El superlativo prestigio de la mente, inmaculable prestigio de algo que más bien no existe. Javier Sampedro transcribe unas palabras del "principal autor del trabajo que se presenta hoy en la revista Science, Ofer Bar-Yosef, de la Universidad de Harvard", palabras referidas al descubrimiento, parece, de la evidencia más antigua de actividad agrícola (u hortofrutícola, o de aprovechamiento de ribazos, cabría sugerir). "Este giro a un estilo de vida sedentario y basado en el cultivo rompió con más de dos millones de años de historia como recolectores y cazadores". Sampedro, suponemos que con la precisión habitual, habla de muchas mutaciones sufridas por el fruto de la higuera y por la higuera misma, pero abre el cuerpo principal de su artículo con las palabras aludidas de Bar-Yosef, párrafo aparte para repetir la cita anterior, palabras que Sampedro entrecomilla:
Este giro a un estilo de vida sedentario y basado en el cultivo rompió con más de dos millones de años de historia como recolectores y cazadores.
Lo que sigue a las palabras que nos han llamado la atención, hýsteron prôteron, también entre comillas:
Hace 11.000 años hubo un giro crucial en la mente humana, de explotar la Tierra como es a modificarla activamente para satisfacer sus necesidades.
La Tierra, la tierra no tiene ya fronteras. El planeta gira, giran los estilos de vida, a Noé la cabeza le daba vueltas y la mente también gira. Si la res cogitans gira, estamos perdidos.
En fin, aquí nosotros metiéndonos con el arqueólogo Bar-Yosef, como ayer con Richard Dawkins, y Jodorowki en la televisión pública, monserguizante. Panta diarrei.
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