un bien que se contabilizaría en los presupuestos públicos y en las caridades de personas privadas.
Excelente el comportamiento de la necesidad en el mercado: es el único bien siempre pagado a su precio de equilibrio porque sólo es el suelto que le dedicamos o el suelto, aunque tal vez ingente, de los presupuestos. O bien, el diagnóstico exacto de las causas de la necesidad y su remediación llevarían inexorablemente a la desaparición de tal bien del mercado. No sabemos si eso subiría su precio o, si acaso, su curva de demanda será peculiar, aunque no hay miedo. Sobre todo, y si se diera el caso, no podríamos darnos el gusto de presumir de la carga del hombre blanco, que si nos la tomamos en serio lleva a su propia desaparición por lo antes dicho. Nos compran el más bien ridículo orgullo de esa carga y las correspondientes archidosis de paternalismo, con la falsa compasión, valga la redundancia, que nos procura la constatación de una asimetría: "¡Tienen peces y saben pescar, estamos perdidos!"

Sostiene el mapa

El mapa identificado al territorio, pero desplazado por ejemplo un metro, según el sensorio de Dios, se entiende.
Pero los territorios no los vemos enteros a no ser desde un satelite, y entonces la distancia borra casi todo (como borra muchas cosas todo mapa real y efectivo). ¿Por qué identificamos un mapa a un territorio si nadie lo puede sostener entre sus manos, si sus manos no son el sensorio mismo antes mencionado y, en general, abundantemente desacreditado?
La imitación requiere espectador: esto es, debe ser visible o aprehensible. Nos referimos a operaciones que deben eliminar particiones del todo soportadas por la materia del objeto a representar: Una imitación no puede aludir a todas las partes del objeto a representar. Que la representación se quiera más aprehensible es algo que se comprende. Los periódicos sabanoides son una conocida ocasión de enojo en tierras de cierzo. Y nadie levanta un mapa de una minucia.
Por otro lado, es cierto que el mapa es una metonimia, no una sinécdoque.Que el mapa sea parte del territorio es casi un chiste, a veces de algún interés, pero en los mapas tampoco aparecen los periódicos, ni los digitales.
Por eso, nada más alejado de la idea de imitación en el sentido habitual que la relación entre una idea y sus "ejemplares". Muy simplemente: las monedas no imitan al cuño, una moneda falsifica a otra moneda o un cuño a otro. Una pintura de la moneda la imita. Un ruido metálico sobre una mesa también, y muchas otras cosas. Trivialidades escolares éstas, pero que dejan muy poco lugar para las teorías no miméticas del arte. O la obra de arte es una isla o surge de un proceso que algo tiene que ver con el de la cartografía. Y si es una isla, entonces el teórico o el artista hablarán de mapas de Royce, desplazables a voluntad por el sensorio del galerista.
(Para una teoría de la imitación. Segundo apunte)

Pago al ídolo

El precio para no cerrar algo en falso es pretender dejar cerrado otro asunto y cerrarlo en falso. Para solucionar un problema, pretender que también se ha resuelto otro. Y su complemento dialéctico: recordar que no hay asuntos bien cerrados.
El precio es dejar enquistado y fermentando el segundo problema, vivir siempre con un enemigo interior que neguemos durante años para así dejar que siga con su zapa.
Es el reverso de la norma del emprendedor que decide no descansar nunca: "he venido a traer la inversión, no el ahorro". Ahora no se trata de seguir andando sin detenerse, sino sólo de ser deudor, deudor de una deuda que comprometa nuestra pervivencia. Buscarse un vampiro para que viva en casa.
Políticos que presumen de zanjar definitivamente los asuntos. Que los dejan para poder seguir presumiendo de haber acabado. No acabar de acabar. El retorno de los viejos motivos, de los mitos y los cadáveres que atestan los armarios. En particular, jugar con los diccionarios, algo que puede demostrarse más astuto que jugar con las narraciones.

Apremiado

Recuperar un personaje de varios cuadernos atrás, de tapas algo más duras por cierto, y anunciarle que le han premiado. Llegar a un callejón sin salida en una trama que luego acaba entre paréntesis. Cerrar el cuaderno.
Al cabo de unos meses, en otro cuaderno el personaje emprende un viaje, un viaje que se empeña en que le recuerde a un viaje de años atrás, lo que sirve para comprobar que el personaje ya no es joven y que el personaje no es consciente de ello.
Otra vez en un callejón sin salida, en un tren accidentado o en un túnel. Un registrador de la propiedad le explica las peculiaridades del terreno aparecido tras el soterramiento de una estación de ferrocarril. Decide llamar por teléfono. Una íntima sensación de claustrofobia. Estoy llegando a un callejón sin salida y poco interesante. El personaje sale a dar una vuelta.

martes, mayo 30, 2006

Mapas nihilistas

Royce no excluye nada de su mapa, pero debe poner entonces especial cuidado aunque sólo sea en la percepción para que lo percibido exista en su mapa. La representación es lo representado, a todos los efectos y con todos los olores (nisi corpus, nulla potest res -¿qué diría Lucrecio de la difracción de los electrones?), pero entonces qué podemos decir de una y otro, que son lo mismo. Nada, cartógrafos exhaustivos, deberemos ser también lexicógrafos exhaustivos. De eso no podremos hablar, porque sólo hablaremos si lo decimos todos. Pero si no podemos decir nada, porque no podemos contentarnos con decir algo, qué queda de mundo y mapa (para decirlo en verso). La presencia de todo y de todos los todos destruye cualquier región del mundo que consideremos. Es posible que todo nihilismo provenga de la constatación de la imposibilidad del mapa perfecto. No es que haya nada en lugar de algo, es que los algos no son más que nada. De la mistica a la bomba, como si algo hubiera que no fuera nada más que algo. Infinito es un adjetivo y los adjetivos no existen.
NOTA: Una versión a lo Bunge - un día que el hombre tenía un subidón de paradojas lógicas y semánticas- de todo esto parte de la consideración de todos los conjuntos existentes: éstos se multiplican como conejos hasta que es evidente que nos las habemos con conjuntos que no existen. Para que no se multipliquen hay que evitar el conjunto de todos los conjuntos, etc., al menos y no sé si con eso vale.
(Para una teoría de la imitación. Primer apunte)

Tiempo de murallas

La artillería acabó con las murallas -con su necesidad o con su conveniencia indiscutida- e inauguró los bulevares. La ciudad laberinto era ya una invitación a la ciudad defendida en sus ruinas, en sus magnos escombros de polvo, ratas y cadáveres. Y es que lo que sucedió fue un desplazamiento de las defensas. Y otra definición de los invasores.
Su promoción o patrocinio, el de las murallas, opera a las escalas que, con insistencia, se ponen de relieve en los foros públicos, el oceano, el río o la urbanización. La única duda sería la de si estas murallas han nacido después de su propia artillería. Contando, claro, con que la analogía funcione y que la muralla auténtica representara un poder político unitario, cosa que habría que comprobar caso a caso.
La muralla después del cine siempre ha sido la construcción de la sospecha, un signo para ser leído y probable pasto de la trompetería. Pero si el espacio se complica y se pluraliza, como se hacen plurales y heterogéneas las murallas, es posible que lo que tengamos sea un bucle en cuya relimentación no intervengan, como esperaríamos, los invasores. Éstos serían los simples comensales de un círculo que se dilatase a costa de la segmentación: los espacios crean murallas y las murallas crean espacios. El gradiente de rentas sería sólo uno de los campos a considerar. Considérense las supuestas declaraciones balcánicas sobre la policía española.
NOTA: El razonamiento sólo funciona si el espacio del que se parte va más allá de los límites nacionales; pero si esto se cumple, entonces sí que funciona.

lunes, mayo 29, 2006

Funes reconoce rostros

Quien pierde o va perdiendo su capacidad para el reconocimiento de rostros asiste a la erección de teorías y paranoias. La formación académica le pierde: "una combinatoria finita donde hay una probabilidad no despreciable de repeticiones; nuestro entendimiento clasifica, reconoce universales," todo eso, nada menos, y eso le pierde o le va perdiendo.
Ahora bien, teoría y paranoia obran a favor de los viejos prestigios intelectuales de Occidente. Facultades superfetatorias que nos hacen creer que vienen a suplir lo disminuido, cuando en realidad agravan el mal.
Pero, en general, lo que falla es el encapsulamiento del reconocimiento y de la misma clasificación. Se conecta esta clasificación con otras con las que no debe hacerlo. Las conexiones misteriosas, otro y aun mayor prestigio de Occidente. Obran a favor de la poesía, de las máquinas poéticas, de los cadáveres exquisitos, a veces difíciles de reconocer. Depende del escorzo. Es lo que pasa con el tendido supino desde los tiempos del homo erectus. Y con el rigor mortis o con la consistencia cerúlea.

