Se afea en Espada (firma o comunicación de Fernando Peregrín) la errática y errónea referencia que hace Estefanía de Dawkins. La esencia del artículo de éste puede hurtársele al lector y no sabemos si al autor: La verdad argumentada y probada se confía al cine o al video cada vez más, o con ellos se simula.
La visita a la estantería fringe de la sección de DVDs de una gran superficie nos proporciona sobradas muestras: además de escribir tantos libros sobre lo que sea, o sobre hipótesis aberrantes, prodúzcase una película, documental o no.
Ciertamente, no faltará quien denuncie los peligros retóricos de la imagen en movimiento y llevamos ya buen número de apocalipsis para que nos suene a nuevo. También es verdad que material impreso y videográfico se realimentan de forma notable en bucles que abarcan cine, televisión DVD, revistas, libros y juegos, y nos dejamos fuera algún género que otro.
Aplaudiríamos a los apocalípticos absolutos: tanto peligro viene de la pantalla como de la página impresa, tanto peligro o tanta tontería. En general, la insistencia en la retórica lleva a olvidar que la verdad puede ser acompañada de una retórica sospechosa y que la retórica sospechosa acompaña a falsedades que se presentan como revelaciones. Quien acepta un argumento infundado desconfía de las verdades construidas por la ciencia, por la ciencia que ignora. Eso se refiere al seguidor de Iker Jiménez, pero no deberíamos olvidarnos del mismo Dawkins, que se deja arrastrar por la retórica hasta arruinar toda la lógica material de la ciencia de la que supuestamente se ocupa al escribir sus libros populares. Cuánto peligro en los documentales y cuánto en los documentales en que un científico hace de científico, o en los libros en que hace de poeta en el peor sentido. El a estas alturas grosero patinaje entre ciencia e ideología barata: la del darwinismo social y la de la metafísica de la Gran Bretaña (tan burdamente disfrazada siempre de lo contrario), y tantas otras.
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