Yo dejé de leer con la fotocopiadora. Las carpetas de fotocopias miden la cerchas de mi casa. Lo dejé todavía más con internet. Mis descargas y el trabajo de mi impresora desafían a los cuberos de los bosques de Siberia. Pura fragmentación. Todo fue rapsodia. Elevé el zapping a mi única televisión con el mando a distancia y las numerables emisoras. Mis dedos se fortalecieron con digitación tan creativa. Dejé de escribir con los blogs. La multiplicidad me abraza. Incesante, como a un cesante borges.
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