Telediario trampantonjo

TVE. Antonio López. El reportaje se recrea en el trampantojo ante un cuadro de grandes dimensiones, convenientemente escenografiado al efecto.
Y se sigue recreando. Antonio López para sus detractores apagaría incendios, pero ha sustituido la historia, la anécdota o el patetismo por la desnudez que, con cierto optimismo, llamamos metafísica. Un radical cambio. Mímesis nihilista.
El trampantojo televisivo para mayor prueba.

domingo, mayo 28, 2006

Crueldad y promesa de mayo

Los días, algunos de mucho calor. Las gentes, variadas. Convendría la lluvia ante la loma que amarillea enfrente de la casa. El breve verdor de ese paisaje no se merecería un acortamiento, un agosto ampliado, prematuro y extenso.
Las diversas gentes se dirigen a los mismos lugares los mismos días. El sábado es el día del comercio y el comercio es la ocasión para que las gentes den cuenta de su diversidad y de su capacacidad para repetirse las unas a las otras, como se repiten los mayos y las tristezas secretas.
La lluvia se añora porque la lluvia cambia la calidad de la luz, la lluvia evita que la luz del verano nos aplaste como a insectos trabajosos en el secarral. La lluvia es una promesa del mismo mayo, que quiere perpetuarse y dejar a salvo los trigales, las frondas, los sotos.
En mayo, las noticias de los chopos llenan el aire. La ribera no se rinde. Sólo hemos de remontar valle arriba para que no terminen las noticias de los chopos, que han preparado su expansión para unas semanas después.
El comercio y sus paréntesis. La ciudad en los veranos incipientes es una máquina de la memoria, como siempre, pero su calidad difiere de la melancolía asténica del invierno. Es una máquina que concluye en el recuerdo de promesas incumplidas, las expectativas que fallaron, cuando éramos todos de brillante porvenir y el futuro tan infinito como culpable nuestra inconsciencia. Abril era el mes más cruel, pero la edad del fruto nos reserva nuevos desmentidos, con la sabiduría inabarcable de una condena. Las cerezas muestran su precio, su brevedad, junio nos está llamando con las prisas de una tormenta.

sábado, mayo 27, 2006

Calendario de Marte y reloj de Venus

Con la periodicidad de un insecto misterioso o con una aperiodicidad igualmente misteriosa vuelven las competiciones deportivas y vuelven los escándalos deportivos. Marcan un ritmo que nos dibuja un compás de madera, un compás que traza elipses coreográficas y escenografías hiperbólicas. Dejamos al balón las parábolas, que abundan entre las cónicas deportivas.
Juan Villoro cuenta el fútbol en sus órbitas cuatrienales y en todos sus epiciclos en que secularmente las constelaciones de los héroes se nos muestran inamovibles. Porque los hombres no aguardamos a que los cielos cambien y los cielos sólo pueden fiar ya su memoria al cronista azaroso que los preserve.
El arduo ecosistema del deporte, del deporte, que es todas sus metáforas, abundantes como los coleópteros de Nuestro Señor, tan cercanas como la radiación de fondo de microondas.
Así, períodos y azares componen un rigodón de renovaciones y despertares primaverales o veraniegos en que florecen los gladiolos congelados de los laboratorios y que nos anuncian la disolución de los cuerpos. El cuerpo es eso que perdió los contornos y sus límites ya hace tiempo. Els cossos més amants que son su propio pasado y que sólo se identifican por su ID en las federaciones internacionales. Yo soy yo y esa nevera. La cabriola última en el juego de las identificaciones deportivas: la rugiente afición que abraza a sus ídolos, a esas bolsas congeladas, a unos genes renovados y profundos. Un tatuaje hasta la huella de la sombra del alma, en una noche sin Luna, sin Venus y sin compás de madera.
El compás mixto que tesela nuestros días; si hubiéramos sabido que la eternidad era esto.

viernes, mayo 26, 2006

Desfiladero

Pancorbo, carrefour de las Españas. Los Obarenes y su amago de quiasmo. Ya lo dijo un pesado, Pancorbo y Haro, tierra de derramas. Pero a Pancorbo lo miró Regoyos. Haro tuvo a un Cossío.
La autopista aprovecha más sutilmente las heridas de los montes por la vía paradójica de haber engrandado las heridas hasta hacerlas tectónica pura. Hemos pasado viñedos, luego cultivos herbáceos (para ponernos como agrónomos) y nos esperan los trigales, verdes como el mar, o verdes como el verde limón del río Mississippi. A veces quiero salir de la autopista y volver por el lado sur de los Obarenes y luego echar piedras al Tirón. No lo hago, pues me pondría neoclásico en Cuzcurrita y ciclista en Casalarreina.
Acabo de cruzar el desfiladero. A tiempo. No nos estaban esperando, nos libramos de la emboscada una vez más. ¿A quién se le ocurre un desfiladero sin que John McIntire comande la caravana?

jueves, mayo 25, 2006

Han vuelto

Se hace la oscuridad para que sus rostros, se diría, o una parte de sus rostros, dibujen las tinieblas de alrededor, una sala poblada súbitamente de crepúsculos y contraventanas. ¿O es la memoria falsamente poblada? ¿Son los ecos y no las voces? Las voces, las palabras, las interpretaciones de los discursos, en clave de algún interés ahogado tiempo atrás:
- La exclusividad o la competencia exclusiva. Me recuerda al descriptor individual, por sonar estupendo como de costumbre.
Inserte aquí el lector los silencios que quiera, o el silencio, el gran silencio que espera la siguiente palabra como en la paradoja del ahorcado, inserte el vacío.
- Es el que entiende de esto, de esto y de esto. Se supone que nadie más entiende. La ley se separa de los usos ordinarios del lenguaje en que el dominio presupuesto es el más amplio posible. Allí donde llegue la fuerza, por ser exactos. Algo que no es necesario avisar y no advertiremos de nuestras limitaciones.
Esfuércese el lector de nuevo. Imagine los silencios, las que parecen dudas o cansancios. Espere y luego retome el monólogo:
- La presuposición es haber eliminado a todos los demás, no de un modelo donde se interpreta la teoría, no del universo del discurso, sino del universo, nada menos. ¿No recuerdan ustedes la seguidilla:

Que ignore mi saber
nada tú sabes,
que vos he de prohibir
ojos y llaves?

- Pues algo así, en su rapsodia numerada de atributos y competencias -carraspeo casi imperceptible, como de un pajarito, en analogía de resonancias fisiológicas particulares.
Ahora silencio. La rapsodia sin numerar en la oscuridad. Alguien volverá a rearmar los periódicos desvencijados. Government and binding. Un ujier se acerca y comprueba los interruptores. Sólo mira y se va. Uno de los casi recién llegados lo mira, como se mira al único ujier del universo, de la provincia negra, o del centro del mundo.
Alguien cree que de la calle llegan los sonidos de otra época. Duda de la tapicería: ¿de los cuarenta, de los setenta? No recuerda la seguidilla o lo que sea. El péndulo quieto ha dejado de batir. Horas ociosas que se internan en la noche.

miércoles, mayo 24, 2006

Ya se fueron

La estancia quizá más iluminada, esperando a quien recogerá ceniceros y botellas, vasos. Repasará las mesas salpicadas. Removerá el mobiliario, Todo habrá de volver al punto de partida, una nueva reunión con el viejo, con el señor mayor, el que habla todo el rato. O mejor, que calla casi todo el rato entre algunas palabras suyas y otras.
Habrán de abrir las ventanas. El aire. El aire que ya no se respira o con el que se respiran tantas cosas. Limpiar, porque les da igual, las palabras que se han quedado. O flotando o arrastrándose sobre la superficie de las mesas, como una bacteria enorme que cruza el desierto de Gobi.
Tiempo atrás tal vez pensó que debía recoger las palabras, incluso tratar de ordenarlas, reproducir los despaciosos discursos, los monólogos puntuados de interrogaciones breves y tímidas. Tal vez las recogió y siguen, en una madeja desordenada, en su desordenada taquilla. Y tal vez debiera repasarlas, al menos para recordar los fragmentos que alguna mañana, recogiendo, cambiándose de ropa, habiendo dejado el mocho, las bayetas, en su sitio, le intrigaron. Le intriga saber si le seguirán intrigando. Si los asuntos viejos no lo son. Si tienen algo del templo griego que seguimos considerando hermoso en su desvencijada carcasa. O si le pedirán esos fragmentos para una guirnalda, para una antología, o para una prueba de cargo.

martes, mayo 23, 2006

Anchors aweigh

“A punto de conseguir su independencia como estado los montenegrinos recuperan tradiciones como el asado de bueyes.” Más o menos. Oído en una televisión nacional. Sospecharíamos que el asado de bueyes, reprimidísima institución en las últimas décadas, moviliza mucho más que el querer escapar de los destinos cimarrones de la Servia que no entrega a Mladic. También es posible que el reportero no sepa que está en los Balcanes, o que le hayamos entendido de manera distorsionada, sesgada, prejuiciosa.
En cuanto a otros mares que el Adriático, la Armada, a patrullar al sur de Canarias. Auxiliar y luego obligar al regreso a los puertos de partida. Nacionalistas canarios y populares. Los socialistas dicen que ellos lo habían dicho primero con el añadido de los aviones. El protocolo incluirá, hemos de suponer, pautas para la actuación en caso de tener que prestar más ayuda que la de un bidón de agua, una caja de galletas y un tubo de nivea.
Posibles escenarios que parecen resumirse en uno. Que no pisen tierra. Por lo demás, o se presta auxilio como se debe, y resulta más caro, o no se presta y se obliga a virar en redondo en esas aguas que navegó el joven Robinsón.
En este sentido, la propuesta o petición del parlamento canario busca mantener aparte del problema su tierra, insular y escasa. Las aguas territoriales, canarias, españolas, para la atrición humanitaria como si para aquéllos su propia Hinterland fuera Hintersee o marina.
Así pues, la propuesta, petición, súplica o exigencia significaría una presencia importante en aguas que no están exentas de disputas, pero lo más interesante es comprobar que todavía las aguas no se sienten tan autonómicas como las tierras emergidas. Propuesta programática que todita se andará: Dividamos los estados mayores.

