Bajo la lluvia, por la pista que recorren impertinentes los vehículos todoterreno, el corredor se ha decidido a un sprint liberador. La euforia, que es rara, de la lluvia. Pero estas aceleraciones son fugaces en las cuestas arriba. La liberación se vive con cierta estrechez que afecta al pecho y a las vías respiratorias.
Como ya no llueve y está escarmentado, el corredor desciende poco a poco por una pendiente suave y quizá resbaladiza. Se cruza con algunos paseantes que han aguardado bajo la oportuna tejavana al final del chaparrón. Es la primavera, pensarán todos ellos. El corredor lo pensará con su cerebro de corredor, pensando a furiosos resoplidos, como un intelectual orgánico en sus momentos de triunfo.
Como ya no llueve y está escarmentado, el corredor desciende poco a poco por una pendiente suave y quizá resbaladiza. Se cruza con algunos paseantes que han aguardado bajo la oportuna tejavana al final del chaparrón. Es la primavera, pensarán todos ellos. El corredor lo pensará con su cerebro de corredor, pensando a furiosos resoplidos, como un intelectual orgánico en sus momentos de triunfo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario