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sábado, septiembre 10, 2022

Dietario laboral: Formación del personal

Tenemos aquí varios asuntos del más alto interés. No entraremos en la pragmática del estupendo vocablo 'personal' que durante algún tiempo supo adquirir alguna resonancia geórgica cuando, sustantivo, aparecía en el habla rústica ("Los domingos en verano baja mucho personal a estas pozas"), procedente tal vez de los años (hablamos de tiempo propio, pero que transcerre ajeno) más allá de los límites del Grupo Local de Galaxias, esto es, en el servicio militar.

Nos quedamos más bien con 'formación', voz que apunta de vez en cuando hacia el pasado en que el personal alcanzó la formación que ahora luce, al menos cuando ostenta los respectivos diplomas; voz que señala también al presente y al futuro que se le solapa, y entonces se refiere a la notabilísima institución de los "cursillos".



Ya me los has dejado así. Ahora voy yo.


Los cursillos corresponde a saberes hábilmente fraccionables y llamados a celebrar como emblema a la píldora y al comprimido, y al conceptismo asintótico,  disuelto en sí mismo: "lo breve, si nada, dos veces breve". Corresponden también los cursillos a la evaluación graciosa y benévola, al control laxo, a la asistencia schrödingeriana, incluso -ya que estamos- a la falta de comprobación de las listas y registros diarios, que, sin embargo, colapsan siempre en una presencia constante de todo el alumnado numerario, interino o del tercer estado. Corresponden, en fin, al regalo.

Son así un triunfo de la instanciación burocrática de la productividad. Impagablemente contribuyen a que resulten altamente satisfactorias las mediciones de aquello que se puede medir, porque lo que es importante, pues es el caso que no se puede medir.


PS: Añadamos acerca del 'del' que en el caso que nos ocupa es difícil entender la frase titular en el prometedor sentido del genitivo subjetivo.

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