Los filósofos no están libres de la estupidez ni de la locura. Tampoco sus filosofías. O las estupidceces y las locuras de aquellas no son necesariamente ajenas a sus filosofías. No podemos excluir que se hallen a su origen, crezcan con ellas o sean su resultado.
Μωρίας Ἐγκώμιον
¿Hay un género de estupideces particularmente filosófico, perdón, propio de los filósofos? ¿Y un género de locuras o de insensateces? Manifestaré mi ignorancia y confesaré mi pereza si se trata de abordar el asunto.
Solo relataré que ayer fui testigo de una conversación sobre ser diferente. Todos coincidían en las paradojas -por ser suave en la taxonomía- a que nos lleva lo diferente y el predicarlo a diestro y siniestro. Alguien apuntó que no es lo mismo la diferencia dado un parametro, y habló de números naturales diferentes, y la diferencia en general, máxime cuando se predica de un individuo que es diferente (se supone que respecto a un grupo dado o imaginado). El lector seguramente apreciará lo correcto y lo trivial de la advertencia.
Quizá menos trivialmente, alguien añadió que tratamos el verbo ser como si ya contuviera su propio parámetro, y así con ser se es siempre del mismo modo. Me percaté entonces de que estaba rodeado de filósofos y, como las reflexiones ofrecidas en los dos primeros párrafos ya las venía yo rumiando, me dio por pensar si estos filósofos y y estas filósofas ocasionales de la amena reunión veraniega se encontrarían a salvo de locura y estupidez.
No será difícil recordar aquí una famosa tesis acerca de la consistencia lógica que afecta a los locos y también alguna otra que hay por ahí sobre la no menor capacidad deductiva de los estúpidos, pero tal consideración nos lleva a preguntarnos qué es lo que han perdido unos y otros, lo que habría de responderse mediante enumeración detallada, al modo constructivista, podría decirse, y aquí no hay tiempo ni ganas para tal cosa.
La conclusión desoladora es que, al amor de la diferencia y de su propio fuego, los estúpidos y los locos lo son cada uno a su manera, pero que solo es posible una manera de ser cuerdo y sensato tesis que enunciamos con la salvedad de que nos hallemos ante un conjunto sin elementos. En efecto, conclusión tan desoladora como inaceptable, debe ocultar un fallo en su génesis, un fallo que no podemos identificar y que no sabemos si causado por alguna demencia imponderable o por la inagotable estulticia.
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