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miércoles, agosto 27, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XXIX

Compré el libro que ustedes ven el día 2 de abril de 1997. Hacía COU y al día siguiente cumplía los 17 años que solían cumplirse durante los promisorios meses de dicho curso. Seguramente, pero no del todo, lo compré en la librería Pablo Neruda de Logroño.


es kommt aber darauf an, sie zu interpretieren 

En aquellos tiempos de fuentes más restrictas era más difícil deshacer entuertos como el que me procuraba la coincidencia onomástica entre el Luis Martín Santos  de este título y el más famoso novelista y psiquiatra Luis Martín-Santos, muerto en 1964, autor de Tiempo de silencio (y de obras que interesaban el territorio filosófico para mayor entuerto), lectura que ese año o el anterior habíamos completado, se supone, varios compañeros de clase, hay que decir que impulsados por la inteligente política al respecto de nuestra profesora Luisa Iravedra.
El caso es que si algo nos llamaba la atención, fácilmente sería el marxismo, un artefacto atractivo en el escenario de las adolescencias franquistas y la ignorancia perenne que les era propia.
De todas maneras, además del precio, lo más efectivo del título era lo de “epistemología”, vocablo al que el autor adscribe dos significados tradicionales, solo para proponer, construir y defender un tercero con una herramienta mediadora que se define sobre la plataforma heredada de la fenomenología.
Para Luis Martín Santos, materialismo dialéctico y ciencia o ciencias son relativamente independientes y regidos o inscritos en el materialismo histórico, que es algo así como el super saber de los saberes.
En un capítulo dedicado a las matemáticas, capítulo quizá lateral dentro del conjunto, puede verse la actitud general, el estilo de razonamiento del autor: las etiquetas habituales en filosofía de las matemáticas, y también digamos las descripciones de aquellas, designarían inevitablemente posiciones históricas periclitadas, ajenas a cualquier filosofía beligerante contra la, ay, filosofía burguesa, incapaces de impregnar sin ser reaccionarias las filosofías contrarias. En el mejor de los casos, algo próximo al vertedero del libro de historia de la filosofía.
Por otro lado el tema del sujeto se ha de reforzar en la época del estructuralismo, el cual es vetado porque para él, no hay sujeto -dicho por sinécdoque: solo para la epistemológica foucaultiana- y parece que el marxismo precisa que haya sujeto, pero el sujeto, incluido el de la fenomenología, es siempre algo misterioso al que se imponen unas condiciones históricas, lo cual es justo si no es arbitrario. Y  si se evita sobre todo  cualquier mística del sujeto.
Así, la mediación como operación que se inscribiría en un contexto fenomenológico lleva a que la epistemología sea la base y el centro de todo el edificio de la filosofía que se propone.
El descubrimiento o la propuesta de Luis Martín Santos tiene en cierto sentido menos y en cierto sentido más potencia de la que se le supondría. No se trata de que la filosofía marxista haya de completar el hueco o el nicho “teoría del conocimiento”.
Se trata de que es imposible no redefinir el conjunto y en él la epistemología es la clave porque, incluso cuando se preserve nominalmente la primacía del materialismo histórico y el materialismo dialéctico, estos quedan particularmente indefinidos o en cualquier caso son alterados por la idea de Martín Santos, propuesta que habría estado llamada a reformular, por mera consistencia y completitud y no sabemos con qué acierto, toda la filosofía marxista.

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