La ya tenue, pero continuada, lluvia de después de la tormenta, de la furia concentrada, elemental y multimedia. Hoy sólo tuvimos ración de cola de tormenta y de su lluvia sin atrición, su pausado discurrir que vale medio crédito. Envidiamos las lejanas, oscuras masas de la tormenta, la tormenta que regala su renovación a otros, poderosa y ajena, identitaria. Sobre el brillante suelo, el amago, el acto fallido, la tarde y sus actividades transversales. Ya ha caído la noche por lo que se refiere a la tormenta y su hipotética vía purgativa, su probado oficio de facilitador. Los sonidos, su temperatura suave, aquí y allí sacudida por estridencias remanentes y a veces insolidarias. El día acaba como estos torpes períodos, pagando su cuota multiterminológica.
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