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lunes, septiembre 19, 2022

Dietario laboral: talento

Asistimos a la medición del talento, de un talento que psicómetras a la violeta trajeron a este mundo de ecos para que, desde él, los especialistas en 'Talent Management' y los comentaristas deportivos erigiesen sus retóricas absurdas y sus diagnósticos ajenos a cualquier hecho y cualquier sentido. 

Recordemos también las escasamente sutiles distinciones entre talento y genio, que solían acabar con el inconfesable recurso a la teoría de que las cosas por lo común se hacen de acuerdo con ciertas reglas o procedimientos reglados, cuando -como es sabido- las cosas se hacen como se puede, lo cual tiene mucha más miga de lo que parece, porque el "como se puede" introduce siempre un principio variacional que resulta siempre más estimulante que el asociacionismo, la papiroflexia y el arte de conservar flores secas, incluso junto todo ello.

Sucede, por otro lado, en lo que hace a los talentos, palabra que de significar cierto peso de metal pasó a significar la inaprensibilidad contemporánea que pretende significar, yo me acuerdo del Evangelio de Mateo, que es de mucho efecto, y de otra cosa. En cuanto al Evangelio, leemos en Cipriano y Casiodoro (que en Internet esta biblia protestante es la primera en asomar el hocico) del hombre que se va lejos y llama a sus siervos y que "A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos". Esto es, el talento se da "conforme a su capacidad", no cabría decir "conforme a su talento". Muy curiosamente, el "conforme a su capacidad" resuena tenue como ya le habrá resonado al lector.



unicuique secundum propriam virtutem, unicuique secundum propriam egestatem


Pero aquí el viajero (que en Lucas parte para recibir un reino, cuenta el monetario en minas y llama a diez siervos) distribuye sus talentos según un criterio que estimaría no del todo sabiamente las virtudes de sus siervos o, si lo hace, es justamente para poner en evidencia al siervo que evita cualquier riesgo inversor. Esa capacidad métrica o estimativa parece amplia y alegremente distribuida, como sugeríamos más arriba, entre los comentaristas deportivos, los cuales, sin embargo, suelen hacer mal uso de la misma, tal como el tercer y último siervo, que entierra su talento y así lo rebaja a la condición de tesoro, un mal uso contrasimétrico, que se agota en cábalas ventajistas. Eso sí, sin saber nunca qué están nombrando con palabra de marchamo tan prestigioso.

Y  me acuerdo también de otra cosa. En actitud un tanto escéptica ante las facultades y los méritos intelectuales, recuerdo la frase de aquel émulo de sombrerero cuerdo que, en moderada hipérbole, subraya, de un sujeto que la luce con majestad, que "tiene más cabeza que Dios talento".

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