El tren, esa metáfora del espaciotiempo o del tiempo sólo. El tren por el que caminamos arriba y abajo, adelante y atrás, mientras incansable recubre su preestablecida línea.
Los trenes que se cruzan con la rara furia de un fenómeno cósmico, pero encauzado por unos carriles aun más fuertes que sus explosiones y sus memorias de vapor y fuego.
Otros tiempos que son como trenes circulares, que se han mordido la cola y siguen girando aunque no se encuentra ya nada más fuera. Aunque no haya fuera.
Los trenes que se cruzan con la rara furia de un fenómeno cósmico, pero encauzado por unos carriles aun más fuertes que sus explosiones y sus memorias de vapor y fuego.
Otros tiempos que son como trenes circulares, que se han mordido la cola y siguen girando aunque no se encuentra ya nada más fuera. Aunque no haya fuera.
2 comentarios:
Le juro que bajo el oscuro estímulo de cierta droga "viví" la pesadilla del tren circular. Casi he caído en la tentación de algún símil descriptivo, pero me atrevo a decir que fue una "experiencia" indecible...
Y también, el tren que siempre perdíamos. O que temíamos perder y perdíamos tantas veces. Todavía, cuando tengo que coger algún tren, me devuelvo a aquella agustía de haberlos perdido tanto.
Qué bien te ha quedado, maestro. Yo no digo que el probabilítico no te haya quedado bien, pero creo que éste está en romance "general".
Publicar un comentario