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jueves, septiembre 22, 2022

Dietario laboral: decadencia

Oíamos una pregunta y sabíamos (ahí estaba sin intento, pero objeto primero de esa intencionalidad nunca vacía desde el sofá ante el televisor) la respuesta. Después llega la etapa en que la pregunta nos suscita algo entre memoria y perpleja sensación cuyo contenido es algo así como "esto lo sabía, pero no me acuerdo", fórmula que incluso se profiere a modo de justificación, reivindicación y  cartela de miles gloriosus de las artes y de las letras. Llega, y no es lo último, la fase en que pensamos que nunca hemos sabido la respuesta de la pregunta que se lanza a concursante y a las ondas para, inmediatamente tras el anuncio o corroboración de la respuesta correctísima, recordar con razonable seguridad que aquello sí que lo supimos.



Videte quid audiatis


Después viene cuando ya no se puede dar cuenta de nada y no aparentaremos aquí una subjetividad sin apoyo alguno, ruido y furia, o murmullo y mansedumbre, no querremos fingir o edificar un necio y una solterona, un emperador, un avaro, un lexicógrafo o una meretriz, mit grossem Einfühlungvermögen
Tales son las señales de la ruina, inevitable y por ello siempre presente. Para ello se inventó la escritura -"como me ves, me verás", etc.- , porque no hay manera después. Si pudiéramos vernos y advertir a otros más allá de una mueca, si nuestra conciencia no fuera vano simulacro de lo absoluto con picatostes, otra postrimería nos cantara, otro concurso de televisión fuera espejo de una eternidad de andar por casa.

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