lunes, mayo 22, 2006

Categorías

El mago realiza sus manipulaciones, pero nos recita otra historia. Entre sus palabras y sus gestos engañosos creemos que las operaciones que ejecuta son las que nos cuenta, pero su oficio se establece justamente sobre esa diferencia dada en tiempo presente. El relato verdadero nos pondría delante de unas operaciones triviales o, todo lo más, hábiles y ágiles. El relato que sale de su boca desemboca en una infracción de las leyes naturales, incluida las persistentes leyes de la probabilidad. Esto es, ya lo sabemos, lo que hacen prestidigitadores y también personajes más insospechados y más sospechosos.
En otros dominios, no queda claro de dos relatos cuál es el bueno. Ya no estamos en el teatro de variedades, sino en el foro. ¿Se compran y se venden mercancías según ciertos compromisos de precio o temporales o se presta dinero? Adviértase que en lo que se refiere a operaciones fisicalísticamente relatadas, los movimientos de los cuerpos son los mismos. Un incauto naturalmente ambicioso ha firmado un papel con inscripciones que no cambian físicamente. Pero a la pregunta de qué es lo que ha hecho, no podemos contestar haciendo referencia a sus dedos índice, medio y pulgar de la mano derecha. Sobre ese punto, todo está claro. O, mejor, todos estarán de acuerdo. Lo que sucede entonces, es que en casos como éste hay dos historias alternativas con compromisos diferentes para las partes. Una será la buena, pero en ambos casos las leyes naturales parecen en su sitio. El encanto que nos produce el prestidigitador se transforma en el enojo que nos causa el jurista con sus argumentaciones.
En las semanas o meses de las comuniones (primeras), las operaciones se realizan a favor de una parte que, como es sabido, fía largo. Algunos niños, comprobamos, llaman a la consagración, bendición. El tercer relato es el de las mutas familiares, decibelios en el templo. Hay tanto de que hablar, y tan inane, que su relato no será otro que el de una excusa. Por lo demás, se descubre que modernamente la catequesis incluye contenidos coreográficos. Pero la asamblea sigue siendo la plaza con sus corrillos, plurales, homogéneos, incomunicados. El relato se ha evaporado hace dos lecturas.

domingo, mayo 21, 2006

Voto de los inmigrantes

Existe también la posibilidad de que los inmigrantes y los residentes extranjeros voten, incluso los irregulares, pero de tal manera que sólo voten ellos. El modelo democrático nos lo aporta el festival de Eurovisión.
Por otro lado, aunque The Former Yugoslav Republic of Macedonia no votase al artista formerly known as Prince, lo cierto es que era evidente el apoyo masivo mutuo entre los países resultado de la desmembración de otros. ¿Amor mutuo malgré tout, o armonía final en los contrapesos étnicos internos? ¿Refutación o corroboración de los odios balcánicos que durante el titismo esperaron que el tapón saltase por fin y de una vez por todas? ¿Solidaridades escandinavas y bálticas? ¿Fino-ugrias con alguna inflexión tomada del samoyedo? Predecimos una melancólica iniciativa en pro de jurados escabinados. O, alternativamente, de extender el sufragio telefónico a los Mundiales de fútbol.

sábado, mayo 20, 2006

Locamenti

Años hace que Carlos Morales dedicó su Oda al Festival de Eurovisión. ¿Imita la realidad al arte? Observemos que Morales no pudo predecir lo que después vendría, queremos creer. En cierto modo, escribió su oda a tiempo, although it's never too late, que decía Lovelace.
La imitación propende esencialmente al exceso, porque imitar es subrayar en otro cuaderno. El problema es cuando algo se imita a sí mismo, cuando un extracto de la estructura se hace recaer sobre la misma sustancia, cuando el Festival de Eurovisión se imita, cuando se excede a sí mismo. Pretendemos explicar lo que sucede: imitarse a sí mismo es cancelar los paréntesis de la otra sustancia, repasar con todos los bolígrafos las líneas rojas que, tiempo atrás, sólo los muy perspicaces o los presentes olvidadizos pretendieron adivinar.
Esperemos a Montenegro en futuras ediciones. Las incipientes naciones se rotulan y se subrayan con el entusiasmo de los parásitos en un festín de vísceras. Pero ahora nación es la autoimitación de las orlas de fin de curso, de los paspartús del inglete tonto. Los de Ventas prefieren imitar a Las Grecas.

viernes, mayo 19, 2006

Parodiadores de sí mismos

Ferlosio escribe del borrador del estatuto de Andalucía y elogia a Arcadi Espada, que ya habló de ello. El autor de El jarama hoy en El país; el de Contra Catalunya: una crónica, creo que el día dos pasado en El mundo, ambos artículos en la era del acceso de pago en Internet. Leído el párrafo preambular que aquél se propone analizar, la primera reacción del lector puede bien ser crítica: "Así se las ponían a reales jugadores de billar que usaban paletó". Y es que el párrafo es nada menos que esto que sigue:

Andalucía ha compilado un rico acervo cultural por la confluencia de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado ejemplo de mestizaje humano a través de los siglos. La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad histórica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo.

Naturalmente, los análisis o comentarios tienen entidad por sí mismos y así se han de juzgar, por lo cual la un tanto festiva reacción apuntada se queda en ella misma y ha de entenderse como un gesto, entre sarcástico y desesperado (1), ante las pulidas correcciones y las ideas melladas de estos tiempos.
Lo interesante aquí -y el lector comprobará que seguimos un motivo apuntado ayer- es que el estribo fácil acaba por ser paradójicamente difícil. Corolario de la festiva reacción es el pensar que un párrafo y un, dígase, pensamiento, como el transcrito no son distinguibles de lo que razonablemente sería una parodia. Pero si el párrafo y el preámbulo no son paródicos, su parodia forzada debería acelerarse por el camino cuesta abajo de la hipérbole desatada.
Debemos a escritores como los citados y a otros, el esfuerzo de recorrer otros caminos más trabajosos y más fructíferos. Lo que nos parece innegable es que quien denuncia lo absurdo, lo falso, o lo ridículo de un lenguaje no llegue a verlo como lo que es: un límite en el que un lenguaje y un, maldígase, pensamiento, se identifica con su propia parodia.
(1) De un profesor de autoescuela que en la España de los cincuenta o los sesenta intentaba explicar qué era un vehículo, Agustín Sánchez Vidal decía que echaba, "entre retórico y desesperado", mano de las argucias didácticas de emergencia que hacían al caso. Si la memoria no nos falla.

