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domingo, junio 25, 2006

Poema dominical

MEDITACIÓN DEL ONCÓLOGO

Voces de juventud de aquellos camaradas
Que se repartieron por el mundo
Con el adiós a años tan dulces
Me vuelven y siempre sé para qué vuelven.

Cuando su voz erige la alegría
Un sí es o no es fingida
O al menos subrayada
Al otro lado del teléfono
Más alta y más dichosa,
Yo sé esperar el quiebro
Acaso la sutil inflexión
Hasta la disculpa.

Yo también oí mi voz
Yo sentí también un día
Que oiría pronto mi voz
Como si viniera
De mi juventud regresada
Sorprendida inocente voz
Palabras que tanto he escuchado
Que tanto he imaginado.

Que ahora sean consuelo para el camarada
Espejo y respuesta
Para el conocido, para el olvidado.

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