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lunes, agosto 11, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XIII

Me he ido del mar y ahora estoy en la montaña, dos opuestos tantas veces y que forman una unidad superior gastronómica por ejemplo. Mar i muntanya dicen a este conjunto de yuxtaposiciones por algún lado. En previsión de una dietética más simple y por reunir a complementarios tan geológicos, me doy un paseo y me veo de pronto en el bosque, justo donde empiezan las hayas a sustituir a los robles.

No puedo menos que pensar en el libro delgado de esta mañana y evidentemente es cuando comienzo a poder estar equivocado. Consciente de que el error habita científicamente, se me pasa por la cabeza que de un lado del camino va a surgir un terrible guardia forestal que me va a obsequiar con un discurso como el del bañista alemán de ayer, uno de esos personajes de ficción -valga la redundancia- que, de vez en cuando, nos surten de alguna relajada tranquilidad preterexplicativa.



cum eam vellent ostendere


No es el caso, no hay guardia ni hay caminante esta mañana, incluso cuando he dejado la pista y, tras un ataque de tontería artrítica, me he puesto a bajar por el cortafuego, que es el lugar donde pueden revivirse las operaciones de la maquinaria pesada y uno puede verse acelerado de manera imprevista al descuido de los alegres tobillos.

Al otro lado de la sierra, cuesta abajo hace unos días giraban los danzantes sobre zancos. Los etnógrafos regionales erigen hipótesis de mayor o menor verosimilitud. Pero las faldas funcionalmente estabilizadoras de los danzantes entran en el juego de los significados de una manera perfectamente autónoma y si alguien en el pasado jugó este juego de lo contiguo y lo semejante podrá coincidir con nosotros solo por la conexión histórica entre ese alguien y nosotros, que es el tipo de contigüidad y discontigüidad mediata o inmediata más completa, eso en el caso de que la conozcamos. De cualquier modo, los ritos se nos aparecen como árboles bailarines que solo pueden ser reemplazados por una explicación sin pérdida solo si jugamos al juego de las explicaciones.

Así que lo que hay se nos aparece como histórico -con sus condiciones de principio y de contorno, para decirlo como un estudiante de segundo de ingeniería aeronáutica-, o se nos aparece como inescrutable, porque cualquier escrutinio rebaja su marchamo ecológico. Abajo del cortafuego, como al final del torrente, habita la deyección.

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