jueves, mayo 18, 2006

Encuentre usted los sofismas

Jugamos a un juego más o menos favorable para nosotros. Disponemos de una estrategia adecuada. El juego cambia sin que lo advirtamos ni nos lo adviertan y se nos convierte en más favorable de lo que era. Nuestra antigua estrategia puede resultar demasiado timorata para las nuevas condiciones y podemos así perder, por ejemplo, dinero. Por caso, pensamos que tenemos probabilidades de ganar de tanto a uno y aceptamos las apuestas que equilibran nuestro riesgo. Si las probabilidades de ganar mejoran y no lo advertimos, podemos rechazar apuestas que nos sean incluso muy favorables. Cambiando lo que haya que cambiar, algo parecido puede pasar con nuestra aceptación como verdaderos de los enunciados con que nos encontramos en los discursos o en los periódicos. Ganamos si aceptamos un enunciado que después se demuestra verdadero. Aceptación y rechazo se cruzan con la posibilidad de habérselas con enunciados verdaderos y falsos. Arme el lector el juego consiguiente, que estamos cansos sin haber empezado. Si la probabilidad de habérselas con aquéllos crece, lo que podría llamarse una situación más favorable, podríamos encontrarnos con pérdidas mayores o ganancias menores de las que obteníamos en una situación anterior, correlativamente más desfavorable.
Prescindimos de mayor detalle, más que nada por miedo a incurrir en sofisma o error. Nos alejamos también de la complicaciones derivadas de una combinatoria de enunciados a los que, luego, podría resultar complicado asignarles una probabilidad. Nos quedamos en enunciados y en sucesiones copulativas de enunciados: la lógica de enunciados nos lleva a enunciados complicados, pero esos enunciados no son el hecho de encontrarse con los mismos, asunto éste que dejamos para otro día.
Quedémonos sólo con una regla que parece intuitiva: un enunciado que reúna conjuntiva, copulativamente varios enunciados más simples (una sucesión que llamaremos de enunciados (1)) lo tiene más difícil para ser verdadero, pues basta con que uno sea falso para que lo sea el conjunto. Si la probabilidad de que un enunciado sea verdadero es p y agregamos del modo dicho n enunciados, la probabilidad de que no nos mientan está por el p^n, según mis famosos informantes. Deberíamos desconfiar pues de los enunciados largos, vulgo sucesiones copulativas de enunciados. Sin embargo, si p se incrementa, para un número dado de enunciados atómicos, quiero decir para una sucesión de n enunciados (a ver si la vamos a liar en plan Carnap y Popper), la razón entre las probabilidades de que todo está en su sitio se incrementa considerablemente. Notemos que, dada una probabilidad p de verdad para un enunciado, el incremento de la probabilidad p de que una sucesión de enunciados sea verdadera, nos lleva a diferentes longitudes, a apostar con el límite en diferentes longitudes en un caso y en otro. Ergo, podemos rechazar una apuesta acerca de una sucesión de enunciados que deberíamos aceptar, pues tenemos fijada una barrera adecuada para la primera asignación de probabilidades y no la hemos movido.
Introduzcamos ahora una variante. Un agente pude modificar p a voluntad y, por nuestro lado, podemos aprender a estimar p y adoptar la estrategia más adecuada. El agente conoce nuestro método de estimar p, que es fijo y se basa, por ejemplo, en una muestra de enunciados. Prosiga el lector el razonamiento.
Pero introduzcamos una dificultad más. Sólo podemos conocer la verdad de una sucesión conjuntiva de enunciados en su conjunto, no la de cada enunciado. Es como si tras la extracción de un número de bolas de una urna, sólo se nos comunicase que o “todas son blancas” o “hay al menos una negra”. ¿Hay alguna diferencia más? Cada enunciado es cada enunciado y se pueden repetir cuantas veces se quiera, las bolas vuelven siempre a la urna. Bien, llegados a este punto, con un valor estimado de p apuntado en un trozo de papel, ¿qué pasa si p aumenta? Pero, sobre todo, ¿cuál sería la mejor estrategia para el malvado agente, que no busca sino que nos cebemos, es decir, que creamos que p es mayor de lo que es o que nos anticebemos, y la estimemos a la baja?
Prosiga el lector, que nosotros estamos exhaustos. Nos limitaremos a establecer una serie de consecuencias o corolarios. En primer lugar, una mejora de las oportunidades puede llevar a una pérdida de premios, la mejora de las condiciones (respecto a algún parámetro establecido, no en abstracto, como si tal cosa tuviera sentido) puede llevar a rebajar las probabilidades de supervivencia, por decirlo en plan darwinista. Por último, en una situación cambiante, como es sabido, no tiene ventaja el mejor adaptado a la situación presente. Pero, claro, si uno se adapta a una situación cambiante, habría que decir que una situación verdaderamente cambiante incluiría situaciones estables de larga duración. Cómo nos gustan las varianzas enormes. El saltacionismo seguramente tendrá que ver con esto, con el intento de poner orden en una disciplina tan poco disciplinada que pasa sin pausa del establecimiento y valoración de parámetros a la valoración del mundo mundial.


(1) Que los enunciados atómicos tengan la probabilidad p de ser verdaderos tiene un pase (entre otras cosas han de darse en número finito), pero si el lector asigna la probabilidad q de ser verdadero a un enunciado cualquiera de un lenguaje de la lógica de enunciados, se verá en un lío, o en más de uno.

miércoles, mayo 17, 2006

Poética

La noticia del día, en y de la BBC, faltaría más. El candidato al puesto de trabajo, inmigrante francófono en Gran Bretaña, que se ve de pronto en el telediario en directo con su inatacable subtítulo de técnico o sabio en el tema disputado. Contestaciones que la transcripción, se sospecha, eleva a la altura del guión. El telediario, en fin, imita al arte.
La historia es de la grandes por su capacidad para conectarse con otras y con su propensión al paso al límite. Consignemos dos aristas del poliedro al que nos referimos.
En primer lugar, observemos que el arte es resultado de una concurrencia de desajustes, apresuramientos y veniales incompetencias. Los estudios de televisión como escenario comprobado del vodevil y de La vida es sueño.
En segundo lugar, el paso al límite. Por ejemplo, con todos nosotros se confundieron, o la conspiración que es el universo se confundió. Somos irremediablemente otro, como la lucidez de la zozobra tiene a bien recordarnos gentilmente de cuando en cuando. O el teorema que confirma que los expertos son mortales sin mayor diferencia específica que resaltar. O el niño ante los doctores. O Juan Nadie. O el licenciado Vidriera que somos todos antes del desayuno o creemos serlo en la fila del paro. La fragilidad de todas las condiciones, lo califragilístico de los saberes que nos rodean, las enciclopedias que, como el emperador, se pasean desnudas.

martes, mayo 16, 2006

Aquella globalización de la infancia

No me correspondió ya pasar a la enciclopedia, Álvarez u otra, sino a cuatro libros de texto, tres de ellos de título bastante razonable: algo así como Matemáticas, Religión y Lengua española. El cuarto, volumen más grueso, se anunciaba con el misterioso conjuro de “Unidades didácticas globalizadas”. Si no me engañan mis informantes, las disciplinas acogidas a dicho volumen son las que ahora sufren maltrato terminológico bajo la denominación de “Conocimiento del medio”.
Cabe recalcar que no se entiende muy bien por qué no se nombran las disciplinas con justamente su nombre. Así: geografía, historia, ciencias naturales si no se quiere especificar que se trata de biología o geología; historia natural, si nos ponemos tradicionales y, por cierto, variamos un poco el sesgo o el enfoque de la materia.
Pero lo que, en mi ignorancia de aquellos años remotísimos o no tanto, no acertaba a descubrir a qué venía era la palabra “globalizadas”, la cual sumaba mucho prestigio al asunto, pues esa palabra no la oíamos, ni parecida, en ningún otro sitio. El prestigio del misterio, de las divinas palabras al alcance de cualquier pedagogo y de cualquier niño con botellín de leche a las diez y cuarto de la mañana.
Me he molestado en investigar los rudimentos de la ciencia – valga el malapropismo–que teoriza sobre las unidades didácticas globalizadas o sin globalizar y me sigue llamando mucho la atención una cosa. Unidad didáctica es algo que supera a lección, de modo parecido o análogo, aunque no idéntico, a como ingeniero técnico supera a perito (eran los mismos años) y que fueran globalizadas sin duda se refería a una colosal diferencia específica con respecto a las que no hubieran experimentado el proceso de globalización que a aquéllas se les suponía. Bien, entre unidad didáctica y lección o similares podrá existir una relación metonímica y podrá existir alguien que quiera complicar las cosas. Por tanto, ciertamente lo que teníamos allí eran unidades didácticas globalizadas, aunque la metonimia se hacía reversible al volver a aplicar el término a un libro, y sin perjuicio de que una palabra como lección ya se edifica sobre unos cuantos cruces metonímicos: lección como capítulo de libro frente a sesión en el aula con cierta unidad temática, etc.
Señalemos que el término era y es genérico en un sentido oblicuo o posterior y no sé muy bien si perpendicular u oblicuo a los contenidos del libro. Pues éste podía tratar, por ejemplo, de los invertebrados, pero no de la historia de Judith y Holofernes. Es decir, nuestras unidades didácticas globalizadas lo eran de unas disciplinas concretas y no de todas o de una mezcla o miscelánea de ellas sin orden ni concierto. Y nótese que no era término éste genérico sólo como ciencias naturales es genérico con respecto a biología, sino de un modo más aberrante o confuso.
Y aquí es donde veo yo las raíces del mal. En la hegemonía ya tipográficamente establecida de la perspectiva didáctica (1), hegemonía hasta el aplastamiento absoluto de la noticia sobre el qué, sobre el contenido del libro o de los libros. Como si el orden de una ciencia se hubiese de plegar a los designios de un mistagogo autorizado a darle la vuelta al derecho y al revés, como si todos los saberes se reedificasen con una arquitectura de gimoteantes vacuidades. La devaluación programada de todas las ciencias y las artes, su ubicación ancilar no aún en la realidad de la escuela, pero sí en la escuela soñada por algunos de esos mistagogos. Nadie puede decir que no estábamos sobre aviso.
(1) Perspectiva falsa, por otro lado, pues además podía uno preguntarse por qué se globalizaba en unos casos sí y en otros no. La única asignatura verdaderamente globalizada era la religión, pues sus actividades escolares se complementaban e ilustraban y, ¡ay!, se vivenciaban (el ordenador no me corrige esta palabra y cedo a sus rigores) con toda la variedad de ceremonias que el culto católico ha sabido ofrecer a sus fieles practicantes.

lunes, mayo 15, 2006

Cola de tormenta

La ya tenue, pero continuada, lluvia de después de la tormenta, de la furia concentrada, elemental y multimedia. Hoy sólo tuvimos ración de cola de tormenta y de su lluvia sin atrición, su pausado discurrir que vale medio crédito. Envidiamos las lejanas, oscuras masas de la tormenta, la tormenta que regala su renovación a otros, poderosa y ajena, identitaria. Sobre el brillante suelo, el amago, el acto fallido, la tarde y sus actividades transversales. Ya ha caído la noche por lo que se refiere a la tormenta y su hipotética vía purgativa, su probado oficio de facilitador. Los sonidos, su temperatura suave, aquí y allí sacudida por estridencias remanentes y a veces insolidarias. El día acaba como estos torpes períodos, pagando su cuota multiterminológica.

domingo, mayo 14, 2006

El mercado inaudito

Sobre las palabras mal tasadas, las intenciones que siempre se escapan, las últimas razones de los pilotos de fórmula uno. Sobre las jerarquías. Sobre los gerifaltes de hogaño. Está, como siempre, presidiéndonos la máquina de calcular que nunca calcula, el espejo sombrío de lo real para derrumbar las teorías más portentosas. La realidad con todos sus infinitos decimales. La humana avaricia aliada a la prestigiosa ciencia de estar en el secreto. Manes de Bachelier y Mandelbrot. Locuras de Peirce padre y de Zipf. Intransitivos como flechas teoremas de Arrow. Chascarrillos de Galbraith. Yo estoy aquí, discutiendo con el quiosquero sobre Afinsa.

