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martes, agosto 12, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XIV



canis canem non est

Sobre el libro de hoy escribí y publiqué una reseña hace cuarenta años exactos. El otro día apareció por algún lado y me puse a leerlo. Lo cierto es que mi publicacioncita era una pseudo-reseña de tres libros a la vez, todos delgaditos. Se ve que yo pasaba también por fases estrechas en mi lejana pseudo-juventud. Esta mañana he dejado el libro y he bajado al pueblo.


parturient montes

De un camino a otro paralelo, he sido testigo de una escena extraña y un tanto ambigua, muy poco interesante y posiblemente escatológica, y me he puesto, como no podía ser menos, en modo Rashomon. Como parece que no había delito implicado, he tenido que buscarme otro entretenimiento andarín y así he vuelto a Berkeley. La historia de la filosofía nos recuerda a Kurosawa y a Akutagawa, por lo que no resultará inverosímil que solo unos metros más abajo, nos figuremos al mismo Berkeley sometido a perspectivas dañosas.


nascetur ridiculus mus

Nos imaginamos a su mismo trabajoso y matricial Dios llevando la contabilidad de las esencias y de las cualidades primarias y secundarias que llegan a cada cual, mientras incongruente se lamenta “¿por qué no habré creado yo la materia y me dejaba de tantas hostias?”

Pero lo que sucede en realidad es que muchas imaginaciones son pseudo-imaginaciones y pensamos que tenemos representaciones de aquel infinito que es todas sus operaciones, la mismas que negamos a las mentes finitas. Curiosa paradoja a la que llega quien reparte la potencia de las operaciones humanas de modo poco meditado.

Como he llegado a una vaguada, es hora de ponerse en modo analista e imaginar una carrera cuesta arriba entre Berkeley y Hobbes. Que Hobbes quisiera hacer una matemática materialista en el sentido que él daba a la palabra no nos deberá extrañar. Que algo parecido planteara después Berkeley, comenzar con una imagen mínima perceptible, átomo de toda la geometría y luego, y no será por extensión, del álgebra y el cálculo, nos sume en cierta perplejidad justo al entrar en las calles del pueblo. En la panadería compro unas magdalenas integrales y la tendera me recuerda no sé si las de Wallis, sin venir desde luego a cuento, o la mala leche de este otro clérigo.

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