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martes, octubre 11, 2022

Dietario laboral: la secta de los viejos

Aquel a quien aman los dioses muere joven, ὃν οἱ θεοὶ φιλοῦσιν ἀποθνῄσκει νέος, ni más ni menos, ni más ni menos. Aquel a quien esto no sucede es firme candidato para un festejado ingreso en la secta de los viejos.

Permítasenos el paralipómeno y recordemos aquí que dos tipos principales hay de sectas, aquellas en que uno sabe cuándo ingresa y lo sabe cuando ingresa y aquellas en que esto no sucede.

La secta de los viejos es el caso ejemplar de estas últimas. Por tanto, con el tiempo, algo después de la tácita admsión, hay que ir aprendiendo a reconocer las señales, si un día tenues, al otro, aplastantes. Algo análogo sucede con los agujeros negros, lo que no resulta extraño. Cierto es, sin embargo, que hay un día de tardía aurora, un día de epifanía apodíctica y hasta reumática en que uno tiene muy segura su calidad y cualquier negación solo será materia sin desbastar para el molinillo de un psicólogo.




Hoc animal animale equaliter in terra et in aqua vivit


Nada puede decirse, en buena consecuencia, de los procesos de iniciación, de los ritos de paso, que dicen los antropólogos y demás gente de mal vivir. Curiosamente, el Evangelio de Juan nos da noticia de un rechazo a los avances de un jovenzano: "Quinquaginta annos nondum habes et Abraham vidisti?", aunque es cierto que la respuesta de dicho joven es un hórdago sin paracaídas. Aquí la tiene en griego el lector para auxilio de su memoria: "Ἀμὴν ἀμὴν λέγω ὑμῖν, πρὶν Ἀβραὰμ γενέσθαι, ἐγώ εἰμι".

No conviene, en cualquier caso, forzar la máquina si uno desea adquirir la membresía de la prestigiosa asociación a la que nos venimos refiriendo. Su sede social definitiva no es otra que la que nos congregará a todos.

N.B.: Vaya el lector al final del capítulo 8 de Juan.


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