SICK NET

Un poema para Jon y Eguren

O net, be fed with Apples while you may,
And feel the set you use of data arrays,
A smiling iconface on the streamingly baudway,

Though in what listening port eight for the ping
That inits in outer domains windowsly
The dumb thing that you see is what you get:

Be plugged, enjoy the session, lock your caps,
Exquisite in the Peirce of Sanders Charles,
That shivening mark-up not to be despised.

Take your ADL in momentariness,
Type between key and key - include barspace
With the script´s easiness, though not its links.

sábado, mayo 13, 2006

Un paseo por el cielo

El significado de una conclusión es su fundamentación, los argumentos que utilizamos, las razones que valoramos como más justas o más potentes. En El País, Ángel Pestaña, habla de los derechos de los simios, o de la atribución de derechos a los simios. Para más o menos concluir, según entenderán algunos, que los grandes simios merecen un trato singular pero que hablar de derechos es un exceso, antes Pestaña escribe por ejemplo que:

... es preciso destacar algo tan elemental como olvidado que es la radical especificidad de lo humano, que lo hace irreducible a los parámetros científicos sobre los que se edifican las ciencias de la naturaleza. Lo relevante aquí no es tanto la enorme semejanza genética que sitúa a humanos y chimpancés en el mismo género, como la constatación de que esas minúsculas diferencias no permiten explicar las grandes divergencias fenotípicas en cuanto a morfología o comportamiento. Pero, sobre todo, no explican lo más específicamente humano, que nos separa radicalmente del resto de las especies animales. Me estoy refiriendo, naturalmente, a las aptitudes simbólicas de las que deriva nuestra inmensa capacidad de cultura.

Claro, la cuestíón es que si existen otros determinantes biológicos, han de especificarse éstos o decir que se han de buscar. Más abajo, el teclado en el estribo de una conferencia de Edmund Leach de hace 25 años, Pestaña transcribe y escribe los siguiente:

Parte Leach de la confrontación del obispo Wilberforce con Huxley, que tuvo lugar en 1860 en torno a la teoría evolutiva de Darwin, publicada el año anterior. Wilberforce, cuya crítica al darwinismo sería aceptada por muchos científicos actuales, proclamó entonces: "Cualquiera que sea la opinión de otras personas, yo nunca consideraría a los monos del zoológico como mis antepasados". A lo que Huxley respondió ácidamente: "Antes preferiría descender del mono que de un obispo". El trasfondo del debate era la noción religiosa que considera al hombre como una criatura especial hecha a imagen y semejanza de Dios. En este sentido, si el gradualismo evolutivo de Darwin fuera cierto, no debería haber discontinuidad, de forma que los chimpancés debieran tener algo de alma, al igual que los humanos. Tal doctrina podría ser aceptable para un budista o un hindú, pero era más de lo que el obispo podía admitir. A lo que Leach añade: "Y pienso que el obispo tenía razón". "No creo", sigue Leach, "que los humanos tengan alma inmortal, pero, indudablemente, poseen una capacidad simbólica y verbal que hace de estas criaturas un tipo nuevo y único en la naturaleza. Entre otras cosas, porque de esta capacidad deriva la posibilidad de hacer elecciones concretas e imprevisibles (...) lo que representa una discontinuidad abismal con el resto de la naturaleza".

Pestaña y Wilberforce tienen delante una teoría con un cierto componente mecanicista y no perfectamente engrasado, además de con las imperfecciones esperables estadísticamente. Como no funciona a satisfacción, Wilberforce y parecería que Pestaña se traen un elemento supernatural, un Dios, expediente de mecanicismo tan conocido como subrayado, un deus ex machina, poleas rechinantes incluidas.
Como a muchos el asunto de alma les sonará a viejo, se habla de conducta verbal y simbólica, lo cual aun tiene un pase, aunque sea todavía, y sobre todo, cosa de antropólogos. No se sigue de ahí sin embargo que seamos la única especie posible o efectiva con esas conductas, facultades o aficiones. Alguno apuntaría también que no faltarían defensores de un Darwin más saltacionista, o que -aplicando nuestro lema- algunos científicos estarían de acuerdo en algunos cuestionamientos de Wilberforce, pero no con sus respuestas. Otros nos advertirían con mucha razón de que la subespecie de los científicos no está especialmente dotada ni adiestrada para el raciocinio, pero todo esto importa poco.
Nótese que el hecho de que un enfoque categorial sea limitado no implica que puedan aportarse desde fuera resultados categoriales legítimos al respecto de los objetos de la ciencia en cuestión, así como caídos del cielo, de la ideología, de otra ciencia, o de un libro de divulgación. Eso es trampa.

viernes, mayo 12, 2006

Poema comentado

Incluimos aquí un poema de Martínez Glass que no carece de todo mérito. En la entrevista que citábamos ayer, el autor, interrogado al respecto, decía de él lo siguiente:
-Sí, una poética. Me la pidió el editor AMG para no recuerdo qué cosa. Lo cierto es que yo no quería decir nada en particular, ni menos lo que parece decir el poema. Pero ahora que lo ha recordado usted, me parece bastante bien lo que dice. Incluso, yo añadiría que lo mismo se ha de aplicar en todos los campos de la vida. Por ejemplo, en el sexo: Ama a las mujeres de los otros. Cuando seas otro, cásate y ama a tu mujer. Pero ahora que lo pienso, ¿qué estará haciendo mi mujer? Porque no me salen las cuentas. Creo que tengo que interrumpir esta entrevista.

Y éste es el poema:

POÉTICA

Escribe los poemas de los otros.
Después, sigue escribiendo los poemas de bronce de los otros.
Más tarde, vuelve e inscribe los signos de los poemas de los otros.
Cambia de papel y de tinta, pero sigue escribiendo los poemas de los otros.
En la piedra graba los poemas de los otros.
Y aun más años, y más aun, insiste en los poemas azules de los otros.
Que el vuelo azul de los poemas de los otros se pose en el papel que
tú has comprado.
Que tu tinta y tu escritorio, último fruto de un salario,
se dediquen a los poemas de los otros(1).
Se vaya a tomar por culo, como si nada,
la casa de tu padre,
O incluso las cosas verdaderamente importantes,
Sigue escribiendo los poemas, aunque sean malos,
De los otros.
Pierdas las noches,
Pasen los tiempos y los hombres todos.
Escribe, en fin, los poemas de los otros.
Cuando seas otro, entonces escribe, estarás escribiendo, tus poemas,
Lo que para el caso…

(1) Descubra Sete sombrío / el breve lapso que a tus días / les fuera concedido, / aun en la orilla escribe / los tan largos poemas de los otros.

jueves, mayo 11, 2006

Sympathy for the Church

- Vigilias, procesiones y demás en protesta (o lo que sea) ante el estreno de El código da Vinci. Mejor la indiferencia. La Iglesia católica, empero, guarda difíciles equilibrios con la memez, pero si se ha acercado demasiado a ésta, lo tiene mal ante la memez contraria o, como decía aquél, subcontraria.
- De mi primer libro nunca me gustó nada, o mejor sí. Me sigue gustando el papel. Desde entonces no he tenido otro mejor. Sí, tiene usted razón, me refiero al del libro, su gramaje derrochador y su tono hueso, y también al papel que me tocó en suerte: era el de imbécil, al que prodigiosamente todos hacen caso.

De una entrevista recentísima con el profesor Martínez Glass, autor de Ensayo sobre la sordera y Voiceless a ver (Rimas para hipoacúsicos).

