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domingo, octubre 16, 2022

Dietario laboral: Breve recorrido parasitario

Las ferias, las de libros viejos y de reestreno, las ferias que pasean los arduos volúmenes por la geografía autonómica sin desmayo, sin fatiga, baúles de la conocida artista, esas ferias nos reciben con nuestra misma cara, otra vez ellos dicen y se anuncian unos a otros, caseta tras caseta, en una alarma clientelar y silenciosa para mayor salvaguardia.

Un ojo atento y una memoria trabajada nos permiten sopesar los viajes perianuales de los saldos editoriales, de los que nacieron para ello y de los que brillaron un día hasta que marcharon a oscuros almacenes, o a protagonizar vaya uno a saber qué película de dibujos animados.



Libri lintei


Los libros en sus ferias se miran a unos a otros. Uno de los libros es lo real: una piedra, una moneda o un mondongo en su versión impresa ejercen de realia, y otro libro se esfuerza en su papel de representación y espejo. Así es la vida de los libros y de sus lectores, los cuales se miran también unos a otros sospechándose recíprocamente lectores incansables, o ideales según ya anticuado calificativo, y se adornan con los volúmenes más o menos irreprochables cuya compra o consulta no supone mancilla o menoscabo de su curriculum lectoris, que se les supone en la cartilla de lecturas que nos acompaña a todos.



nulla est redemptio


Decido adquirir libros que no me interesen nada, que no me interesen nada positiviamente, escritos en lenguas incomprensibles, opacas y ajenas a cualqier esfuerzo, con una letra microscópica e inaccesible. Compro dos cuadernos de cuadros y me voy, que ya es hora.

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