Consulta o incluso pretende estudiar los libros que debió haber estudiado muchos años atrás. Entiéndase. No le interesa ya el estado de la cuestión ni la manera en que ahora se presentan las disicplinas que integran los planes de estudios. Busca los antiguos manuales como si fuera a encontrar en ellos los años de la juventud ociosa o como si allí le esperaran algunos compañeros que partieron prematuramente o de los que nunca supo, o quizá unos compañeros que nunca tuvo y a la altura de un mundo joven y a veces luminoso.
Ordena y clasifica esos libros y las tareas consiguientes, la acelerada representación de un aprendizaje más o menos inútil; y no la representación, el acto, el hecho verdadero que se hace sólido como un presente fortificado y determinante.
O abandona ése y otros planes que prometen redención y el cumplimiento de sueños antiguos, abandonados, algo que nadie sabe si es síntoma de cansancio o de sabiduría, incluidos aquéllos que sostienen que es indiferente referirse al uno o a la otra.
O siente nostalgia de otras renovaciones ya antiguas que le vuelven a la memoria, al proscenio de su imaginación, desde un trastero tan alejado como los días soleados que, a veces, piensa que fueron sus primeros, prometedores, engañosos años.
1 comentario:
Estupendo, fariseo :-)
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