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martes, octubre 04, 2022

Dietario laboral: café

En el límite ulterior del placebo, las rutinas convergen hacia las pausa y hacia los descansos, acotados a su vez con sus rutinas propias y sus relojes afilados a las once de la mañana. La cafeína se inventó para erigir un simulacro del aliento y de la fortaleza, pero -así suele suceder- tal erección se condensa en las ceremonias inevitables que la repetición va concretando según los trabajos y los días.

Goza de la condición de ley universal el que cualquier ceremonia que nos alcance estará sujeta al hado de las ceremonias, esto es, a un cambio periódico e inaplazable en la liturgia (todo esto según secretos y sumados epiciclos de dictado implacable) que nos lleve a otro bar o a otro rincón, incluso a otros compañeros, o que nos lleve a la abstinencia, a un autodestierro solipsista y autocontenido, como el de quien ha desperdiciado ya demasiadas clepsidras, pero aún se entretiene con la idea de que el tiempo es recuperable.



... en su esmerada / Pratica de boticas. Feliz suerte  / Por quien la vida y muerte es prolongada. 


El café extiende sus metonimias con el método y la flema de los asesinos profesionales y nórdicos, como el que no quiere la cosa y es fiel hijo de Lutero, todo esto según nos ha ido enseñando el cine. Los retornos del café son un piñón desgastado o una esperada excentricidad en la rueda del tiempo, entre la hora tercia y la hora sexta, cuando comprobamos, vae victis, que hoy tampoco hemos vendido ni una escoba.

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