Vistas de página en total

jueves, septiembre 15, 2022

Dietario laboral: tutorías

Qué magníficas criaturas verbales engendró tueor, aquel estupendo verbo deponente de nuestro bachillerato, ambiguo ya en los diccionarios escolares, más bien moderados cuando se trata de administrar escándalos léxicos. Así, tal vez, desde su homólogo hastío al otro lado del tabique, el profesor de lenguas sueñe con “tuer le tutorat” y sus alumnos fantaseen con “tuer le tuteur”.
Yo, desde mi propio aburrimiento en la desierta sesión de tutoría, tropiezo con un fragmento en que no queda claro si Eugen Fink y Martin Heidegger conocían o desconocían el aikido. Es interesante porque se meten en este jardín tras recordar Fink la distinción aristotélica entre movimiento natural y movimiento violento y tras que Martin marease a Eugen con palabras que contenían la misma raíz que el nombre de este:




Quam terribilis est, inquit, locus iste!

Fink: Lo que determina el fenómeno humano del gobernar es el momento de la regulación violenta y previamente calculada. Éste se relaciona con el saber calculador y la intervención violenta. El gobernar de Zeus es otra cosa. Cuando él gobierna no calcula, sino que impera sin esfuerzo. En el terreno de los dioses puede darse un gobernar sin violencia, mas no en el de los seres humanos.
Heidegger: ¿Existe realmente una relación necesaria entre el gobernar y la violencia?
Fink: El timonel de una nave es el conocedor. Él sabe qué hacer frente a las corrientes y los vientos. Debe saber utilizar el impulso de los vientos y las corrientes de modo correcto. Mediante su gobierno libra violentamente a la nave del juego de los vientos y las olas. En ese sentido debe uno entonces ver y situar el momento de violencia en el fenómeno del gobernar.
Heidegger: La cibernética actual ¿no es gobernada también ellamisma?
Fink: Si se piensa en la εἱμαρμένη [destino] o, incluso, en la suerte.
Heidegger: ¿Acaso este gobernar no está libre de violencia? Debemos tener presentes los diversos fenómenos del gobernar. Gobernar puede ser, por una parte, el mantener un rumbo con violencia, pero, por otra, también el gobierno sin violencia de los dioses. Los dioses de los griegos no tienen, desde luego, nada que ver con la religión. Los griegos nunca creyeron en sus dioses. Una «fe de los helenos» —como quería Wilamowitz— no existe.




Qui cum videret quod eum superare non posset, tetigit acetabulum femoris eius, 
et statim luxatum est acetabulum femoris Iacob, cum luctaretur cum illo. 

Concluyo que ni siquiera la educación es violenta, porque cómo va a haber un movimiento violento si lo hay natural. ¿Cómo se escapa un proyectil de su trayectoria natural? Solo si la naturaleza no agota la realidad, parece. En fin, una tutoría da para meterse con la Física del filósofo y razonar justo al contrario de como él lo hacía. En nuestros tiempos se dan al menos dos modos de entender esto del movimiento natural. Al modo aristotélico, esto es, suponiendo que cada cosa tiene su sitio, al que propende si una causa (no según la naturaleza) le ha separado previamente del mismo. Así, el movimiento del dinero hacia los ricos es natural. Hacia los pobres, no lo es. El otro es el diferenciable: los movimientos naturales tienen siempre tangente, incluso en el más catastrófico de los escenarios. Es de sospechar, sin embargo, que ambos modos no aguanten el choque entre ellos, Eso sí, la tutoría no me ha dado para averiguar cuál de los dos saldría ganando.

No hay comentarios: