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sábado, septiembre 24, 2022

Dietario laboral: quasi Dyck

Llevaba ya varias horas en la estancia, las venecianas tal vez cansadas de dibujar patrones que habían recorrido ya buena parte de la pared del fondo, más visible sobre el muro que sobre el óleo (pues este difuminaba las franjas de luz y sombra que hasta el mismo marco dividían -y esta es una descripción que consignó en su diario una de las solteronas Bouvier, como siempre ambas más interesadas en empresas y tareas inútiles que en remontar la salud de la hacienda Flanders, precisamente la que llevaba más años en la casa- la pintura tan clara cuando se proyectó y algo inevitablemente sucia a esas alturas de su historia, en áreas más claras y otras curiosamente mates y, sobre todo, grises) desde el que el coronel H. J. Simpson se entretenía



eorum hominum genera sunt duo



escudriñando entre burlón e inquisidor todos los ángulos del aposento desde hacía más de ochenta años y, por tanto, hacía lo propio con aquel visitante que, desde luego, no ignoraba que había sido allí mismo donde se consumó el escándalo que imprimió de manera ya definitiva -con una calidad temporal que iba más allá de lo humano y de lo geológico- las huellas imborrables que definieron no el destino de los Simpson, sino el modo en que desde todo el condado, e incluso muchas más millas al norte, las otras familias iban a imaginar ese destino, el aspecto con que iba a aparecérseles cuando alguien, fingiendo o quizá verdaderamente sintiendo un escalofrío de raíces atávicas, como si desde él hablase algún antepasado común que hubiera contemplado cómo se escindía su linaje en sagas que siempre ya favorecerían las perspectivas maniqueas, comenzase a relatar por enésima vez una historia que debería concluir con un agradecimiento clásico a la estremecida audiencia: e 'l pregio è vostro in tutto.

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