Reciben llamadas que nadie atiende o las recibirían si estuvieran conectados. Viven como números en las agendas ajenas y en las suyas viven otros números que aún se usan. No tienen la suerte de los móviles a los que se ha despojado de su tarjeta: ellos están completos, pero un teléfono nuevo, el de la empresa o un raro capricho les ha dejado en un cajón o vaya uno a saber dónde, desconectados o consumida su batería.
Los dueños de los teléfonos móviles abandonados sospechan que pierden algunas llamadas, llamadas de alguna amistad ya antigua pero digamos que provechosa. Sin embargo, son incapaces de retornar al compañero de teclado paciente que tan bien guardó sus secretos.
Tal vez los teléfonos móviles abandonados hayan establecido relaciones entre ellos, las relaciones melancólicas de los exiliados, o de los antiguos triunfadores que una vez perdieron. Una red clandestina en que se cruzan mensajes inauditos e incomprensibles a oídos humanos.
Los dueños de los teléfonos móviles abandonados sospechan que pierden algunas llamadas, llamadas de alguna amistad ya antigua pero digamos que provechosa. Sin embargo, son incapaces de retornar al compañero de teclado paciente que tan bien guardó sus secretos.
Tal vez los teléfonos móviles abandonados hayan establecido relaciones entre ellos, las relaciones melancólicas de los exiliados, o de los antiguos triunfadores que una vez perdieron. Una red clandestina en que se cruzan mensajes inauditos e incomprensibles a oídos humanos.
1 comentario:
Sublime.
Ahora los móviles con escritura predictiva confunden 'cita' con 'agua'. Como advirtió aquél.
Un (b)eso...
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