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jueves, mayo 11, 2006

Desproporción

La desproporción ha penetrado en tromba como tópico de estos días y de hoy mismo. Pero la desproporción y la proporción son el tópico que hace posible la tópica: proporciones y analogías con las que conformamos la materia barrosa de los discursos y los exabruptos. Nos encontramos con una retórica y una jurisprudencia de fantasmales, elásticas y alterables varas de medir, en que unos se encuentran y se reconocen etológicamente mientras que se distancian o enfrentan a otros.
Si las varas de la analogía fueran tan rígidas como para reunir sin sofisma dominios cualesquiera, hace tiempo que la historia del mundo habría finalizado, prórroga incluida, o puede que nunca hubiera comenzado, por más que se esforzasen Dios y su silbato.
Por contraste, de lo que tenemos abundante provisión es de entendidos, malentendidos, sobrentendidos y otros fenómenos de la traducción que redimen al hombre de la simplicidad, una prueba de lo grande que es el mundo.
Añádase a la flexibilidad de las varillas, lo descangallado de las perspectivas, Alexander Nievsky galopando en zig-zag, astigmático y torcido mientras el adversario se hace el sueco. ¿Dónde está la proporción?¿Dónde la alegoría? ¿Si trituramos las partes que reconocemos en un lugar y en otro, dónde está la alegoría? Esa muestra suprema del idealismo.

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