No exactamente, pero los viandantes coinciden en lo destemplado de algunas esquinas y aceras a la sombra. Un viento que no se sabe de donde viene o que viene de todos los sitios. Un cambio inaudito que todavía no ha adoptado la forma de promesa o la de amenza. Por consecuencia, los interiores adquieren un valor que el calendario ya les había arrebatado. La mañana es un sifón de aire y alguna sirena que parece desconcertar, que viene de todas partes en un collage de retrovisores y parabrisas.
Murmuran las escasas figuras de la media mañana, o se cruzan silenciosas. Es un tiempo de merodeadores impacientes pero benéficos. Bajo nuestros pies, ofendidos acuíferos son las leyes de la física. Las nubes altas, caprichosas. Nuncios. Vendrá la lluvia y te calará los huesos. Nos tiene calados. Viejas damas visitan.
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