Causa de la muerte. Redacción convencional. Tras días de excesos, aunque quizá no tanto. Desnudo sobre la mesa, desgreñado y barbado, aunque no hirsuto. Algo no encajaba. Dio una vuelta. Volvió al escritorio y rompió la primera hoja. Pero no encontró los impresos en el lugar de los impresos.
Empezó a escribir. El aire le pareció desordenado. Quizá debía revisar todo y poner cada cosa donde debía estar, pero su turno acababa en cuestión de minutos.
Salió a la calle. Tenía la sensación de haber olvidado algo, allí junto al muerto.
Tomado de Luis Agustín Martínez Mínguez, Solamente siempre y otros volatines, Las Rozas, Los libros de Kiko, 2009.
1 comentario:
por fin encuentro algo agradable este verano de mierda, tu blog
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