De sus lecturas, que desordenadas, dio en convertirse en una de las figuras que había venido a creer que sobresalían por su excelencia intelectual, su sabiduría o vaya uno a saber qué virtud solitaria. Aclaro que lo hizo sin ser plenamente consciente de estar tomando una resolución; por lo cual, puede bien decirse que no la tomó, sino que la resolución le tomó a él, consideración que nos llevaría por uno de esos caminos que son la fuerza de las divagaciones.
Huelga decir que aquella sabias figuras eran vanas representaciones, que ni tuvieron su época ni su minuto. El relato no concluye, no ha concluido, y su final se ha de sustituir por hipótesis nunca definitivas que dejaremos al lector, más industrioso si no les dedica su tiempo que si lo hace arrastrado por esta nimia lectura.
Se acompaña también el relato de un corolario: si todo libro es inexacto, si toda interpretación es insegura, toda lectura es peligrosa pues nos pinta el mundo al que salimos por la mañana como si fuera otro, el que de ninguna manera.
Huelga decir que aquella sabias figuras eran vanas representaciones, que ni tuvieron su época ni su minuto. El relato no concluye, no ha concluido, y su final se ha de sustituir por hipótesis nunca definitivas que dejaremos al lector, más industrioso si no les dedica su tiempo que si lo hace arrastrado por esta nimia lectura.
Se acompaña también el relato de un corolario: si todo libro es inexacto, si toda interpretación es insegura, toda lectura es peligrosa pues nos pinta el mundo al que salimos por la mañana como si fuera otro, el que de ninguna manera.
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