Las grúas, las grúas alineadas como una guerra de los mundos. Urbanismo de gusanos y arriba y abajo. Un día de muchos recorridos que van perdiendo su objeto según la fatiga, según sentencia irrecurrible del tiempo.
Decimos esto porque nuestro personaje estaba oscilando entre lo dramático y lo tragicómico. Se merecía un correlato objetivo de la altura de un vigésimo piso. No le perdonaríamos, sin embargo, todas sus idas y venidas o su cansancio, su perplejidad ante el día caluroso y manifiestamente insensato. Le tenemos todavía entregado a sus trabajos y a sus minuciosas obsesiones.
Nuestro personaje contempla el último sol del día, el horizontal, que nos mira desde Poniente, y lo ve reflejado en las partes altas de las las grúas (¿seguro que un piso veinte?). Prosigue al poco su camino. Arrastra las penúltima compras: Preferiría un autor que le aliviase de de la economía doméstica. Haber sido escrito para la épica, o para la pornografía.
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