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viernes, junio 30, 2006

Discurso Jauja

Todo lo bueno para todos. O todo lo mejor de la mejor. La desaparición de los conflictos en el paraíso del diálogo y el procedimiento, lenguas como panes y panes como lenguas.
Lo habíamos visto en las ferias, en las plazas a algunos charlatanes vergüenza de su gremio, de vez en cuando a inversionistas piramidales y sigilográficos.
Admitimos en un político esa marca del imperio de la astucia que se interna en los territorios del engaño, pero le exigimos que él no se crea sus edenes, sus ríos de leche y miel y sus pozos de petróleo. Nos complacerá que deje en las cunetas algunos cadáveres: Mira, a Arnaldo se le pone cara de Pascual (1), pero el precio es la elevación de otros indeseables, o una política de señores de la guerra a golpe de estatuto. Lo malo del Apocalipsis es que viene callado. No conviene anunciar los desastres a trompetazos, porque los mayores no se hacen notar cuando llegan, y al trompetista se le queda –o se le nota– la cara de tonto.

(1) Comenta M.C.G.

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