Desproporción

La desproporción ha penetrado en tromba como tópico de estos días y de hoy mismo. Pero la desproporción y la proporción son el tópico que hace posible la tópica: proporciones y analogías con las que conformamos la materia barrosa de los discursos y los exabruptos. Nos encontramos con una retórica y una jurisprudencia de fantasmales, elásticas y alterables varas de medir, en que unos se encuentran y se reconocen etológicamente mientras que se distancian o enfrentan a otros.
Si las varas de la analogía fueran tan rígidas como para reunir sin sofisma dominios cualesquiera, hace tiempo que la historia del mundo habría finalizado, prórroga incluida, o puede que nunca hubiera comenzado, por más que se esforzasen Dios y su silbato.
Por contraste, de lo que tenemos abundante provisión es de entendidos, malentendidos, sobrentendidos y otros fenómenos de la traducción que redimen al hombre de la simplicidad, una prueba de lo grande que es el mundo.
Añádase a la flexibilidad de las varillas, lo descangallado de las perspectivas, Alexander Nievsky galopando en zig-zag, astigmático y torcido mientras el adversario se hace el sueco. ¿Dónde está la proporción?¿Dónde la alegoría? ¿Si trituramos las partes que reconocemos en un lugar y en otro, dónde está la alegoría? Esa muestra suprema del idealismo.

miércoles, mayo 10, 2006

Arte y práctica del descampado

El cine español más clásico, explorando a su manera un camino que se nos antoja neorrealista e italiano, extrae del descampado dosis salvajes de metafísica y de sociedad atrofiada y postatómica. Márgenes de ciudad siempre arrasada y reconstruida, cada vez peor, huellas conservadas y visitantes que se mueven con naturalidad inaguantable en la desolación del cielo y de la tierra. Olivares que pronto serán invadidos o desmontes que preservan algún resto agropecuario. Se nos antojan orígenes patrios prestigiosos: Goya, Gutiérrez Solana, Baroja o Valle a su modo, el Ramón Casas de La huelga o El garrote vil, que sumerge el descampado en un territorio urbano anorgánico e incomprensible. Los descampados y muros esenciales de los cuarteles. Una escenografía abarrotada de todos los objetos, de todos los cachivaches, pero invisibles, salvo un ladrillo, un cubo de basura o un, pongamos por caso, barquillero tan místico como incongruente.
Ingenuamente pueden aventurarse dos clases de descampados: el primordial y falsamente etimológico (pero siempre “Éstos de pan llevar campos ahora”), que conserva no ruinas sino restos de desastres subitáneos o seculares y que conserva formas de vida –sus restos– que se rinden a las revoluciones de cada día; pero también el nuevo, el que surge de la nada, como una promesa de canalizaciones y viales. Pero éste segundo es falso, el mundo que todos vemos, tan azul y tan de colores las líneas de los metros, no nos reserva ninguna esperanza y sólo nos ofrece los signos de las batallas consabidas, ejércitos ciegos en la noche, que es el tiempo.
Piadosos, los promotores entierran las huellas de otras vidas. Bajo nuestros pies, en el brillante centro urbano de la primavera, el descampado aguarda como futuro espejo de nuestras penas. El descampado es un sistema de coordenadas para la desnudez moral y las esperas de personajes que no han venido nunca. Si nuestro amigo Sánchez nos permite la alusión, para viajes en cochecito a ninguna parte.

martes, mayo 09, 2006

Heroínos y heroínas

Felices tiempos para los héroes de nuestro tiempo, de la democracia. Muy barato lo tienen, un par de horas de su tiempo, dos entrevistas o mil si lo prefieren. En algunos casos se les pide lo que mejor saben: hacerse los importantes o los grandes, lo que se dice de España.
Porque es posible que el valor de estos héroes sea precisamente su capacidad para negar el derecho, los procedimientos y la democracia –municipal o internacional-, algo que les sirve para ganarse el aprecio de los demócratas, de los iluminados y demás pequeños luchadores por la libertad en el último cuarto de hora.
Sin embargo, están lejos de la perfección si de cada una de sus acciones resultan perjudicados ciudadanos corrientes y molientes y no precisamente aquéllos con un historial que no sea del último cuarto de hora. Una competencia desleal la de éstos porque hay más alegría cuando alguien defiende una pequeña parcela que cuando representa los intereses de todos.
La hipérbole desaparece cuando se admite la verdad del enunciado, un superlativo es lo más justo en labios de los héroes y de sus voceros, que se enfrentan a inauditamente fieros funcionarios en sus covachuelas o en sus mazmorras.

lunes, mayo 08, 2006

Erich tenía razón

Por lo visto aún anda por ahí el sicofantillo suizo Erich von Däniken, uno de cuyos más celebrados éxitos editoriales lucía por título el de Recuerdos del futuro, expresión cuando menos paradójica y que condecía mucho y bien con los años aquéllos de ciencia ficción de segunda y tercera mano, psicofonías casi avant la voix y tan turbias informaciones como las del día de hoy.
Y es que los recuerdos, llevaba razón el suizo, cada vez lo son más del futuro, pero es de temer que en un sentido muy diferente al que podía tener en aquellos tiempos de marcianos en vías de desarrollo y que tan bien nos ha contado los ya mentados en otras ocasiones Aibar y Guerricaechevarría.
La de la memoria es -y creo recordar que siempre fue- arte que tenía que ver con las artimañas y técnicas para no padecer los previsibles olvidos: La arquitectura de la memoria por la que andaba Michael Douglas en una cinta muy comentada. Pero la memoria es cada vez más compás y brújula de los tiempos. Por ejemplo, el retorno estos días de las caras de Bélmez de la Moraleda sucede ahora en clave de fusilamientos de la guerra civil española, dicho sea por no salirnos de la estela o rebufo del suizo.
Observemos: el arte de la memoria conoce y prevé, pero ordena mediante el raciocinio los materiales a los que ha de enfrentarse el sujeto. Como facultad subjetiva, dejada a su aire, es esclava del viento, del capricho y, en el mejor de los casos, de la polimatía.
Además, la memoria ofrece el problema básico de la identificación esencial. Sin ir más lejos, la memoria en su variante arquitectónica urbanística parece que puede apuntar a algo así como la esencia de una ciudad, pero cuál sea la esencia de una ciudad es algo que bien puede cambiar, porque la esencia de la ciudad no es ni su diseño ni sus materiales sino un complejo de contigüidades dinámicas, cuanto más dinámicas mejor. En consecuencia, mantener una parte material de la ciudad –nunca una parte formal, porque la forma de la ciudad es la forma de la evolución del complejo del que hablábamos- convendrá hacerlo porque es bueno o conveniente, no porque sea esencial, porque no pude serlo. Fuego a los organillos, tan paleolíticos. No por organillos, sino por símbolos.
Cuando se llama memoria a un recordatorio corpóreo (casi, diría uno, un fetiche) y se dice que lo es de algo esencial, no podremos abstraernos de su propia esencia, de lo que esa parte es, a la hora de discutir si se conserva o se destruye. Porque la memoria lo es de lo bueno y de lo malo. Esencia, lo que se dice esencia, la tiene lo malo y lo bueno. Y si no es el caso, la memoria de lo malo será bastante vacía.
Por lo demás, convendrá depurar a los razonamientos y a los debates de estas excrecencias que más que del teatro de la memoria proceden de la memoria del mal teatro. El artículo vinculado más arriba es, porque también contiene razonamientos, una contribución estimable, pese a su retórica memoriosa, pese a su inevitable propensión, en consecuencia, a igualar lo memorioso a lo funesto.

domingo, mayo 07, 2006

Gozua Tree

Arboricultura, silvicultura, manicura, erigís ídolos más perennes que los parásitos. Pivotes y puntos de apoyos para las palancas más insospechadas. Árboles que no dejan ver la batalla y batallas con las que se sortean las verdaderas guerras. Sólo hay una verdad: Sanchinarro no es el Paseo del Prado. Pero la farándula es la farándula, los editorialistas son lo editorialistas y Javier Marías no se encuentra en vías de extinción.
Por lo que al contenido urbanístico y arquitectónico del asunto hace, es significativo que ni siquiera la parte racional de la discusión se le mantenga cercana y que las líneas del enfrentamiento sean las que dividen el terreno entre los que piensan que deben existir proyectos que rediseñen un trozo de la ciudad y los conservadores que niegan o refutan que un arquitecto o un alcalde deban tener esa facultad, que -para algunos prudentemente- desconfían de la virtudes de un cambio a gran escala (como si no se hicieran tantos y tan grandes), o que se refugian en ideas obscuras y peligrosas como las de identidad, imagen de la ciudad, participación y otras aún más sombrías. El contenido del proyecto y la realidad presente de Madrid son sólo piezas que engatillan diversos componentes ideológicos que se ponen en juego y que encuentran su correlato objetivo en discursos tan vidriosos como el de la vida secreta de las plantas de la que parece hablar Carmen Cervera o en actividades tan artísticas como las tamborradas ecologistas
Sin embargo, son los árboles -esos árboles dichosos por apenas sensitivos, que morirán, como han de acabar también hasta los protones- los cebadores de una dinámica que añade nuevas capas de confusión. Los árboles y los personajes que amplifican, para desdibujar luego, los límites del conflicto son los elementos distorsionadores que atraen la atención de todos y que dan los motivos de más lucimiento a nuestro profesionalísimo gremio periodístico.
Tomémonos el postre y olvidemos por un momento este país donde las confrontaciones, las contradicciones, los conflictos se envuelven de otros conflictos, que siguen otras líneas, que enfrentan a otras partes, que a veces suman a su capacidad gravitatoria un pintoresquismo esencial. Pero no queremos hacer pensar que detrás de la careta pintoresca se hallan fieras luchas que personifican principios de alcance universal. El secreto tras el velo no es un odio o una enemistad originados por una conmoción de gran alcance, sino más bien por la nimiedad y la anécdota enquistada, como en El duelo de Conrad, despreciable como la divinidad en la cámara más secreta del templo y que resulta ser un perro o un gato, como lo que le decía Oxenstierna a su hijo. Algo cercano a la nada. Eso de tan inmensa capacidad movilizadora. Como el postre, que es algo antes y después que nada.

