Y seguimos con la divulgación científica. Claudi Alsina, en su Vitaminas matemáticas. Cien claves para sorprendentes para introducirse en el fascinante mundo de los números (Ariel, 2008) menciona al francés André Antibi y a lo que éste llama la "constante macabra", adjetivo de intención más simpática que el "fúnebre"de ayer y de Carlyle. Antibi sospecha de la onmnipresencia de la ley normal en las calificaciones escolares. Antibi sospecha que los profesores puntúan de manera que no se alejen las notas que otorgan de la famosa campana sin badajo. Yo sospecho que no anda errado.
A favor de la sospecha, quizá esté el hecho de que casi cualquier clase de veinticinco alumnos en uno y otro hemisferio da siempre resultados campaniformes, aunque el examen no sea de protohistoria.
Es sabido que en los estudios estadísticos hubo una época de ubicuidad de la distribución normal y que las leyes de la estadística parecen ser de lo mucho, o sea que parecen democráticas y, en el caso que nos ocupa, de los inspectores de educación.
Quede aquí el asunto y contentémonos con citar una estupenda y dulcemente irónica alusión o cita apenas oculta. Alsina, en uno de los capítulos vitaminados y mineralizados de su libro y tras instruirle para ello, anima al lector a fabricar (construir, descubrir, imaginar, ...) su propio número irracional:
¿Se anima a fabricar ahora uno nuevo? Permita que me fabrique yo uno al que bautizaré, por motivos obvios, como a:
a=0,1230,12300123000123000012300000... (1)
Se trata de un desarrollo infinito donde la presencia de secuencias crecientes de cero asegura que no habrá nunca un período que se repita. ¡Ya lo tengo! ¿Y usted?Aproveche un margen de esta página para definir el suyo...¡Felicidades!
(1) Al copiar el número, he vacilado por un momento entre copiar todas las cifras que escribe Alsina y así citar literalmente y dejarlo antes, una vez que quedaba claro como seguía el número. Ser infiel a la literalidad confirmaría paradójicamente la identidad del número sobre la buena fe de que su descripción es suficiente, que no va a saltar la sorpresa de un 125 solitario entre los 123 inacabables. ¿O deben ir entre comillas estos grupitos de tres cifras?
A favor de la sospecha, quizá esté el hecho de que casi cualquier clase de veinticinco alumnos en uno y otro hemisferio da siempre resultados campaniformes, aunque el examen no sea de protohistoria.
Es sabido que en los estudios estadísticos hubo una época de ubicuidad de la distribución normal y que las leyes de la estadística parecen ser de lo mucho, o sea que parecen democráticas y, en el caso que nos ocupa, de los inspectores de educación.
Quede aquí el asunto y contentémonos con citar una estupenda y dulcemente irónica alusión o cita apenas oculta. Alsina, en uno de los capítulos vitaminados y mineralizados de su libro y tras instruirle para ello, anima al lector a fabricar (construir, descubrir, imaginar, ...) su propio número irracional:
¿Se anima a fabricar ahora uno nuevo? Permita que me fabrique yo uno al que bautizaré, por motivos obvios, como a:
a=0,1230,12300123000123000012300000... (1)
Se trata de un desarrollo infinito donde la presencia de secuencias crecientes de cero asegura que no habrá nunca un período que se repita. ¡Ya lo tengo! ¿Y usted?Aproveche un margen de esta página para definir el suyo...¡Felicidades!
(1) Al copiar el número, he vacilado por un momento entre copiar todas las cifras que escribe Alsina y así citar literalmente y dejarlo antes, una vez que quedaba claro como seguía el número. Ser infiel a la literalidad confirmaría paradójicamente la identidad del número sobre la buena fe de que su descripción es suficiente, que no va a saltar la sorpresa de un 125 solitario entre los 123 inacabables. ¿O deben ir entre comillas estos grupitos de tres cifras?
No hay comentarios:
Publicar un comentario