El sujeto salió no muy temprano. No sabríamos decir exactamente cuándo, pero le vimos regresar a las 15:35. Como el operativo ya había sido organizado adecuadamente a esa hora, estamos seguros de esto último. Algunas consideraciones sobre acontecimientos correctamente datados nos permiten afirmar que estuvo fuera más de cinco horas y menos de seis y media.
En estos momentos (son las 19:28) seguimos intentando completar la información disponible sobre dónde estuvo y qué hizo durante el lapso de tiempo apuntado.
P.S.: Esperábamos que cada nuevo dato convenientemente contrastado eliminase todas las demás posibilidades que, en principio, podrían (y de modo ciertamente ocioso) contemplarse. Además no encontramos contradicciones y así fue bastante sencillo establecer algunos hechos indubitables sobre lo que nuestro sujeto hizo, dónde y cuándo, con quién estuvo y qué ropa llevaba.
Sin embargo, al cabo de algún tiempo, empezamos a recibir testimonios de una naturaleza totalmente inacostumbrada. No le habían visto en el Café del Puerto. Le habían visto en un café, y no en uno especificable aunque el testigo ignorase en ese momento su nombre, sino que se le había visto en un café genérico que era al tiempo todos ellos: No se podía decir de ningún café de la ciudad que no hubiese estado en él a cierta hora. Había hablado con una mujer que era todas las mujeres, al menos de cierta edad, de cierto aspecto. Otra vez, todas esas mujeres, cuyo número ignoramos, habían intercambiado algún secreto con él. Es cierto, es seguro, que a las 15:35 estaba de vuelta en su casa.
De momento señalaríamos que nuestro sujeto no es un individuo. Es uno que es todos ellos. O todos nosotros.
En estos momentos (son las 19:28) seguimos intentando completar la información disponible sobre dónde estuvo y qué hizo durante el lapso de tiempo apuntado.
P.S.: Esperábamos que cada nuevo dato convenientemente contrastado eliminase todas las demás posibilidades que, en principio, podrían (y de modo ciertamente ocioso) contemplarse. Además no encontramos contradicciones y así fue bastante sencillo establecer algunos hechos indubitables sobre lo que nuestro sujeto hizo, dónde y cuándo, con quién estuvo y qué ropa llevaba.
Sin embargo, al cabo de algún tiempo, empezamos a recibir testimonios de una naturaleza totalmente inacostumbrada. No le habían visto en el Café del Puerto. Le habían visto en un café, y no en uno especificable aunque el testigo ignorase en ese momento su nombre, sino que se le había visto en un café genérico que era al tiempo todos ellos: No se podía decir de ningún café de la ciudad que no hubiese estado en él a cierta hora. Había hablado con una mujer que era todas las mujeres, al menos de cierta edad, de cierto aspecto. Otra vez, todas esas mujeres, cuyo número ignoramos, habían intercambiado algún secreto con él. Es cierto, es seguro, que a las 15:35 estaba de vuelta en su casa.
De momento señalaríamos que nuestro sujeto no es un individuo. Es uno que es todos ellos. O todos nosotros.
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