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lunes, diciembre 17, 2007

Aceleraciones

Es habitual que en muchas narraciones largas, los hechos se aceleren según progresamos o regresamos al final. Incluso, que los capítulos sean cada vez más breves, aunque esto habría que comprobarlo y es sencillo medirlo. ¿Esto lo procura el autor de por sí o es el autor que piensa en el lector, o es que el desenlace de la trama es lo que no importa?
Sucede como con la demostración, que nos importa más que el teorema: cuando vayas a emprender el viaje rumbo al teorema de Lusin (1), etc. etc. Notemos también que las demostraciones incluyen flash-backs y dii ex machina varios: “Ahora bien, como se demostró en ...” “Se supone ahora que...”
Las aceleraciones a las que nos referimos poseen su propio valor expresivo y son muy eficaces cuando uno está acabando de leer la novela a las tres de la mañana en un tour de force horizontal y de dudosa vigilia y obsesiva. Sin embargo, como quizá señale la analogía matemática -o el hecho de que la hayamos planteado: véase nota 1- el destino de los vagos no es otro que la economía final, el llegar vivos a la deadline, sombría.


(1) O Luzin. Tomamos este ejemplo para que el lector piense en el nabokoviano Luzhin cuando lea esta nota a pie de página.

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