Volver, y sin haberlo pensado, al supermercado del barrio, del que nos fuimos cuando los días fáciles del milenio anterior.
Para nosotros la misma cajera, alguna de las chicas de por entonces de pie en la sección de congelados, pensativa. Se han citado para mostrarnos con su ejemplo cómo hemos cambiado. Un papel que nos corresponde a nosotros también cuando se trata de subrayar con un lapiz acortado el paso del tiempo.
Pues aun así, hay un supermercado en que ya nunca entraremos, un bar para siempre negado, una cita que ya no repetiremos, o que nunca repetiremos con la mínima exactitud aconsejable.
Para nosotros la misma cajera, alguna de las chicas de por entonces de pie en la sección de congelados, pensativa. Se han citado para mostrarnos con su ejemplo cómo hemos cambiado. Un papel que nos corresponde a nosotros también cuando se trata de subrayar con un lapiz acortado el paso del tiempo.
Pues aun así, hay un supermercado en que ya nunca entraremos, un bar para siempre negado, una cita que ya no repetiremos, o que nunca repetiremos con la mínima exactitud aconsejable.
1 comentario:
Aquí hay varias salidas:
1. Agarrarse como uno pueda a lo que todavía queda: imagínate dónde pueden estar el supermercado, el bar, las chicas ( y nosotros) dentro de unos años. Versión conservadora.
2. Pensar en todos los supermercados (bares, chicas...) que el futuro imprevisible nos traerá, mucho mejores. Versión alegría de nacimiento.
3. Seguramente hay más ángulos.
Un abrazo. Hay una cita pendiente que habrá que concretar muy en serio.
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