sábado, mayo 06, 2006

Lluvia, hipóstila lluvia

(Jornadas, cierre)
No podía faltar. Luis Manuel trajo la lluvia. Cristina corre con Manuela. Tarde, tarde, como las enes, las erres y las eses de Cristina. Melismas de las prosas. Consonantes que recorren hasta las teclas negras, aburrido el espectrógrafo de esperar otro formante. El koan que huye de Paulino y de César, que huyen del koan en su círculo de tinta china. Inma escondida. Un hombre no se humedece, sólo se cala hasta los huesos. Goteras por todas las costuras.
Eso era la primera parte, Luis Manuel. Luis Manuel, hoy la torrencial es la lluvia en todos lo balnearios donde se jugaba los cuartos tu amigo. O vuestro amigo.
Pero la lluvia se cuela por la megafonía. Guadalupe regresa. La lluvia y el suelo que deja y el aire que deja. Rafael, Javier, Pedro, gamberradas a la marinera que afeará Teresa, que Luis callará y está César cansado: sospecha Elvira que de cansado con plumas de loro de Cernuda, canso de estar, que no ser, canso. Las copiosas y las especiosas comidas. La factura gástrica del chuletón, la de los pimientos, la del perejil y el ajo, en fin, de las almejas.
Luna en creciente, el Sol en Aries según visuales bien informadas. Nubes empeñadas en que su caos sublime abarque el firmamento y el arcén accidentado del cielo. Nubes que miramos con la incredulidad del desierto cada diecisiete años. Las piernas mojadas salto a salto, par délicatesse j’ai perdu ma souplesse, las piernas abiertas como para plantarse en la arena mojada (la corrida sin suspender) con el capote por delante, acrobacias sobre los charcos turbulentos de este atardecer de mayo.
Negocios estrafalarios, ya ni raros, pespuntean una cerveza intrascendente. La edición de los poemas de Cristina. Los paralelepípedos que Cachi apila arquitrabados como novedades de una biblioteca de obsidiana.
Olivia en algunas cercanías. Olive jeunesse, Charo tras el petirrojo. Keith desencaramado de su ventana de virtual tercer piso. Vinieron entonces las lluvias con su prestigioso y repetido (siempre mejora la segunda vez) carnaval de remolinos y airones de paradójico secano. Cuando Pedro llegó, Luis Manuel daba el último golpe de riñón. Dos tubulares hacen una negra. Dos negras, tres cuerpos de ventaja.
En esa tarde urbana de polvo levantado por el agua reluctante, soñamos con las ventanas abiertas a una lluvia de ritmo asonantado y, de puro sutil, pleno. Pero la lluvia se hincaba en la tierra con la obsesionada furia de un suicida reincidente. En las palabras de Cristina vio la ocasión de escucharlas tan de lejos, que no pudo resistir y se abrió de orejas.
(Shelley, Sacristán, ¿qué dijo Riego de la Oda a la Libertad?)

viernes, mayo 05, 2006

Comando S. Luego escribe

Manuel. Una cátedra para Manuel vitorean los funcionarios menos maleados. Pedro vuelve a las mañanas de veinticinco años atrás. Las grandes lecciones con su vuelo de entusiasmo, las perdices y las garzas 20000 pies por debajo. José y sus poemas platónicos, intocables ya. Y sus comentarios que a algún asistente le hacen adoptar la postura pequeño saltamontes. La vestida desnudez. Si se permite la enmienda, a todos nos ha costado desnudarnos, nunca vestirnos. Nuestra definición como monos: los que llevamos hábito, comme d'habitude. La paradoja de lo concreto y particular en el mundo de las ideas ya vacías. Las ideas son las cosas. El vacío, la nada, chamarileros. Grandes poemas con lencería clásica.
Hoy las sillas escasean, pero no hay koanes por el suelo. Dos sillas aisladas, paralelas, su eje en el ángulo preciso frente a la madera del muro ilustra jardines de arena. Bourbon in the jar in Tennessee. Carlos y su rata en un jardín japonés. El nudo navajo en la gravilla peinada. O algo más que eso. María, doctora en ciernes, nos explica las serpientes de Kekulé que reptan por la escalera. El vino sufí que nunca es suficiente. Era verdaderamente muy necesario. Era el más necesario de todos. Álvaro sigue con la misma cuerda, lo que no es contingente. Alcides se va. Continental Garray elude. Es el día sexto, el vacío del eje que hace andar el carro descansa. A César, José no le convence. Sería entonces o César o nada. Cristina recorre el Ebro. Los niños pescan las opacas carpas. Su sabor a barro, llega Luis Manuel. Cuerpo a tierra.
(Shelley, Sacristán. Viktor o Victoria)

jueves, mayo 04, 2006

Alcides las copas

Es el quinto día y es de noche. Nadie juega hoy a las sillas musicales, pero no hay espejuelos para todos. Rafael, voz. La lluvia aguarda su turno y convoca a un público emocionado y emocionante. La poesía no tiene explicación, se postula. Y nada la tiene. Ni relato. Agotadas las sillas del gallinero, César en el suelo, alguien más, enlotados y con el tronco llamado a un bamboleo levemente hipnótico. Por lo demás, silencio. Un madrugador móvil ha amagado antes del introito y ésa ha sido la señal para que todos desconectasen el suyo. De más lejos llega la voz de Rafael, que es una voz que se detiene unos centímetros antes del micrófono para tomar un impulso grave, a veces cavernoso.
Isabel tiene una cámara digital, pero la noche es la noche. Raúl fuma, pero el Doctor Sancha está cansado. Manuel está cansado y prevé aún lejano su descanso. La noche la invadirá una melancolía planetaria de aviones que se cruzarán en la noche estratosférica, agotadas las minucias revividas de la vecina o de la otra muchacha que qué fue de ella. O del otro que también fue locutor, pero que entonces, mientras a los demás la imagen de los enormes coches de entonces nos procura composiciones de lugar que un Dios escenógrafo nos probaría tan tremendamente desajustadas como una película de entonces o como una película de ahora mismo. César, Luis, Raúl, Pedro discuten de: lecherillas, mollejas, criadillas, callos todos, menuceles, literuelas, devolver casquerías en algún restaurante de atrezzo. Luego Armstrong y su pie derecho, ¿o era el izquierdo? Armstrong y el vecino de Armstrong. Maribel y las editoras extrañas presencian una conversación filológica, pacientes como editoras. Caristios, qué se fizieron. En nuestro rincón parecemos abundar los de Rh negativo. De menos se han hinchado cátedras. Fluctuaciones dad a Coriolano y a Belisario limosnas. La lluvia y su llegada. La lluvia que se hace de rogar y que luego sorprende. Una lluvia endecasílaba con acento en la hora sexta. El cansancio no se lo lleva la lluvia. No se lo lleva el empleado municipal con su manga redundante: “esto fue escrito con toda la inocencia, pero tiene dos lecturas” admite Rafael. Si es la segunda, qué compresión temporal en el hiato antes del verso último. La noche se desprende de la ronda como una cuesta abajo se desprende de los guijarros. Los poetas no son alpinistas despeñados; los poetas son personas prácticas (Herrera), pero eso ahora es cavilar acerca de aeropuertos y regalos. Aeropuertos y regalos que poblarán futuros libros de viajes y se adueñarán monopolistas de su ecosistema literario. Encuadernados en rústica desalojarán a otras lecturas del quiosco del aeropuerto, que se llenará de viajeros obsesionados con su correo electrónico, que encabezarán un movimiento para que cada viajero elija su propio localizador, lo que no impedirá que sigan queriendo que sus maletas no viajen en la bodega, que no llevará vino. Que vaya bodega.
Las copas están cansadas y son tímidas. La noche es una noche de precaución. Es una noche para un comentarista especializado en ciclismo. Todo llegará, pero ahora se tratar de ahorrar fuerzas, de no ser demasiado generosos en el esfuerzo, de elegir la rueda buena de entre toda la serpiente. Los dos últimos puertos que se subirán en días grises, de intermitentes lluvias, de igual que en viejos tiempos. Arde el bar.
Shelley y Sacristán en su tándem. No se les sale la cadena.

miércoles, mayo 03, 2006

Argumentum pajaritologicum

¿Cuántos son los árboles afectados por la proyectada remodelación del Paseo del Prado? Ni Dedekind, ni Kronecker, ni Weierstrass lo saben. Luego, soritalmente, entimimados, Dios existe.

