La desproporción ha penetrado en tromba como tópico de estos días y de hoy mismo. Pero la desproporción y la proporción son el tópico que hace posible la tópica: proporciones y analogías con las que conformamos la materia barrosa de los discursos y los exabruptos. Nos encontramos con una retórica y una jurisprudencia de fantasmales, elásticas y alterables varas de medir, en que unos se encuentran y se reconocen etológicamente mientras que se distancian o enfrentan a otros.
Si las varas de la analogía fueran tan rígidas como para reunir sin sofisma dominios cualesquiera, hace tiempo que la historia del mundo habría finalizado, prórroga incluida, o puede que nunca hubiera comenzado, por más que se esforzasen Dios y su silbato.
Por contraste, de lo que tenemos abundante provisión es de entendidos, malentendidos, sobrentendidos y otros fenómenos de la traducción que redimen al hombre de la simplicidad, una prueba de lo grande que es el mundo.
Añádase a la flexibilidad de las varillas, lo descangallado de las perspectivas, Alexander Nievsky galopando en zig-zag, astigmático y torcido mientras el adversario se hace el sueco. ¿Dónde está la proporción?¿Dónde la alegoría? ¿Si trituramos las partes que reconocemos en un lugar y en otro, dónde está la alegoría? Esa muestra suprema del idealismo.
Si las varas de la analogía fueran tan rígidas como para reunir sin sofisma dominios cualesquiera, hace tiempo que la historia del mundo habría finalizado, prórroga incluida, o puede que nunca hubiera comenzado, por más que se esforzasen Dios y su silbato.
Por contraste, de lo que tenemos abundante provisión es de entendidos, malentendidos, sobrentendidos y otros fenómenos de la traducción que redimen al hombre de la simplicidad, una prueba de lo grande que es el mundo.
Añádase a la flexibilidad de las varillas, lo descangallado de las perspectivas, Alexander Nievsky galopando en zig-zag, astigmático y torcido mientras el adversario se hace el sueco. ¿Dónde está la proporción?¿Dónde la alegoría? ¿Si trituramos las partes que reconocemos en un lugar y en otro, dónde está la alegoría? Esa muestra suprema del idealismo.
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