Acudimos al mercado de buena mañana. Si es cierto que a la tarde los precios bajan, resultará que estamos dando un valor preciso a los costes de la transacción, las colas sobre todo.
Sin embargo, ese tipo de costes se difumina en un punto contra punto de amenos encuentros mañaneros y ansiedades por acabar cuanto antes con los trámites y exigencias del comercio. En otras palabras, estamos deseando acudir a otros mercados, del sector de la hostelería líquida en particular. Y lo que nos ofrece este mercado es un paréntesis en el tiempo. Es decir, lo que compramos es perder el tiempo allí, y de manera especialmente boba. Tal es la conducta pseudoracional del dilapidador: disolver sus deseos en sus necesidades adquiridas, más o menos dramáticas, más o menos admisibles en las estampas que ilustran la pequeña zoología urbana..
Sin embargo, ese tipo de costes se difumina en un punto contra punto de amenos encuentros mañaneros y ansiedades por acabar cuanto antes con los trámites y exigencias del comercio. En otras palabras, estamos deseando acudir a otros mercados, del sector de la hostelería líquida en particular. Y lo que nos ofrece este mercado es un paréntesis en el tiempo. Es decir, lo que compramos es perder el tiempo allí, y de manera especialmente boba. Tal es la conducta pseudoracional del dilapidador: disolver sus deseos en sus necesidades adquiridas, más o menos dramáticas, más o menos admisibles en las estampas que ilustran la pequeña zoología urbana..
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