La afición reconocida

¿Me equivoco? ¿Fue Fidel Carazo, parlamentario soriano, quien en los sombríos bajosetentas propusiera como artículo primero o segundo de nuestra Constitución algo así como "España reconoce a Dios"? Reconoce, que no identifica en rueda comisarial, que aquí no ha de aplicarse. La memoria histórica funciona así cuando nos toca poco: poco y mal. Cela se refirió en algún artículo a Carazo, pero no recuerdo si a propósito de este asunto.
Lo que nos importa es que España, lo que se dice España, reconoce. A una entidad o un hecho expresado en una subordinada completiva, que creo que se llaman. ¿Es lo dicho y puesto en labios de D. Fidel lo mismo que "España reconoce que Dios es Dios"? Me abstengo. Pero parece ser que la segunda es la formulación de Maragall. El inmarcesible ha dictado que "Si España no reconoce que somos una nación perderá el respeto de millones de catalanes" , lo cual tal vez no sea lo mismo que decir que "España reconoce a Cataluña", porque de eso no hay duda y no es, en cambio, analítico si los hubiera, el juicio oblicitado por el Honorable.
Dejando aparte objeto y tenor del reconocimiento, el reconocedor es España, que es una unidad de reconocimiento (1). Yo he pertenecido a una que bien pudo llamarse unidad de reconocimiento y que vino a ser una forma de escaquearse en unas maniobras, el que lo probó lo sabe. Lo mismo con Pascual: para él y para unos cuantos catalanes, España y sus demonios no ha sido más que una manera nada sutil pero eficaz de escaquearse.
(1) reconocimiento de universales. Las últimas experiencias han demostrado que tras un nombre siempre hay mandanga.

Socialismo

La acumulación de capital y su transferencia. Su control y disfrute, que un grupo organizado arrebata a otro. Los discursos anejos. La riqueza que crean estos discursos. El prestigio sin perder de los nombres viejos.
El capital humano y la parte de ese capital encargada de hacerse publicidad. El capital humano encuadrado. Si el socialismo hubiera triunfado, ¿qué estado desaparecería primero? ¿Pensaba Marx en un suicidio colectivo de los estados, en la disolución dulce de sus élites, en una armonía leibniciana, de modo que sus profecías, a la postre, resultaran pura teodicea?
Difícil, porque ni el capital humano encuadrado, los brazos del partido leninista, ni éste se van a dejar disminuir nunca. Salvo por ellos mismos, pero para que una parte suprima a la otra, de la trifulca a la matanza.
En cualquier caso, sígase con los escenarios de desaparición de los estados, nominal y efectivamente. -Usted, primero. -¡Oh, nunca, nunca, nunca! Usted delante.
Estas situaciones con todo el mundo parado delante de la puerta o de la escotilla pueden evitarse con un intercambio desigual entre estados socialistas. Lo que se aplica también a desapariciones de estados en escenarios ajenos a una hipotética consecución del comunismo universal. Que se lo digan a Fidel.

martes, mayo 02, 2006

Alabanza de la sílaba pretónica

(Jornadas, día 4)
Raúl se sienta y de cansado se levanta. Llega Manuel cansado y Rafael llega con Rafael y se sientan. La silla que dejó Raúl, ahora la ocupa Raúl. Pedro, fino estilista. El fajador será para el público Coriolano. Lo serán sus guanches bereberes, sus lenguas servidas en un banquete cesáreo. Milagros del garum.
Piernavieja, velocidad. Ni Rafael ni Alfonso hacen de Rafael. Manuel me pone sotana. Valvanera sugiere Sicilia, pero no me veo de gañán ensotanado a la puerta de la Ópera palermitana, Massimo Ranieri. Perdere l’amore. Si non è vero è ben trovato.
Como estoy en medio, me quito. La noche sigue con su prudencia pretónica. Manuel la sigue con su prudencia tónica. Conoce el cronista la ruta y se los imagina del punto A, donde les deja, al punto B. Cuántos serán los abecedarios de la noche es algo que no puede nadie decirlo. Y menos ahora a las 22:55 cuando escribo. Pedro, con la escopeta cargada, Coriolano con Kavanagh, el Liffey guarda silencio al pasar por la Aduana. No puedo pasar a verte, que la Nacional I está de obras y de la parte de Barajas vengo. Geología de Irlanda, los pálidos y asentables volcanes edimburgotarras y los canarios volcán sobre volcán: edificio volcánico, arquitectura repentina.
Mañana viene el frío para tropicales y subtropicales. Viene para todos y el frío en mayo (y en el apacible a ratos Donegal) es menor, salvo aquel año en fiestas de Santo Domingo. Lorena viene y se va. Kid Fracaso se lleva una galleta carpetovetónica. La noche explota en un amanecer de panza de burro, nube caminada por un traficante de esclavos con el labio partido. Tal vez tormenta, o aborto de yunques y cúmulos.
Shelley, Sacristán, ubi sunt?

Colonialismo año 0

La esencia de la política –y más de la política internacional- es la de simular simetrías donde sólo hay asimetrías y viceversa, aunque con tales expedientes no se pretenda tanto engañar a la otra parte como a los representados por ésta: favor que se le hace al débil.
Complementariamente, existe una retórica de borrado del sujeto una vez que éste manifiesta lo sublime de su proyecto. No es suyo, ni de un grupo: es de un país o un continente entero o, incluso, de una parte que es el todo. Es bien conocido que de esta forma se depuran los proyectos y los intereses propios de cualquier matiz que les reste la generosidad debida.
A partir de estos principios, la combinatoria retórica puede estructurarse en un álgebra que dará pocas sorpresas. Así, por ejemplo, la nación será la compañía estatal de otro estado (nada nuevo si bien, o siquiera medianamente, se mira), y para que no haya dudas se disparará por elevación. Veremos si los contenciosos internacionales de la primera los asume la segunda, nada raro cuando ellos precisamente tienen que ver con el objeto propio de ésta. Y veremos a quién se transfieren o devuelven.
Pero también es cierto que la parte débil y hasta juvenil de la alianza puede sufrir algo más que dura atrición: puede desaparecer a favor de las tensiones y en nombre de componentes ideológicos no tan adventicios: etnias, etnias explotadas y explotaciones lejanas. De estas fuerzas de marea sabemos en nuestro país, tan querencioso de la cizalladura.

lunes, mayo 01, 2006

Zabaleta, Gemma

"Siempre he defendido gobiernos de izquierdas, y he visto, a pesar de todas las dificultades, que el tripartito catalán ha tenido un significado político importante, y mi modelo de gobierno es desde la izquierda. Saludaría que se pudiera producir ese momento en el que fuera posible un gobierno con la izquierda abertzale, porque significaría, entre otras cosas, que habríamos superado la etapa más terrible de nuestra historia."

Las etapas más terribles se superan de muchas maneras. Sin necesidad de melodrama, recordemos que Xavier March las tenía por superadas, aunque lo cierto es que él no parecía saber del grado de terror y el horror de la época anterior. O quizá todo dependa de una percepción y un juicio selectivos.
Es posible que el truco sea ése: un adecuado calibre para el horror y para el terror. El juego de galgas viene completo en el estuche. Valoran positivamente la sedicente izquierda, la actividad terrorista y los gobiernos ultranacionalistas fraccionarios. Todo a la medida, como un zapatito de cristal.
Alabemos en fin la sutileza de la coacción constante más allá de la caricia, una noción que no debe construirse mecánicamente. Como ya no me coaccionas, hago lo que tú has dicho.

Todos los símbolos el símbolo

La publicidad que informa nos coloca en una situación muy mala a los ignorantes:
En los años 1970, en Nueva York Cartier
Encuentra la inspiración para su célebre pulsera.
Atornillada en la muñeca por el ser querido,
Es el símbolo mítico del amor absoluto
.

Pero entonces, mediante este enunciado se nos recuerda algo que es universal o mítico, pero que algunos de nosotros, miserables, veníamos ignorando desde nuestra pueblerina arcadia de abajo, ajenos quizá a todo lo que no sean rotundidades, que no matices, anatómico-mecánicas.
Así pues, por referirnos a la mecánica preposicional, hemos de suponer que la pulsera en cuestión se atornillará a la muñeca, porque atornillarla en la muñeca es descubrir el uso taladrador del tornillo. Más importantemente, quien atornilla y se guarda el destornillador es el amante absoluto o más bien el guardián absoluto. Tendemos a pensar, no obstante, que el atornillado será el sujeto amante, un poco bobo o boba para ser suaves y eufónicos.
Pero los símbolos míticos de Cartier son como la mayoría de los símbolos míticos. Alguien nos tiene que informar de su esencia y de su estructura. No por quitarle la razón a Cartier, sino más bien a los diversos hermeneutas al perejil que nos han dado la Austria y la Francia sobre todo. En cuanto a Cartier, es posible que sus símbolos sí que nos digan cuál es la estructura de sus representados, porque éstos no son otra cosa que sus representaciones. Ya sabe el lector, la flecha en vuelo significa el tiempo porque aquélla tiene la dirección que a éste le adjudicamos si miramos a otra cosa que a las reversibles flechas.
Lo malo es eso, que detrás de los símbolos no hay nada, que lo nombrado es una atadura o, lo que es aun peor: en casos como éste nos encontramos con los años –como dice la publicidad– 1970, horteras, poblados de macarras provincianos que habían obtenido el título por correspondencia, años de carreteras secundarias y pinares con un 850 sport, años de los que no salvaríamos ni a Corinne Clery.