La pluralidad de lo mismo. Un menú de monotonía políticamente correcta en la tierra de todos los progresos. Y los sutiles distinguidores, con sus paréntesis siempre preparados para emparedar los procesos que les acaban de igualar.
Pero esa igualación es la fuerza de las cosas, pero no la fuerza de las cosas que parecería estar actuando desde los tipos de Wilfredo. No la verdad de la nación milenaria que puja ctónica o ginctónica. Más bien la verdad de los indiscernibles y su gâteau des indiscernables. Obran a favor de una prensa pentatónica o pentagintónica, con su iconografía de los cinco alegres abanderados. Un mundo para los cinco hermanos thunderbirds, tan queridos de su padre, quien, sin embargo, ha de marcar las distancias y revelar el nombre de su preferido si hace falta. Es la nunca bien ponderada bendición del gitano: Que no vengan más, que bastante estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario