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lunes, octubre 23, 2006

Delirio del encajado

Webber plantea una situación que el lector quizá sitúe en la estirpe de un relato (y que es más que un relato) tan poderoso como es el de la caverna de Platón. Nótese que Webber no plantea un diálogo ni una situación dialéctica. No hay un hombre que sale y entra de la caja. Lo que hay, en todo caso, es que proyecta el esquema que él conoce relativo a las cajas, a las operaciones con las cajas y a las relaciones que los objetos mantienen con ellas o por su mediación (básicamente, estar del mismo lado o de lados contrarios: dentro o fuera).
Ahora bien, una vez hecho esto, Webber niega la proyección y dice que esta proyección máxima, de rango cosmológico (1), no puede ser imaginada. La situación no carece de un cierto tono paradójico: la imaginamos, pero imaginamos que no la podemos imaginar. O no podemos imaginarla, pero afirmarmos tal cosa.
Én esta formulación podemos ver, dicho sea de paso, un curioso fenómeno que liga el referente del verbo de la subordinada con el verbo de la principal. Tomemos, por ejemplo:

Sé que no sé X

Hay dos familias de interpretaciones de este enunciado. La primera, la escasamente problemática, al menos en apariencia, permisible cuando X es el nombre de algún contenido (Por ejemplo: "sé que no sé el teorema de Pitágoras", esto es, sé de la existencia de este teorema, pero no conozco su contenido); la segunda correspondería más bien a "Sé que no sé que en un triángulo rectángulo plano cualquiera la suma de los cuadrados de los catetos iguala al cuadrado de la hipotenusa". Sintaxis y semántica bailando como en una renovada paradoja del actor, que niega su saber para poder así formularlo.

Xavier McFerrin, The Little Boxes: An Essay on Doxa and Moria, Vancouver, 2001.
(1) No hará falta apuntar la analogía entre este planteamiento y el habitual desbordamiento de categorías que practican los cosmólogos cuando identifican el universo (como si lo hubiera) con un sistema termodinámico aislado (como si lo hubiera). [Nota de P.S.]

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