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martes, agosto 05, 2025

Lecturas veraniegas 2025 VII

El verano regresa también en nuestro otoño despintado. Tomo un librito cuya delgadez me llama la atención entre los otros lomos, más gruesos y vitandos a estas horas de agosto. David Hume, tan breve en su propia vida, en alguna carta y en un apéndice con vocación de Umstülpung.

Borges se esfuerza en algún lugar por conectar a Hume con el eterno retorno. Es más, cualquier día de estos se vuelve a esforzar.  Si en el poema “La noche cíclica”, que me viene a las mientes en esta siesta oblonga, la alusión presenta algunas serias dificultades de procesamiento, en “El tiempo circular”, el autor de Historia de la Eternidad declara un pasaje justificatorio:

Muy anterior es un lacónico pero suficiente pasaje de David Hume; consta en los Dialogues concerning natural religión (1779) que se propuso traducir Schopenhauer; que yo sepa, nadie lo ha destacado hasta ahora. Lo traduzco literalmente: "No imaginemos la materia infinita, como lo hizo Epicuro; imaginémosla finita. Un número finito de partículas no es susceptible de infinitas trasposiciones; en una duración eterna, todos los órdenes y colocaciones posibles ocurrirán un número infinito de veces. Este mundo, con todos sus detalles, hasta los más minúsculos, ha sido elaborado y aniquilado, y será elaborado y aniquilado: infinitamente" (Dialogues, VIII).

Vamos al original expandido:

Instead of supposing matter to be infinite, as Epicurus did, let us suppose it to be finite ·and also suppose space to be finite, while still supposing time to be infinite·. A finite number of particles ·in a finite space· can have only a finite number of transpositions; and in an infinitely long period of time every possible order or position of particles must occur an infinite number of times. So this world, with all its events right down to the tiniest details, has already been produced and destroyed and will again be produced and destroyed an unlimited number of times. No-one who properly grasps the difference between infinite and finite will have any trouble with this conclusion.




       unde haec est nobis innata potestas, 

de nilo quoniam fieri nil posse uidemus.

Yo tomo la cuestión del eterno retorno como muestra de un desapego profundo a la vida. Ya verás como esto me tenía que seguir pasando a mí. Así, una vez más el optimismo del que abraza la vida, el instante con todos sus alrededores se sustituye con ventaja por el pesimismo del que la mira con precaución, y  ambos se reúnen en una cifra que encierra el universo y parte de la luz de ese mes que decíamos antes. No vale tampoco decir algo así como que todas las veces son esta vez. Nos comemos nuestra mazmorra ergódica con patatas.

En cuanto a Hume, lo interesante aquí son las premisas que utiliza: finitud del espacio y de la materia en un tiempo infinito. Para alguien que lo de causa y efecto lo veía con alguna distancia no está mal pasar de una transposición de partículas a un evento que supone una serie ordenada de transposiciones (Bueno, es un diálogo, no adscribamos al autor todo lo que se dice, aunque lo diga el personaje que se le supone más próximo)

Por cierto, más interesante es lo que Philo dice a continuación, puesto a expulsar todo agente y todo agente preciso para mantener la estabilidad del mundo finito y que dejamos para otro eón. Estaría pensando en algún amigo de los relojeros. Y no me refiero solo a William, sino también a Isaac.

Se antoja materialismo después de casi todo en ese razonamiento, un materialismo que ama y tiene puestas todas sus complacencias en las partículas, que son capaces ellas solitas de conformaciones que nadie imaginó ni imaginará, imaginador incluido. El truco va a ser, ese. Un materialista de los de toda la vida es alguien que confía en las pequeñas cosas. O que esconde cómo funciona todo el asunto, pero sobre esto habrá que hilar más fino y aclarar las cosas.

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