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lunes, septiembre 26, 2022

Dietario laboral: viaje de estudios

El viaje, su extraño prestigio, arrumbado ya definitivamente por la uniformidad de los hoteles para la clase media de casi todo el orbe y parte del extrarradio. 

El viaje de estudios, como semana o semana y media "inolvidable" de la juventud estudiosa, tal vez de la adolescencia imposible o de cierta madurez entre rústica y menesterosa que llegaba retrasada al grand tour en su variante contemporánea de autocar y agencia de viajes, descripción que nos lleva a la enorme distinción existente entre el viaje de unos pocos, o de uno solo, y el viaje de un grupo númeroso y con jerarquías, si acaso muy vagamente, establecidas.

De hecho, observará el lector que el relato que se acoge a esta última variante es muy reciente en términos históricos y no parecería ajeno a la implantación de instituciones no solo democráticas, sino -también y sobre todo- situadas más allá de la mera subsistencia del individuo, del grupo y de la sociedad en su conjunto, asegurada por un excedente que realimenta la propia reproducción incrementada de este. Es muy posible que el lector pueda aducir ejemplos en contra, pero a primera vista parece que en la épica que tenemos por clásica el viaje se centra o bien en grupos poco númerosos (uno, dos, tres individuos, o en grupos con un jefe o capitán e incluso una jerarquía escalonada, cosa que no excluye conflictos dentro de la misma).


Hannibal, relicto in Hispania fratre Hasdrubale, Pyrenaeum transiit. Alpes,

adhuc ea parte invias, sibi patefecit.

Quizá, si nos alzamos bajtinianos podríamos contraargumentar con literaturas más o menos polifónicas, menipeas, la nave de los locos y los autos locos, ese tipo de cosas, pero lo interesante del caso es que la unidad del relato y su sentido vendrán entonces dados por la misma ocasión que reúne y hace permanecer unidos, aun sea en movimiento de acá para allá, a los cabras locas de turno. De otro modo, ese motor de unificación, el autobús, el barco, la sociedad europea de grandes expresos y coches cama, es una exigencia lógica del relato. El mehari y la kombi son los jefes de la partida.

Como oscilamos entre la explicación extrínseca y la intrínseca, acabamos el viaje de estudios (sin ninguna baja por el síndrome de Arrrigo Beyle) con el encargo académico de dilucidar cuál de las dos es más incorrecta y, por eso mismo, más propensa a establecerse como la hegemónica.

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