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sábado, octubre 22, 2022

Dietario laboral: recursos didácticos

Recuerdo las clases de matemáticas de quinto y sexto de bachillerato, pero las recuerdo poco. Las de quinto eran por la tarde y las de sexto por la mañana. Tuvimos el mismo profesor los dos años. En el segundo de ellos, esto es, en sexto, Franco se murió y no pudo superar la primera evaluación.

Las recuerdo poco quiere decir que me cuesta recuperar situaciones o diálogos, aun transformados o convenientemente idealizados o falsificados, aunque alguno hay en el repertorio. Por lo que hace a la doctrina, me pregunto qué permanecerá de todo aquello, del programa de quinto y del de sexto, pues si buena parte del alumnado aprovechó si acaso las enseñanzas no ya en dosis homeopáticas, sino genuinamente infinitesimales, sin duda algunos compañeros cursaron con un rendimiento aceptable o más que eso.



εἰ τοῦ μεθύσκεσθαι πρότερον τὸ κραιπαλᾶν
παρεγίνεθ’ ἡμῖν, οὐδ’ ἂν εἷς οἶνόν ποτε
προσίετο πλείω τοῦ μετρίου. 


Esto nos conduce a una paradoja inesperada, o no tanto. A saber, que el aprendizaje efectivo requiere un pago más allá del esfuerzo propio del estudio y que, si se trata de encontrarle un análogo, este no puede ser otro que la resaca, una resaca nihilista y que nos demuestra, sin embargo, que toda actividad y todo conocimiento nos reserva en algún momento su cuota de nostalgia; que nuestras acciones hayan sido virtuosas, irreprochables y hasta estratosféricas y no lo contrario no nos libera de un peaje diferido y también repetido en los momentos bajos. Imagino yo, al menos, que no sé si algo aprendí o más bien nada. Va a ser que la letra con sangre entra, una sangre que llegará más pronto o más tarde, y que no hay buena acción que quede sin su justo castigo.


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